domingo, 13 de enero de 2019

Corrupción sistémica


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Corrupción sistémica

 

 


La corrupción ha estado presente en la historia humana, pero sus formas más agudas y expresivas se han alcanzado en el marco del capitalismo, para México, el periodo neoliberal extendió a todos los niveles de gobierno la degradación moral y ética impregnando también a todos los sectores de la sociedad, imponiendo la lógica de la acumulación de la riqueza por encima de la vida, el hecho de pensar al Ser a partir de lo que posee y no de lo que es en sí, agudizó el anhelo de acumulación, abriendo los caminos para la realización de actos ilícitos en detrimento de la moral y el bienestar humano, el caso de PEMEX es representativo por el robo y venta (clandestina) de hidrocarburos (“huachicoleo”) pero no el único, las instituciones mexicanas están coludidas hasta la médula por actos de funcionarios y algunos sectores de empleados que han visto fácil usurpar de la riqueza nacional una parte (en muchos casos una gran parte) para su beneficio particular, la venta de medicinas por médicos y funcionarios del IMSS y el ISSSTE también son otra muestra, el narcotráfico y su directa vinculación con los organizamos del poder una evidencia más, la realidad ha evidenciado que el Estado mexicano ha cometido los mayores actos de corrupción que ya no pueden seguir impunes: la gran estafa de petróleos mexicanos sólo es un botón de muestra en la sistémica degradación de nuestras instituciones.
La corrupción política que ha generado un estado de impunidad continuo en las últimas décadas, se enfrenta ahora a la regeneración moral impulsada por el nuevo gobierno federal con su proyecto de la “Cuarta Transformación”, el combate contra este mal ha reabierto viejas rencillas entre partidos políticos y puesto en práctica las formas tradicionales de desinformación usadas por quienes pretenden mantener sus prebendas conseguidas por medio de acuerdos ocultos, sobornos y prácticas absolutamente ilegales. Los resabios de un viejo régimen político tiemblan por la llegada de una nueva lógica moral, sin que signifique una ruptura plena con el sistema, la regeneración propuesta quiere poner fin a todas aquellas acciones generadas por los gobernantes como por los ciudadanos que laceren el pacto social de convivencia establecido, es en sí, una reorganización de la vida pública de México, reestructurando algunos aspectos del sistema capitalista y manteniendo otros bajo una cierta vigilancia, aunque esto signifique una contradicción en muchos sentidos, la apuesta es por la toma de conciencia moral por parte de todos, un saneamiento ante la impunidad tan profunda que aún padecemos.
El capitalismo ha degradado al ser humano convirtiéndolo en mercancía, la cosificación de la naturaleza humana hace que, por ejemplo, el indígena sea objeto de las peores vulgaridades ante el juicio burgués, imponiendo la discriminación y el racismo como ejes de su percepción, hecho que se repite en el imaginario simbólico aplicado a las clases marginadas, esta corrupción social es la que ha llevado a nuestro país a los impensables niveles de degradación humana, y es que es necesario entender que la corrupción no es únicamente el acto ilegal cometido por funcionarios o ciudadanos, la corrupción es también el acto de aceptar la existencia de la impunidad, del racismo, de la explotación y de la injusticia en todos sus niveles, acompañados estos males de la violencia sistémica del Estado, expresada en la política, en las relaciones de género o en cualquier otra de sus manifestaciones. La realidad es violenta en sí, por la degeneración del Ser que ha imperado con la profundización de las diferencias sociales, los marginados cada vez son más ante el minoritario grupo que ostenta la riqueza producida por los propios marginados, la ruptura con la corrupción requiere por ende la toma de conciencia y el desarrollo de la perspectiva de clase que ponga un alto a tanta ignominia social.
La corrupción sistémica que vive México es un forma de violencia que silenciosamente degrada a la sociedad, la explotación que sufren los trabajadores sostiene la riqueza de quienes los explotan, generando una pirámide de injusticia y desigualdad, el capitalismo implantó en el seno social la corrupción como una forma de justificar su propia existencia, la impunidad tan común en las instituciones representa al individualismo, el satisfacer por cualquier medio el deseo de poseer, la ambición vulgar en perjuicio de todos los demás, la competencia puesta como la acción común, suplantó a la colectividad y a la solidaridad, la corrupción es sistémica por la propia naturaleza del capitalismo. Poner fin a esa degradación generada por el sistema requiere implementar una lógica radicalmente diferente, que surja de la conciencia de clase y de la solidaridad humana, en búsqueda del verdadero del bien común.
Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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