Estados unidos, en jaque y la pugna hegemónica entre los centros del poder mundial
“Si
he podido ver más allá es porque me encaramé a hombros de gigantes”,
aforismo atribuido a Isaac Newton, pero el lingüista, escritor y
filósofo italiano Umberto Eco (1932-2016), en su compilación de ensayos A hombros de gigantes
(2009), rastrea hasta Prisciliano en el siglo IV, porque habla de
“enanos y gigantes”, lo que no descubre (¡claro que no!) es si se trata
de los descritos en la Biblia (Reina Valera: Génesis 6-4).
¿Qué es lo que está cambiando la distribución del
poder imperial a escala mundial? ¿Será tanto el desprecio como la
debacle funcional de la globalización, y el neoliberalismo tras ella?
¿Es el resurgimiento de Rusia como potencia al estilo de la guerra fría
de la URSS, a lo que le temen los países de Occidente? ¿Acaso la
pretendida neoGuerra Fría que ha estado promoviendo en todos los foros
su titular Jens Stoltenberg, tratando de relanzar a la OTAN desde la
vieja Europa?
¿Acaso es la llegada de Donald Trump al poder en
los Estados Unidos de América (EUA), y su reiterado desprecio por la
relativa estabilidad internacional que funcionó para mantener ciertos
“equilibrios” durante la guerra fría, y otro tanto hasta la llegada al
poder en Rusia de Vladimir Putin? ¿Resultará que es culpa del
resurgimiento de China en el contexto globalizador, que ha estado
arrasando con el resto de las economías del mundo, al grado de amenazar
incluso el poderío de los propios EUA?
¿O son los conflictos a flor de piel, regionales
como en Siria, Ucrania, Corea del Norte, Turquía, Irán, Arabia Saudí,
Israel, Taiwán, Paquistán, la India? ¿Algún africano o Latinoamericano
como Venezuela, Cuba, Colombia o Brasil? ¿Por ninguno o por todos a la
vez?
No obstante, la complejidad que representa la
situación mundial descrita, hay quien sugiere que se trata de algo más
que eso. El tema no es fácil. Porque no fue sino hasta la llegada de
Trump que se puso disruptivo, como cabeza de playa y contra el mundo,
que su verdadera intencionalidad salió a flote, y que comenzaran a
delinearse todos los frentes contra los cuales se compite por el poder a
nivel mundial.
Amenaza la crisis, no el “loco”
Es el riesgo en el que se encuentra la cabeza
imperial mundial de una crisis económica tan inevitable como cierta, un
estallido que sería superior a la de 1929 del siglo anterior y cuyas
reminiscencias serían de mayor alcance a las del 2008, que no acaban de
extirparse y no se ve por dónde.
Ello es lo que ha obligado a Trump a replantearse
las cosas, tanto al interior como hacia afuera. Intentarlo siquiera
demanda liderazgo. Y sea lo que sea el presidente estadounidense, ni
está loco (hay quienes aseguran que opera a nivel internacional por la
“teoría del loco” de Kissinger) y, valga reconocer que se ha atrevido a
retar la presión de los promotores del grupo financista especulador, los
culpables de la mega burbuja de la cual el mundo no se recupera.
Es la línea de Bernanke y la Reserva
Federal: el rescate de los grandes bancos (Lehman Brothers en 2008 al
igual que la debacle), el mantener tasas de interés bajas (el
crecimiento 0), que solo alientan la especulación.
Todavía más, que como empresario el propio Trump
intenta desarrollar la economía real de los EUA. Alentar la dinámica
interna desde la propia industria con creación de empleos, hasta
retrotraerse como país —de su pretendida estrategia de seguridad
nacional contra el vecino del sur, México— al grado de tirar todo por la
borda, como la arquitectura internacional de la posguerra fría con el
fin de mantenerse como hegemón global.
Pero eso no es todo, porque ya decimos que los
temas son complejos, o mejor dicho que la realidad es complicada. EUA
apenas representa uno de los polos entre los que se desarrolla la
disputa por el control mundial, porque los otros son precisamente China y
Rusia, o viceversa. Ambos países le disputan a los EUA tanto la
supremacía internacional como el mismísimo reinado neoliberal, del cual
reniega ya Trump.
Por dos simples motivos: Rusia se está proyectando
como actor geopolítico principal en el escenario mundial, ya no como
país socialista desde la caída de la URSS; China, por su parte, ni es
abiertamente socialista, ni un país capitalista estilo occidental. Pero
esa suerte de capitalismo de Estado o de la dictadura del partido chino
(de control férreo del PCCH y su líder Xi Jinping), sí que está
avanzando rápidamente y alcanzará pronto en crecimiento y desarrollo a
los propios EUA.
Búsqueda de opciones
Hasta aquí seguimos, baste decirlo, en una suerte
de análisis al viejo estilo de la guerra fría, digamos, del tablero de
ajedrez de Brzezinski; que no es otro que el de la guerra fría. Pero
dicho esquema se acabó, no solo por Brzezinski, sino por la realidad
actual. Valga decir que se requieren nuevas herramientas, o revisar la
complejidad mediante la geopolítica. También, se requiere armar otra
visión con el método geopolítico: pasar de la teoría del ajedrez de
Brzezinski a otra, y no hay muchas opciones.
Es decir, que necesitamos pasar del viejo enfoque
geopolítico a otro en construcción, como es el mismísimo mundo que está
mudando de piel. Revisemos por ahora las tesis del ruso Daniel Estulin
—el autor del clásico libro El Club Bilderberg—. Él sostiene que vivimos el fin del modelo neoliberal, que se basó en el crecimiento ilimitado del planeta. Y eso se acabó.
Que el principal problema a escala global es que
no hay ningún modelo financiero que pueda sustituir al actual liberal
banquero y financista; un reto para la élite que requiere encontrar para
sustituir lo viejo e inservible con lo nuevo. Estulin sostiene que
tanto EUA como Rusia y China están en el mismo costal, y que los tres
países tienen los mismos retos.
Nosotros decimos que no. No es la misma
problemática de los gringos que la de los rusos o los chinos. Ni
económicamente, porque quien tiene una economía desbordada son los
estadounidenses, no así Rusia y menos China. Los tres países con
dinámicas económicas distintas. En otra ocasión abordaremos la situación
económica de los tres.
Los “proyectos globales”
En lo que coincidimos con Estulin es en la tesis
—novedosa para el análisis, pero que sienta bases nuevas para la
geopolítica— de los seis “proyectos globales” que están en pugna por la
supremacía mundial.
- La llamada “Nueva Babilonia”: Wall Street, los banquero-financistas y clan Rockefeller.
- “Nuevo Jerusalem”: Londres, imperio británico, Casa Windsor, Casa Rothschild.
- “Gran Europa”: La Europa de las órdenes, con el Vaticano y la aristocracia europea.
- “Gran Eurasia”: Moscú como epicentro.
- “Nuevo Califato Rojo”: Sufí desde Turquía.
- “Datung”: Con China en alianza con los Rothschild y Windsor,
Como puede verse, no son países sino
proyectos globales, ciertamente, que estarían luchando entre sí por la
supremacía o hegemonía mundial, para aplicarla al resto del mundo. Es
claro que, a la cabeza, porque son o serían los países más activos,
resultan los tres últimos proyectos, con Eurasia que no pierde terreno
como corazón del Heartland en la teoría clásica de Mackinder. Con Datung
por el dinamismo chino en prospectiva por la nueva ruta de la seda.
Ambos países con predominio, el uno energético y el otro en inversiones a
nivel global.
Los otros tres, Babilonia, Jerusalem y Gran
Europa, si bien activos resultan las principales víctimas de sus propias
políticas o dinámicas tanto geoeconómicas como geoestratégicas, y
también geopolíticas. Por lo tanto, sin contradecir a Daniel sino
colocando nuestra propia postura, es claro que la dinámica de Trump y
sus aliados —acaso Londres desde luego—, ni están en condiciones de
imponerse ni lo lograrán, salvo que decidan por la alternativa de la
guerra, que desde luego a nadie conviene.
Nuevos equilibrios
Lo otro es perder terreno cada vez, me refiero a
Trump ante Putin por una parte y Xi por el otro. Salvo que nos
sorprendan con algún tipo de alianzas geoestratégicas, para una
recomposición geopolítica del mundo, pero bajo otras reglas ya. Esto
significaría el fin pacífico del imperio estadunidense, así como el
surgimiento de un nuevo terreno de equilibrios en el mundo, pero bajo
otras reglas. Esto es lo ideal, pues lo otro es el Apocalipsis.
En síntesis, la disputa por el poder hegemónico
mundial en nuestro tiempo pasa por distintos escenarios, todos en
confrontación tal que están forzando el rompimiento de las reglas
internacionales heredadas tras la guerra fría. Ello precisamente porque
el mundo está cambiando de piel, son los viejos poderes globales. El
caso es que todos corremos con la misma suerte y, o nos sumamos o nos
arrastran. Lo mejor será subirse al carro, pero no de la guerra sino del
cambio pacífico. ¿Lo permitirá la bestia herida? Habrá que domarla. Al
parecer Trump es un aliado de eso. Y la otra geopolítica, como mejor
herramienta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario