- Maqueta del “Palacio Blanco”, el gigantesco complejo presidencial construido en Ankara. Turquía trata de compensar su incapacidad para definirse adoptando una forma de delirio de grandeza.
Después de un siglo sin lograr definirse, Turquía aplica una política exterior que se compone de reacciones sucesivas ante las correlaciones de fuerzas regionales y mundiales, con lo cual da la impresión, errónea, de que su voluntad es errática.
El brusco cambio de posición que Turquía acaba de realizar ante Rusia no es resultado de un capricho momentáneo sino, por el contrario, de la continuación de su continua búsqueda de identidad en un entorno inestable.
1- La desaparición de la URSS (1991)
Turquía, que no había pensado en consolidarse como miembro del bando vencedor de la guerra fría, se vio a sí misma carente de una razón de ser ante la disolución de la URSS, el 26 de diciembre de 1991.
El hecho es que Turquía se había planteado modernizarse incorporándose a la comunidad europea, pero los europeos no tenían ninguna intención de aceptarla y se han limitado a prolongar interminablemente las negociaciones, permitiéndole alcanzar sólo el estatus de Estado Asociado a la Comunidad Económica Europea –desde 1963– y convertirse en candidato a la membresía –desde 1987.
Al mismo tiempo, Turquía tenía ante sí una segunda opción: encabezar el mundo musulmán, siguiendo así las huellas del Imperio Otomano. Pero los sauditas, que presiden la Conferencia Islámica, se oponían a ello. Aparecía entonces una tercera opción para Turquía: restablecer sus vínculos con las poblaciones turcoparlantes de cultura mongola, que se habían hecho independientes en Asia Central.
Demasiado indecisa, Turquía dejó pasar el momento oportuno para la tercera variante. Al ponerse a la cabeza de la Operación Tormenta del Desierto para expulsar a Irak de Kuwait, el presidente estadounidense George Bush padre creó un orden regional estable basándose en el triunvirato conformado por Arabia Saudita, Egipto y Siria. Tratando de ganarse un espacio, Turquía estableció entonces una relación privilegiada con el otro huérfano del Medio Oriente, o sea con Israel, que comparte la obsesión turca de reclamar territorios [1].
2- El 11 de septiembre de 2001
Al destruir los dos principales enemigos de Irán –Afganistán e Irak–, el presidente George Bush hijo permitió que ese país volviera a desempeñar un papel en la región. Teherán se puso entonces a la cabeza del “Eje de la Resistencia” (Irán, Irak, Siria, Líbano y Palestina) ante todos los demás países de la región, organizados alrededor de Arabia Saudita e Israel. A pesar de las apariencias y contradiciendo la lectura simplista que prevalece en Occidente, no se trataba de una oposición entre proestadounidenses y antiestadounidenses, ni tampoco entre chiitas y sunnitas, sino de un conflicto regional ficticio, alimentado por el Pentágono, siguiendo el esquema que ya había aplicado durante la década de la inútil guerra entre Irak e Irán. Pero esta vez, el objetivo final no era debilitar a los dos bandos sino lograr que las poblaciones de la región destruyeran las estructuras de sus propios Estados, conforme a la estrategia Rumsfeld/Cebrowski [2].
Siendo el único Estado de la región que entendió a tiempo esa estrategia del Pentágono estadounidense, Turquía optó por protegerse manteniendo buenas relaciones con ambos bandos y predicando el desarrollo económico en vez de la guerra civil regional. Así que se distanció de Israel.
- Mapa del estado mayor estadounidense publicado en 2006 por el coronel Ralph Peters. En contradicción con todas las previsiones, Estados Unidos se dispone a desmantelar Turquía, considerada “aliado” de Washington, mediante la creación de un “Kurdistán libre” que abarcaría vastos territorios turcos.
Fue en ese momento cuando Ankara aceptó crear un mercado común con la vecina Siria, para protegerse de un eventual desmembramiento de su territorio, que tendría como pretexto el llevado y traído tema del “Kurdistán libre”.
3- Las «primaveras árabes» (2011)
En definitiva, durante la operación anglosajona de las llamadas «primaveras árabes», que tenían como objetivo poner a la Hermandad Musulmana en el poder en todos los países del Medio Oriente ampliado (o Gran Medio Oriente), Turquía creyó poder aprovechar el hecho que el entonces primer ministro y hoy presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, era miembro de esa cofradía para escapar al caos anunciado. Así que Turquía “despertó” en Libia la tribu otomana de los misratas y ayudó la OTAN a derrocar al líder libio Muammar el-Kadhafi, a pesar de ser este último un aliado de Ankara. Después, Turquía entró en guerra contra Siria… que también era su socio comercial. Pero esas dos aventuras dieron al traste con la hasta entonces floreciente economía turca.
- Mientras se esconde de los militares turcos que tratan de matarlo por cuenta de la CIA, en julio de 2016, el presidente turco Erdogan se las arregla para transmitir un mensaje a la población a través de un teléfono celular que la presentadora de televisión sostiene ante las cámaras. El 15 de julio, Erdogan logra neutralizar a los golpistas y recupera el control del país.
Aturdida, Turquía respondió con una extensa cacería de brujas, llegando incluso a encarcelar medio millón de personas por un intento de asesinato en el que estuvieron implicados cuando más algunos cientos de militares.
Turquía se situó entonces a medio camino entre Washington y Moscú, buscando su independencia pero corriendo el peligro de verse aplastada en cualquier momento por algún tipo de acuerdo entre los Dos Grandes. Al mismo tiempo, Turquía se posicionó de tal manera que apoyaba y a la vez obstaculizaba a sus dos padrinos: o sea participó en la guerra contra Siria y simultáneamente apoyó a Irán e instaló bases militares en Qatar, Kuwait y Sudán.
Además de que no es posible mantener mucho tiempo ese tipo de postura, Turquía se vio dividiendo sus esfuerzos entre 5 frentes al mismo tiempo: la Unión Europea, al firmar con esta un acuerdo sobre los migrantes; el mundo árabe, al cual dice defender ante Israel; Asia Central, que trata de mantener bajo su ala; la OTAN, de la cual sigue siendo miembro; y Rusia, a la que trata de seducir.
4- El asesinato del general iraní Qassem Suleimani
El mundo entero creyó –erróneamente– que, extenuado, Estados Unidos se retiraba del Medio Oriente ampliado, dejando el campo libre a Rusia. En realidad, Washington retiraba sus tropas, pero mantenía su intención de conservar el control de la región a través de sus intermediarios armados, entrenados y numerosos: los yihadistas.
Ante la voluntad estadounidense de proseguir en el norte de África el plan de destrucción ya iniciado en la parte asiática del Medio Oriente ampliado y estimando que fue probablemente el gobierno iraní –no Israel– quien ayudó el Pentágono a concretar el asesinato del general Qassem Suleimani, el gobierno turco volvió a revisar sus planes.
Turquía está de regreso en la órbita de Estados Unidos. Después de haber negociado la paz en Siria, el 13 de enero en Moscú, Turquía desafía ahora bruscamente a Rusia con el asesinato, el 1º de febrero, de 4 oficiales rusos del FSB, en la región siria de Alepo [4].
El ejército turco, la tribu de los misrata (descendientes de otomanos) en Libia y los yihadistas aún atrincherados en la región siria de Idlib –de los cuales al menos 5 000 fueron trasladados en mes y medio por los servicios secretos turcos– ya comenzaron a desangrar Libia, con la colaboración quizás involuntaria del mariscal libio Khalifa Haftar. El objetivo es que todas las partes se desgasten al máximo [5].
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