La matanza no cambiará el negocio de las armas
Escrito por Autor Invitado
Jorge A. Romero
Ni la matanza de este viernes 14 de
diciembre hará que en Estados Unidos republicanos y demócratas se
sienten a legislar para regular la venta y posesión de armas en Estados
Unidos.
Pese a que murieron casi 30 personas, 20
de ellas niños -todas a manos de Adam Lanza, un joven de 20 años con
supuestos problemas de autismo y que poseía una inteligencia destacada-,
el presidente de esa nación Barack Obama evitó pronunciarse
enérgicamente sobre el tema.
Apenas lanzó un tímido llamado a dejar
atrás criterios políticos y en cambio “tomar medidas significativas para
evitar más tragedias como estas”.
Cuando un político hace una declaración
tan vaga, lo que podemos esperar es que, efectivamente, no pase nada, al
menos en el corto plazo.
Al leer notas periodísticas sobre la
nueva masacre, interpreto que atrás de la tibieza y de plano negativa a
tratar la regulación de armas en Estados Unidos está un costo electoral
que ni republicanos ni demócratas están dispuestos a asumir.
¿Por qué? Porque hay votos detrás y
porque en Estados Unidos los ciudadanos ven como un derecho preciado
poseer armas en una sociedad que está acostumbrada a resolver sus
problemas por medio de revólveres automáticos.
Datos hechos públicos ayer a propósito
de la matanza en una escuela elemental en Newtown, Connecticut, revelan
que casi todos los estadunidenses, no familias, sino cada individuo,
tienen armas. Lo anterior pues mientras en Estados Unidos habitan 315
millones de personas al mismo tiempo circulan 300 millones de armas.
Además, quienes piensan que poseer un
arma es un derecho constitucional son activos políticamente y ejercen
presión en el Congreso. Un ejemplo es la Asociación Nacional del Rifle,
una organización con 4 millones de socios que actúa y que cabildea para
evitar perder lo que ven como un derecho fundamental que les permite
enfrentarse a criminales y, sobre todo, como sostiene el documentalista
Michael Moore, tener un instrumento para enfrentarse al miedo con el que
viven los estadunidenses y que además genera millones de dólares.
La inacción frente a crímenes tan
espantosos como el del viernes pasado, empero, cada día colma más a un
sector de la sociedad estadunidense que, por lo menos, a través de la
prensa, exige a sus políticos revisar el tema frente a la presencia cada
vez más frecuente de matanzas que, además, son provocadas por personas
con supuestos problemas mentales.
¿Cambiará la masacre del pasado viernes
la voluntad de políticos en torno a la regulación de armas en Estados
Unidos? Lamentablemente, no lo creo.
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