Rosario Robles es prescindible
El
propio Peña Nieto le pidió que aguante la tempestad que se le vino
encima, pero es obvio que no se puede poner riesgo un fin superior, es
decir, el Pacto por México. Si algo así se llega a vislumbrar, lo más
seguro es que la titular de la SEDESOL le tendrá que decir adiós al
cargo en el que se encuentra actualmente.
El escándalo saltó por
donde menos se esperaba: si bien le habían llovido críticas por formar
parte del equipo de Peña Nieto, siendo ella una izquierdista que llegó a
dirigir el PRD y hasta fue jefa de gobierno del DF, las mismas se
entendían como parte de la dinámica que se generó previo a la campaña,
durante la campaña y después de la campaña.Hoy, sin embargo, la titular de la SEDESOL, Rosario Robles Berlanga, está metida en un serio aprieto por supuesto manejo clientelar de los programas de la secretaría a su cargo en el estado de Veracruz, aunque los panistas hacen extensiva la acusación a las otras entidades federativas en las que también se celebran elecciones locales este año.
Lo peor de todo es que los panistas encontraron la fórmula para chantajear a gusto al gobierno federal: si no se toman medidas drásticas en este asunto, el Pacto por México se puede ir al caño. La destitución de un buen número de funcionarios de Veracruz, incluido el delegado de SEDESOL, es apenas una aspirina para lo que amenaza con ser una pulmonía fulminante.
Llegado el caso, los panistas no se van a conformar con la corrida de funcionarios veracruzanos, sino que se van a ir más arriba. De hecho, el pescuezo de la Robles Berlanga está en juego, si no es que antes se logra impedir que la lumbre le llegue a los aparejos, pues en estos momentos los blanquiazules están muy molestos con ella y con el gobernador veracruzano, Javier Duarte.
Aquí es preciso aclarar una cosa: al gobernador le pueden hacer juicio político y todo lo que se les ocurra a los del PAN, pero no lo pueden obligar a dejar un cargo que es de elección popular y, por tanto, irrenunciable. No son los tiempos de Salinas de Gortari, que se echó al plato a una veintena de gobernadores por puras venganzas políticas.
(La salida del gobernador constitucional de Michoacán, Fausto Vallejo, es harina de otro costal: él se va –tal vez en forma definitiva— por una enfermedad que es comprobable. La suya es literalmente una solicitud de licencia para separarse del cargo por razones de salud, no como las de tiempos de Echeverría, cuando con ese eufemismo se echaba a la calle a los que ya no le eran útiles al autoritario sistema priísta).
A la Robles Berlanga, en cambio, ni Dios padre la salvará en un momento dado en el que se acaben las excusas para seguirla sosteniendo en el cargo. El propio Peña Nieto le pidió que aguante la tempestad que se le vino encima, pero es obvio que no se puede poner riesgo un fin superior, es decir, el Pacto por México. Si algo así se llega a vislumbrar, lo más seguro es que la titular de la SEDESOL le tendrá que decir adiós al cargo en el que se encuentra actualmente.
Porque, en efecto, Robles Berlanga es una figura prescindible.
Por lo demás, me parece mucha hipocresía de parte de los panistas que se escandalizan con algo que hicieron durante su docena trágica en el gobierno federal, pues igualmente manejaron con opacidad y de manera clientelar los programas sociales. Hoy montan en santa ira los del PAN porque ya no tienen bajo su control las delegaciones federales de los estados.
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