Achichincles y traidores o incapacidad de AMLO para rodearse de leales
Algunos
personajes que han demostrado lealtad y compromiso para con su programa
han sido desdeñados. Fernández Noroña y Martí Batres (después
reivindicado), son dos ejemplos claros.
Graco
Ramírez es un “achichincle” al servicio de Peña; los diputados y
senadores de “izquierda” que aprueben sus propuestas de reforma serán
traidores y se elaborará una lista de la “ignominia” para exhibirlos; el
cómico Juanito lo traicionó; más grotesco todavía sería el caso de
Mario di Costanzo. Y así.
Aunque
Graco lo niegue, recibió el total apoyo de López Obrador durante su
campaña a gobernador de Morelos y en gran medida ganó gracias a él, lo
mismo que los diputados y senadores del grupo de Los Chuchos, quienes
como parásitos llevan medrando de su figura al menos dos sexenios.
El
mecanismo ha sido el mismo, “unidad” de la izquierda durante los
procesos electorales mayores y posterior sesgo y “traición”. Esto no lo
desconoce AMLO, así que no tendría porqué esperar que Chuchos y
similares actúen de distinta manera. Y conoce sus orígenes y sus
nombres: Ortega, Zambrano, Graco, Acosta Naranjo, Aureoles…
En
cambio, algunos personajes que han demostrado lealtad y compromiso para
con su programa han sido desdeñados. Fernández Noroña y Martí Batres
(después reivindicado), son dos ejemplos claros.
¿A qué se debe este proceder de AMLO y el de sus cercanos? Algunas variantes:
1. Los “traidores” se van por hambre; todos tienen que comer.
2. Los
“traidores” se van por ambición personal; no importa proyecto ni
ideología (Cosío Villegas describe certeramente al político mexicano
como trepador profesional).
3. El talante de AMLO es arrogante, no escucha a nadie, como se ha dicho repetidamente.
4. La
incorruptibilidad de López Obrador es demasiado alta para los estándares
nacionales, sobre todo entre los políticos “modernos”.
5. Sus inevitables incongruencias desilusionan a algunos de sus seguidores; nadie es perfecto.
6. Por “naturaleza”, el mexicano es arribista, trepador y traidor.
¿Incapacidad o fatalidad?
Un
amigo me cuenta que en 2005 aportó cierto dinero a la campaña de López
Obrador. Cuando llegó el momento de conocerlo personalmente, éste lo
saludó frío, esquivo (imagino que es imposible para un líder popular
quedar bien con todos, saludar, sonreír, estrechar manos, abrazar a una
multitud agobiante). Reparo en el perfil de mi amigo y veo que a él le
gusta “ser tomado en cuenta”, tiene el ego afianzado y siempre está
interesado en los negocios. En un saludo entre dos intereses, dos egos,
no sabemos con certeza cuántos elementos entran en juego.
Pese a
contratiempos y a estar en medio de dos tareas mayores (creación de
partido y ser la única oposición), a López Obrador no le ha ido mal en
el proceso de fundación de Morena. Este fin de semana acaba de llegar al
50% (11 asambleas) del requisito establecido por el IFE para lograr el
registro. Y su figura continúa vigente. El domingo 27 próximo en el
Zócalo indudablemente confirmará su poder de convocatoria como opositor a
la amenaza de privatización del petróleo mexicano.
En
Morelos llamó “achichincle” a Graco. No hay novedad, las características
de este personaje ya se conocen de antemano. Mas considerando la
condición humana y la mexicana, ¿observará AMLO ahora sí los tragos
amargos de la experiencia para el futuro del partido que está creando,
tendrá alternativas?
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