EL
ESPLENDOR DE LA MEMORIA
Por: Carlos
Alcántara
Exclusiva
para Plataforma Distrito Cero
3 de
Octubre del 2013
Tiempo ha que el pueblo
mexicano destinado a obedecer o bien a la tiranía política de la pasividad o a
la belleza histórica de la responsabilidad, confiado en su dignidad; se dispuso
a conquistar ardua hazaña: asegurar para sí el recurso natural del petróleo
mediante la lucha pacíficamente organizada cuyo propósito determinante como
cumplido expulsar la pandilla de empresas extranjeras impunemente establecidas
sin otro fin que saquear, eliminando para siempre toda posibilidad constitucional
de permitir contratos y concesiones a la iniciativa privada. Cuando el espíritu
de la unión anhela del futuro la dicha, el sacrificio su acto consagra al
heroísmo. Ciertamente imprudente el arco dispare flechas en el dominio de la
noche, por lo tanto imprescindible la presencia de la claridad caso de querer
contemplar sin ninguna especie de impedimento el objetivo; el pueblo de México
gozaba de tal claridad en el sentido de ser consciente del peligro social
precursor de funestas consecuencias. La condición económica particularmente del
bloque popular en aquellos tiempos pero menos que ahora es débil, de modo que
para salvar la efectividad de la soberanía nacional resulta necesario agudizar
el esfuerzo en cuanto a recolectar la mayor cantidad posible de valores
materiales correspondientes a valor monetario, y así llevar a su realización
completa la expropiación petrolera, reto admirablemente superado que el orgullo
patriótico escribe en las páginas del libro sagrado de nuestra historia el año
1938. La mirada del honor debe rebasar horizontes por muy fuertes las amenazas
de la tempestad.
Tiene razón Nelson Mandela cuando expresa que la
transformación histórica tiene su oficio en las masas, sin ningún género de
duda; pero ¿qué decir del alma ética del hombre en quien se cree encarnado lo
más honesto de las convicciones tanto morales como nacionalistas, a saber; el
auténtico líder? Que la colectividad humana entregue plena confianza a quien
juzga más apto para encabezar gigantes empresas, un jefe de Estado por ejemplo;
significa que éste tiene la responsabilidad de guiar al pueblo de acuerdo al
principio inquebrantable de la autonomía en el quehacer general de la Nación u operar en
dirección contraria, es decir; traicionar la legitimidad que le ha sido otorgada
si hace del organismo estatal una maquinaria de corrupción, lo primero inspira
respeto, lo segundo desprecio. Como paradigma de liderazgo durante el
movimiento social dedicado a salvaguardar el patrimonio nacional lo representa
el General Lázaro Cárdenas del Río, Presidente en ese entonces de la República Mexicana.
Símbolo del pensamiento estadista, el General Lázaro Cárdenas pone en marcha y
en gran medida el proyecto articulado gracias al ideal de la Revolución Mexicana.
Los hechos desmienten o comprueban el alcance de las palabras. Veamos ahora qué
sucede en el presente.
La promesa democrática generada por el discurso político
oficial yace rota si examinamos minuciosamente la radiografía institucional de
nuestra sociedad. El engaño como estatua de arena desvanece frente al viento de
la evidencia. ¿No es la cultura de la corrupción la peste enraizada tanto en la
funcionalidad estructural del Estado como en la constante interacción de la
cotidianidad?. No contemplamos al Estado como aparato creado para cultivar
progreso social dentro del orden histórico, sino como aparato secuestrado por
una mafia política que, en complicidad y servidumbre con el monopolio
empresarial nacional como extranjero, lo mismo pero también en conflicto con la
delincuencia organizada o narcotráfico; lo utiliza con el objeto de
perfeccionar la permanencia de la jerarquía de poder por un lado y de
viabilizar la irracional autoridad del capital por el otro. La dimensión ética
cual núcleo constituyente de la esencia política según los griegos, observamos
fracturada en la práctica al mismo tiempo despojada de su morada originaria, si ello de otra manera no es ¿qué ha ocupado
ese antiguo lugar. Para J. Habermas la
cuestión aparece clara: se trata de los medios poder y dinero, empujados hacia
el fin que son ellos mismos. México es un país doblegado por el imperio del
poder y del dinero.
La clase gobernante desprovista por voluntad propia de la
templanza, no puede ni quiere someterse a los principios humanos que rige la
justicia, mas en cambio; eternamente hambrienta de riqueza material como posesa
de peligroso egoísmo, a nada da acceso en sus proyectos excepto a eso que en
ella manda: el destructivo desenfreno de la avaricia. A la clase gobernante en
México nada le importa la salud social del pueblo pero sí abandonarlo cada día
más en el reino del desamparo. El pueblo sin el pueblo jamás romperá las
cadenas uniéndole al trono del tirano, por muy torpe e ignorante que éste sea.
Ahora bien ¿qué más sucede en tierra azteca?. Existe insondable dolor en el
alma de quienes de sus seres amados nada saben ni reciben respuesta de las
autoridades responsables al caso de miles y miles de desaparecidos
inexplicablemente y de personas inocentes pero cuya vida salvajemente
arrebatada a causa de la estúpida guerra supuestamente librada en contra del
narcotráfico.
Lo cierto es que la
defensa como la actividad concreta del pensamiento crítico en su diversidad
representativa, el proceso de exposición a la vez de ensayo de expectativas
culturales propias del terreno educativo y del universo artístico por ejemplo,
la organización colectiva inspirada en nuevas formas de hacer política a partir
de una visión moral sensible; lo cierto es que son blanco de brutal represión. Por
doquier asechan a diestra y siniestra los perros sanguinarios de la crueldad.
El territorio minado de codicia neoliberal, pretende apoderarse de él la
iniciativa privada, misma que ejerce como sustancial tradición el estilo
déspota de la colonización. La perspectiva económica de la iniciativa privada
es el azote que necesariamente debe desaparecer del modo de organizarse un
pueblo. Carece de razón cargar fardos de hierro. Unido el cinismo a la
negligencia constitucional en manos de entidades jurídicas aparentemente
consagradas a rendir lealtad al régimen canónico de la ley; comprueba sin
escapar al repudio masivo, el triunfo fortalecido de la injusticia, lo que
revela el odio hacia el pueblo como tal de parte de una horda de bandidos cuya
labor confesa: “ Henos pues aquí, nosotros, el Gobierno” ¿Acaso es falso el hecho
real del mito electoral, conocida su función técnica en la consumación de tres
fraudes electorales en el nivel de elección para Presidente de la República Mexicana?.
México, paraíso para hombres corruptos e infierno para hombres honestos. Las
cuchillas de la tragedia arañan las nubes entre charcos de sangre camina
nuestro país. ¿Qué hacer?
La memoria histórica guarda la grandeza humana del
tiempo, gracias al fervor que constituyó su fiabilidad, se reconoce a sí misma
auténtica y verdadera, se prohíbe retroceder ante airadas intemperies de la
coyuntura política, alejada de lamentables simulaciones, arriesga todo por mor
de iluminarse de gloria y lo único que añora dueña de esta condición son
esencialmente dos cosas: lo primero, no desembocar en el abismo del olvido y
segundo, he aquí lo sublime; eternizar su inmortalidad en la lucha redentora de
su hijo en el futuro, el pueblo mismo. La memoria histórica son nuestros padres
y nuestros abuelos, nosotros sus hijos y nietos y el futuro de nuestra memoria
histórica el presente que vivimos. ¿Somos de la llama su esplendor o el viento
helado que la extingue?. El espíritu de la historia nunca traiciona de su
juicio la clarividencia.
Las piezas del ajedrez yacen tendidas en el tablero, no
tan claro como agua pero sí por naturaleza incierto nos llama el destino a su
encuentro; si en verdad ama su tierra el pueblo mexicano, no debe dar la
espalda al llamado, antes bien, presto a conquistar las alturas cual albatros
gustoso baila en el cielo. La oscuridad gobierna mientras dormida permanezca la
luz. Sin embargo vital seamos conscientes de la unidad sin la cual nos
condenamos al fracaso, ya que de la oposición alternativa su trayectoria bien
examinada, contemplamos el individualismo ególatra, la prioridad del interés
subjetivo en el colectivo dañino y el sectarismo ideológico operar sin otro
efecto que dividir. El divisionismo es contrario a la unidad y fatal para la
esperanza. El petróleo mexicano corre grave peligro de ser privatizado a menos
lo defendamos el pueblo unido. No hacerlo arrastrados por nefasta miseria nos
veremos, sobrevivir mucho más que ahora tanto costará que sobre el filo de la
navaja caminará el futuro de nuestros hermanos jóvenes fundamentalmente el de
los niños, si algo crecerá es la carencia en todo, comenzando por lo más básico:
alimento, vivienda, empleo, salud pública y seguridad social. La indiferencia
política sin duda la peor como vanidosa manera de hacer política.
Nada digno el titubeo cuando aparece el desafío crucial. ¿No
son tiempos aciagos para hacer valer la rebelión pacífica de la voluntad
colectiva? Por cierto muy seria la sabiduría oculta en la alegría de luchar,
¿cuántos sabemos esto ya?. Tal especie de alegría supera en hermosura al brillo
del oro más poderoso del mundo. Si no meditamos en ella ignoramos de la
añoranza su infinitud poética. Si la armadura de la cobardía valientemente al
espíritu encierra dentro de ella, puesto que a lo que asemeja a su casta
endurece la debilidad, paisajes de ruinas enmarcan el tiempo muy lejos de
resucitar. Las pesadas armaduras es justo darles por morada la hospitalidad del
basurero.
Otro factor terrible impide librar la tormenta, el miedo.
El gran poeta anuncia dentro del ser humano yace la verdadera cárcel: el miedo.
Ante todo la cultura ideológica profesa el individualismo capacitado en huir
hacia la satisfacción narcisista cuando de sacrificio se trata en nombre de la
fraternidad. El miedo es el más astuto cómplice de narciso. Semejante al
sepulturero aunque nada fácil ni sencillo arrojar a la fosa ese cadáver
viviente el miedo, no obstante explorar la magnificencia del valor puede
conducir a la fortaleza del alma. Pero el valor y la fortaleza del alma
resplandecen dignidad si trabajan a favor de la libertad, libertad ciertamente
nunca absoluta. El amor a la libertad inspira al esplendor de nuestra memoria.
Es inconveniente olvidar el fenómeno por excelencia estético que acabamos de
referir.
Que imperio alguno por indestructible que parezca bienvenido
sea por la eternidad es algo jamás contemplado en la mirada del tiempo, mas no
por tal la fría necedad del intento. Ha llegado la hora de reivindicar la
colectividad en pos de la defensa del territorio y el patrimonio en general, en
pos de una inteligente organización que impida la privatización del petróleo
mexicano a sabiendas de la política racista de la derecha, no a las reformas
energéticas. Ha llegado la hora de confiar como pueblo hermanado, desviando el
ánimo del abismo y sembrarlo en la nueva aurora ¡La aurora! ¿No es lo que
podríamos ser en el firmamento del presente?, Una vez más: ¿somos de la llama
su esplendor o el viento helado que la extingue?
¡Todos al
Zócalo! D.F. 6 de Octubre, 10:00 am.
Megamarcha
en defensa del petróleo y el patrimonio nacional
Rotundo
rechazo a las reformas energéticas impulsadas
Por Enrique
Peña Nieto.
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