Teoría, literaria, del caos
Por HarendtPortada de la novela "Caos Calmo", de Sandro VeronesiLos físicos y otros científicos explican la "teoría del caos" como aquella que ante sistemas dinámicos muy sensibles a las varaciones en las condiciones inciales puede implicar grandes d¡ferencias de comportamiento futuro en las partículas que los componen, imposibilitando con ello el hacer predicciones fiables a largo plazo. Todo ello, sin embargo, no implica que otros científicos igual de serios que los primeros sostengan que ese comportamiento pueda ser determinado de antemano si se conocen sus condiciones iniciales.
¿Somos los humanos y las sociedades que hemos ido conformando a lo largo de la historia autónomos en nuestros actos o meras partículas de movimientos impredecibles a largo plazo en función de las circunstancias? Nuestro gran filósofo Ortega y Gasset lo definió bastante bien, a mi juicio, cuando dijo aquello de: "yo soy yo y mi circunstancia".
Cuando todo se derrumba a nuestro alrededor, y la confusión y el desorden se apoderan de nosotros y de nuestro entorno, conviene mantener la calma. A veces no sirve de nada, o de mucho. Pero tampoco vamos a resolver la situación si no nos paramos a reflexionar; en algo deberíamos diferenciarnos de las partículas (físicas y químicas) que nos componen...
Pero hoy voy de literatura, no de física, química, sociología o política; para variar, que siempre cansa estar escribiendo sobre lo mismo. Hoy escribo de literatura, de italiana, y para ser más concreto de la novela "Caos calmo" (Anagrama, Barcelona, 2008) de Sandro Veronesi (Florencia, 1959), una excepcional novela, ganadora del Premio Strega, el más prestigioso de las letras italianas, que también ha sido llevada al cine por Antonello Grimaldi, e interpretada por Nanni Moretti. La leí hace cinco años de un tirón, tal día como mañana; uno de esos regalos de Reyes que se agradecen sin palabras. El título me desorientó en principio, así que tuve que buscar en el diccionario de la RAE lo de "calmo". Pensé que era un defecto de la traducción, pero no, es correcto. La trama argumental es sencilla: Un joven ejecutivo milanés, directivo de una cadena de televisión, salva de morir a una desconocida que está a punto de ahogarse en la playa justo en el momento en que su mujer muere a pocos metros de él de un derrame cerebral. Tras las exequias, viudo, y con una hija de diez años, acompaña a la niña a su colegio en el primer día de clase tras las vacaciones veraniegas, y en un gesto de amparo hacia ella -seguro de que la tensión por la pérdida de la esposa y madre tiene que estar a punto de explotar para ambos- decide esperarla todo el día a las puertas del colegio. La situación se repite, al día siguiente, y al otro, y al otro... Con su coche como oficina, aparcado junto al colegio de la niña, el protagonista se convierte sin desearlo ni esperarlo, en el centro de una trama de intereses contrapuestos entre dos grandes multinacionales de la comunicación que se encuentran en proceso de fusión... Pero el dolor por la ausencia, esperado, temido y ansiado, no llega; ni a él ni a su hija. Y mientras pasan las semanas y los meses, y la situación y los personajes que van apareciendo: una cuñada, un hermano inmensamente rico y famoso, la mujer salvada por el protagonista, un padre ausente, compañeros de trabajo, vecinos, amigos, un niño autista, y jefes poderosos e implacables, van pasando por el coche aparcado junto al colegio, como si fuera un confesionario o el despacho de un psicoanalista... Así, hasta que en un sorprendente final, su hija, con un solo gesto de madurez, le hace volver a la realidad... De todas maneras una reseña mucho más elaborada de la novela la pueden leer en la crónica que de la misma publicó en Revista de Libros (Diciembre, 2008) la profesora titular de Filología italiana en la Universidad de Castilla-La Mancha, María J. Calvo Montoro, titulada "Lo reversible de la vida". Ella fue la que me animó a pedírsela a los Reyes Magos; si están a tiempo, les animo a que hagan lo mismo. Seguro que la disfrutan.
Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
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