viernes, 4 de julio de 2014

El Ejército los armó para que echaran a los templarios



El Ejército los armó para que echaran a los templarios

2014-07-03





Arturo Cano, La Jornada


La narrativa oficial de las autodefensas michoacanas dice que Hipólito Mora y Juan José El Abuelo Farías fijaron la fecha del 24 de febrero de 2013 para el alzamiento contra Los caballeros templarios, unos días antes, encerrados durante tres horas en un vehículo y sin la participación de mandos de las fuerzas federales.

Habitantes de Tierra Caliente, algunos integrantes de las autodefensas, y el ex alcalde de Tepalcatepec Guillermo Valencia Reyes cuentan otra historia.

Valencia, quien vive en un autoexilio en Estados Unidos, dice que desde un mes antes de la toma de posesión del presidente Enrique Peña Nieto se realizaron reuniones entre los futuros líderes de las autodefensas y personal de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Policía Federal.

Va más allá: el 24 de febrero de 2013, en una camioneta del Ejército llevaron armas para repartirlas a la población, en una reunión de la asociación ganadera local. Mi madre estuvo ahí y lo vio. Me platicó cómo llegó la camioneta militar con gran cantidad de armas y las repartían como si fueran playeras.

La fecha del alzamiento no se eligió al azar. Se aprovechó que a una ceremonia oficial, por el Día de la Bandera, llegarían elementos de la Marina y que, por lo tanto, la mayor parte de los pistoleros de los templarios saldrían de la población.

El Kiro y El comandante Rojo, ahora miembros de la Fuerza Rural, contaron hace unos meses, en su calidad de autodefensas, detalles del alzamiento.

Los templarios querían imponer a un tal Tony, hermano de El Chilorio, como presidente de la asociación ganadera, con la idea de que no se les escapara ni un becerro de ponerle cuota.

La mayoría no estaba de acuerdo, pero no había cómo oponerse. En eso estaban cuando hicieron su entrada las primeras autodefensas: 15 hombres armados y encapuchados. “Ahí mismo detuvimos a El Chilorio” (Jorge Luis Maldonado, cuyo nombre, curiosamente, aparece en la indagatoria PGR/SIEDO/UEIDCS/191/2006, que llevó a la cárcel a El Abuelo).

La segunda acción de las nacientes autodefensas fue entregar los detenidos a elementos del Ejército Mexicano que esperaban afuera, porque ya estaban al tanto.

Reuniones preparatorias

Habitantes de Tepalcatepec refieren que las reuniones preparatorias, que fueron muchas, se realizaron en el salón Plaza y en el piso de arriba de La Caguama, una tienda ubicada a dos calles del palacio municipal. Ambos lugares son propiedad de Farías, cuyo hermano, de nombre Uriel, fue uno de los presos del michoacanazo, en su calidad de alcalde.

Valencia Reyes cuenta que informó de todos esos movimientos al entonces secretario de Gobierno, el ahora preso Jesús Reyna, aunque él pensaba que se trataba de una especie de rebelión a nivel delictivo, como la que encabezaron los Farías en 2005, dice.

En entrevista con este diario, en febrero pasado, el médico José Manuel Mireles contó así ese episodio: “Cuando el asunto de Los Zetas le echaron todo lo que pudieron para correrlos. Él (Farías) perdió un hermano, un primo hermano, perdieron familiares, pero los sacaron. Y muy poca gente del pueblo los ayudó”.

Un miembro de las autodefensas, que contó parte de la historia a condición de permanecer anónimo, tenía una explicación simple: “En la familia de El Abuelo hay muchos militares; imagínese, él tiene 13 hermanos y un ejército de primos y sobrinos”.

El Comandante Rojo tiene un recuerdo vivo de la noche del 24 de febrero de 2013, que confirma la coordinación entre el gobierno y las autodefensas desde el arranque: El pueblo ya había pedido apoyo del Ejército, pero eran pocos los militares. Había rumores de que iban a entrar por un lado y luego que por otro. Así que según nos iban llegando las noticias, les echábamos a los soldados, primero para un camino, luego para otro.

El Kiro, por su parte, contaba una historia de la que él es protagonista central: “Hipólito Mora me llamó y me dijo que quería conocer a El Abuelo”. Añadió, en una entrevista de febrero pasado, que los conspiradores se reunieron una sola vez, el 9 o 10 de febrero de 2013, para decidir la fecha. En una camioneta, encerrados nomás los tres, quedamos de acuerdo en cómo se iban a hacer las cosas.

Mireles, sin embargo, contó que él y su familia recibieron la visita de los Farías, quienes buscaban que un miembro de cada hogar se sumara a lo que serían las autodefensas.

El comandante Rojo afirma que en los meses que siguieron al alzamiento, cada vez que llegaba a Tepalcatepec un nuevo mando militar o de la PF, el alcalde Valencia acusaba a las autodefensas de ser brazo del cártel de Jalisco.

Valencia asegura que en el movimiento había mucha gente buena –incluyendo familiares suyos–, pero que, efectivamente, él externaba su preocupación de que también participaran narcotraficantes en la conducción. “Los mandos se hacían los sorprendidos, pero a la distancia me doy cuenta de que esto estuvo planeado y fue una estrategia bien montada, efectiva, porque lograron vencer a los templarios, pero irresponsable, porque mandaron por delante al pueblo a hacer el trabajo que le corresponde al gobierno”.

Los salvadores

Para Valencia Reyes, quien decidió salir del país, porque si no estaría en la cárcel o muerto, el comisionado Alfredo Castillo es un experto en la producción de teleteatros, porque lo aprendió de su ex jefe Genaro García Luna.

Según el destituido alcalde, los Farías –nadie discute su liderazgo en las autodefensas de Tepalcatepec– presumían de tener un padrino en el gobierno federal. Su padrino era Castillo.

Los movimientos legítimos siempre son reacios a entablar diálogos con el gobierno, y más un movimiento que estaba expandiéndose muy rápido y que gozaba de la simpatía popular. ¿Por qué doblegarse tan fácil ante la intervención de un enviado del gobierno? Pues porque ya estaba todo planeado: hacer quedar a Alfredo Castillo como un persona eficiente y capaz, y venderle al presidente Peña Nieto que él resolvió en unos cuantos días algo que tenía un año, y parece que les compró el boleto.

–Han caído varias de las principales cabezas de los templarios, tienen sus logros.

–No, porque la delincuencia sigue estando ahí; aún hay delincuencia organizada, secuestros, homicidios, extorsiones.

Valencia pide recordar que a lo largo de un año el presidente Peña Nieto no visitó una sola vez Michoacán. Los funcionarios federales iban a decir que estaban trabajando, pero no estaban haciendo nada; pretendían lavarse las manos echando culpas a los michoacanos, cuando el combate a la delincuencia organizada le corresponde al gobierno federal.

Pareciera, finaliza Valencia, que lo que hacían era fabricar un escenario para quedar como los salvadores de Michoacán. Pero, ¿de qué nos salvaban? Ellos mismos nos tenían sumidos en esa situación.

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