La « ley de Murphy » también afecta al Imperio.
por
Las economías del
capitalismo avanzado no logran salir del atascadero en que cayeron a
partir de la crisis financiera y económica del 2008-2009. Los gobiernos
de esos países, sometidos al poder de la plutocracia que controla los
monopolios financieros, industriales, comerciales y demás sectores,
muestran una total incapacidad y confirman, con la terquedad con que
aplican las políticas de austeridad, como es tan claro en la Unión
Europea (UE) y otros países. el fin del sistema político que caracterizó
la « civilización industrial ».
En Estados Unidos
(EE.UU.), después de un frenazo en el primer trimestre, cuando el
producto interior bruto (PIB) tuvo una contracción real de 2.1 por
ciento (en términos anuales), la Oficina de Análisis Económicos (BEA, en
su sigla en inglés) reporta un primer estimado del PIB en el segundo
trimestre, con una tasa (anual) de crecimiento de 4.0 por ciento. Este
estimado no es creíble y será probablemente revisado a la baja, según Shadow Government Statistics, portal especializado en revelar la falsificación de las estadísticas oficiales.
Aunque los analistas al servicio de Wall Street dicen
que esperan que en EE.UU. el crecimiento del PIB se mantenga por encima
del 3,0 por ciento en los próximos trimestres, con cierto realismo el
vicepresidente de la Reserva Federal, Stanley Fisher, advirtió que el
empeoramiento de la situación mundial afectó en el pasado las
exportaciones y los ingresos de las empresas, deprimió los valores
bursátiles e incidió en la toma de decisiones financieras de los
negocios y las familias, y que « año tras año hemos tenido que explicar a
partir de mediados del año por qué la tasa de crecimiento global fue
más baja que la prevista apenas dos trimestres pasados ».
No hay dudas de que la «
nueva normalidad » en las economías del capitalismo avanzado es la «
japonización », o sea tasas de crecimiento prácticamente nulas o bajas,
como el 1.7 por ciento para EE.UU. en el 2014, según la previsión del
FMI, y en el contexto de un desempleo crónico y elevado, sobre todo
cuando se cuenta el creciente número de desempleados de largo plazo, los
excluidos y el crecimiento de la población en edad y condiciones de
trabajar que no tienen empleos. Y con empleos creados a tiempo parcial,
muy mal pagados y con horarios que convierten en un infierno la vida
cotidiana de millones de personas, como reporta el diario The New York Times [1].
En cuanto a la economía
de Japón, que desde los años 90 sufre un crecimiento bajo, después de un
primer trimestre positivo por las ventas domesticas –que subieron en
anticipación del aumento de 10 por ciento en el impuesto al consumo
(tasa al valor agregado), todo indica que en los próximos trimestres
volverá a la tendencia de un crecimiento bajo (1.6 por ciento, según el
FMI), o un crecimiento prácticamente nulo si la situación mundial se
ensombrece un poco más.
En el plano europeo uno
puede repetir casi lo mismo que hace dos o tres años: las políticas de
austeridad y el desempleo masivo están minando las economías reales. Los
países de la zona euro tuvieron un crecimiento nulo (0.0 por ciento) en
el segundo trimestre, lo que significa que algunos sufrieron
contracciones, entre ellos Italia, Francia y Alemania, y que el resto
están estancados o con muy bajo crecimiento.
Todo esto en el contexto
de las sanciones económicas, comerciales y financieras contra Rusia
tomadas por EE.UU., la UE y otros aliados de la OTAN para agravar las
tensiones en torno al dramático caso de la bombardeada población
ruso-parlante en el Este de Ucrania, y la decisión de Moscú de aplicar
la reciprocidad en definidos sectores del comercio agroindustrial e
inversiones, que afectarán con particular intensidad a un número
importante de países de la UE.
Por el momento nada
permite pensar en una baja de las tensiones, al menos si uno ve que en
momentos en que Finlandia trata de convertirse en interlocutor para
encaminar negociaciones que reduzcan las tensiones, un diario «
respetable » como el británicoThe Guardian, se prestó a una nueva
provocación con la fabricación de una grotesca mentira, como fue el
caso del « convoy militar ruso que penetró en Ucrania », lo que le dio
la oportunidad al « rey del chocolate » que preside el régimen golpista
ucraniano, Petro Poroshenko, para caer nuevamente en ridículo al afirmar
que su ejército había aniquilado esa columna « invasora ».
Triste de ver que ningún
« medio respetable » del mundo occidental se preguntó, antes de
publicar tamaña fabricación, cómo era posible que si esa columna militar
iba a invadir Ucrania, una operación sin duda de carácter secreto, los
militares rusos permitieron que autos con periodistas la fotografiaran y
la siguieran hasta la frontera, o por qué la OTAN, con sus satélites
espías que controlan cada milímetro de esa zona, no lanzó una acusación
inmediata con pruebas al apoyo.
Quien con perros se echa, con pulgas se levanta.
La burda fabricación del
golpe de Estado en Ucrania a partir de una coalición entre oligarcas
mafiosos, neonazis, ultranacionalistas y despistados no podía dar otro
resultado que la criminal política de bombardear a la población civil
que no apoyó el golpe ni a las pantomimas cotidianas del « rey del
chocolate », del « Yats » que la subsecretaria de Estado Victoria Nuland
impuso como primer ministro, de los ministros y funcionarios que
responden a una u otra fracción de esta siniestra coalición, y que con
sus amenazas han convertido al parlamento en la caja de resonancia de
las contradicciones entre las mafias que se reparten y disputan el
poder.
Cada día trae una sarta
de incongruencias y provocaciones de parte de los integrantes del
régimen de Kiev: El pasado sábado 16 el movimiento neonazi Sector
Derecho intimó a Poroshenko para que en 48 horas purgase el ministerio
del Interior y eliminara todas las acusaciones criminales contra los
miembros del Sector Derecho, so pena de que sus tropas de choque
abandonaran el frente de combate en el Este del país para dirigirse a
Kiev. Y el gobierno cedió sin chistar (« Right Sector Not Going to Attack Kiev, Some of Requirements Fulfilled – Leader »)
El lunes 18 el
presidente del parlamento, Olexander Turchinov, declaró a la Agencia de
Prensa del Báltico que « estamos sentando el objetivo de unirnos a la
Unión Europea dentro de cinco años. Ucrania deberá convertirse en
miembro de la Unión Europea y de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte » (« Ukraine plans to enter EU, NATO— Turchynov »)
La coalición de neonazis
y mafias de oligarcas no es una base como para « estabilizar » el
régimen nacido del golpe de Estado. Ninguna de las facciones que se
reparten las cuotas de poder está realmente gobernando para el bien de
la población, que es la que ya está pagando –con las alzas de impuestos y
de precios, con el aumento del desempleo, la pérdida de salarios y
pensiones, con la eliminación de los ya reducidos servicios públicos-,
la factura de esta aventura golpista.
La resistencia
organizada por los rusos-parlantes en el Este y Sur de Ucrania es por el
momento la única fuerza política y militar que cuenta en tanto que
oposición al régimen de Kiev.
Algunos observadores
piensan que si esta fuerza dura unos meses más, hasta la llegada del «
general invierno » que despertará a la terrible realidad a una gran
parte de los ucranianos del resto del país que dieron un apoyo activo o
pasivo al golpe de Estado, el régimen de Poroshenko será políticamente
más inestable y proclive a mayores locuras, como hacer avanzar el
calendario para la llegada de fuerzas militares de la OTAN y a tener que
apoyarse cada vez más en los sectores extremistas, en los neonazis,
para reprimir salvajemente a la población.
Washington puede vivir
con esta realidad y sacar beneficios. No es Ucrania el primer país, y
desgraciadamente no será el último, que EE.UU. destruye y desmoderniza
para crear zonas de caos que sirven a sus intereses. Por su parte la UE
no tendrá más remedio que convivir cotidianamente, en su « patio trasero
», con esa caótica realidad que muy probablemente contaminará a los
países vecinos.
Alemania, el único país
de la zona euro que tiene capacidad (pero aún no la voluntad) de tomar
decisiones políticas, no podrá seguir escondiéndose y tendrá dentro de
muy poco tiempo que decidir si anula su futuro aceptando ser la punta de
lanza de EE.UU. y la OTAN contra Rusia, o si mete su fuerza de potencia
económica en Europa del Este al servicio de la estabilidad regional, lo
que implica terminar la política de agresión contra Rusia.
Pero por el momento nada
de todo esto parece ni siquiera preocupar a Bruselas o a la mayoría de
gobiernos de los países de la UE, que se supone se unieron no hace mucho
para poner fin a siglos de guerras, de matanzas y brutalidades entre
vecinos. Como que no conocen el refrán de que « quien con perros se
echa, con pulgas se levanta ».
La respuesta rusa, calmada pero radical.
Uno puede concluir en
que el imperio neoliberal lanzó una grave provocación contra Rusia y los
países que están buscando retornar a un sistema multipolar para crear
opciones socioeconómicas regionales fuera del neoliberalismo, pero que
la mesurada y calculada respuesta rusa los está, por así decirlo,
haciendo que se « cocinen » en sus propias contradicciones, las que
existen en el interior del gobierno en Kiev, entre los países de la UE y
las que provienen de todos los intereses económicos afectados. Por ello
es posible anticipar graves problemas para las economías reales de los
países del imperio a partir del segundo semestre de este año.
La demencial política
del imperialismo neoliberal para mantener el orden unipolar en las
relaciones internacionales y poder así implantar su hegemonía en todo el
mundo tiene muchos aspectos negativos, como los conflictos militares
que directamente o por medio de aliados están causando decenas de miles
de muertes en varias regiones del mundo, y provocando un retorno a la
peor época de la Guerra Fría, al « equilibrio del terror », en las
relaciones con Rusia.
Nada hay de racional en
esta política, que parece escrita por un pésimo guionista de Hollywood.
En realidad, como dijo el primer ministro húngaro Víctor Orban, la
consecuencia de « la política de sanciones proseguida por los
occidentales, esto es, nosotros mismos » contra Rusia, « nos causa más
daño a nosotros que a Rusia. En política eso se llama pegarse uno mismo
un tiro en el pie » (Reuters, Gergely Szakacs, 15 de agosto 2014).
Algo similar había dicho
el día anterior el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, cuando
expresó que las sanciones contra Rusia no tenían sentido alguno, pero
que si amenazaban el crecimiento económico del bloque de 28 países de la
unión Europea (Slovak PM criticises Ukraine over sanctions against Russia)
Sin caer en el
simplismo, cualquier observador más o menos objetivo puede concluir que
en términos estratégicos, por una política basada en principios, entre
ellos el de la soberanía de las naciones y de un mundo multipolar, y
aplicada de manera calma pero firme por el gobierno de Vladimir Putin,
Rusia sale ganadora en esta confrontación creada en Ucrania por el
imperialismo estadounidense y sus aliados de la UE.
Hace poco más de dos
décadas el imperialismo estadounidense había logrado destruir a su
principal enemigo, la Unión Soviética y el campo socialista del Este de
Europa, pero la desmedida ambición de convertir a esos países en « territorios vírgenes »
para la expansión del neoliberalismo no tuvo contrapartidas. Ninguna de
las promesas de Washington fueron cumplidas –incluyendo aquella de que
la OTAN no entraría en los países limítrofes a Rusia-, ninguna ventaja
les fue acordada a esos países, cuyo destino fue marcado como el de ser
subordinados del orden neoliberal. Lo único que se realizó de manera
planificada fue la desmodernización, o sea la destrucción de las
economías y las sociedades.
Si Washington y sus
aliados detestan y satanizan a Putin es porque éste aprendió la lección y
desde hace unos años comenzó la difícil tarea de reconstruir el Estado
en la Federación Rusa para que ejerciera un papel gestor en la
recuperación de la economía, dominada por los oligarcas locales y sus
socios extranjeros, y de una sociedad que no solo había perdido
prácticamente todo lo conquistado bajo más de 70 años de socialismo sino
retrotraída a la desolación y las penurias de la época
prerrevolucionaria.
Es posible, y quien sabe
hasta probable, que la intolerancia del imperialismo demostrada en esta
aventurada ofensiva en Ucrania y en la avalancha de sanciones
económicas, financieras y comerciales, y por otra parte la existencia en
Moscú de una dirigencia política y estatal a la altura del reto,
permitirá finalmente que Rusia emprenda la necesaria reconstrucción de
la economía. Los pasos dados por el gobierno de Putin son claros en
cuanto a la necesidad de crear o reconstruir los instrumentos estatales
para intervenir en las industrias claves, en ramas o sectores
económicos, como la agricultura, de manera que respondan a las
necesidades socioeconómicas y a la seguridad nacional e internacional.
La prensa occidental no
resaltó lo que Putin dijo al reunirse en Yalta, Crimea, con los
legisladores del Parlamento ruso, pero que si se las lee atentamente son
muy reveladoras: « Debemos calmamente, efectivamente y con dignidad,
mejorar nuestro país sin aislarlo del mundo exterior, sin romper los
lazos con nuestros socios, pero también sin permitirnos que nos traten
de manera insolente y tutorial ». (Ukraine in bloody chaos — Putin).
Subrayando que el
objetivo de estas sanciones « es asegurar el dominio global de Estados
Unidos. Esta es la verdad », Putin se dijo confiado en que la sociedad
rusa necesita consolidarse y movilizarse, pero no para guerras o
conflictos, sino para el persistente trabajo en pos de Rusia y en nombre
de Rusia, y que la respuesta de su gobierno a las sanciones económicas,
financieras, políticas y comerciales de EE.UU. y los países de la OTAN,
era « legal y válida. Ayudará y no dañará a nuestra economía interna ».
En esas reuniones Putin
no descartó que Moscú pueda retirarse de la Corte Europea de Derechos
Humanos, e incluso de retirarse unilateralmente de tratados
internacionales « si este paso es necesario por los intereses domésticos
», recordando que EE.UU. se retiró unilateralmente del « Tratado para
la Reducción de armas Estratégicas Ofensivas ».
La reciprocidad a las
sanciones de los países de la OTAN « no es solamente represalia (sino)
primariamente una medida de apoyo a nuestros manufactureros, así como
una apertura a productores de países que quieren y están dispuestos a
cooperar con Rusia », enfatizando que las autoridades rusas deben
focalizarse en « la solución de los problemas nacionales » (Food embargo against West to benefit Russia’s economy- Putin).
Y en una frase cuyo
alcance recuerda la del presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt
en 1933, cuando comenzó a tomar importantes y radicales decisiones
políticas para buscar salir de la Gran Depresión, de que « de lo único
que tenemos que tener miedo es del propio miedo », Putin enfatizó que «
nuestro futuro está en nuestras propias manos ».
Lo que nos dice la ley
empírica del ingeniero estadounidense Edward A. Murphy, formulada en la
breve frase « si algo puede salir mal, saldrá mal », es que todo aquello
que no ha sido pensado y repensado hasta en sus más mínimos detalles y
consecuencias, sea un proyecto de ingeniería, un plan económico, una
política exterior o la manera de portar un arma, entre muchos etcéteras,
corre el riesgo de terminar mal.
La soberbia de este
imperialismo neoliberal no le agudiza la inteligencia y ni siquiera la
astucia de saber hasta dónde se puede mentir y engañar. No le permite
pensar y repensar sus ambiciones desmedidas, al contrario, la soberbia
lo enceguece y cada vez más lo conduce a usar lo único que tiene, la
fuerza militar para amenazar y golpear a diestra y siniestra, como lo
estamos viendo.
Que todo terminará mal
para el imperialismo es una certitud, pero por lo que hay que luchar es
por impedir que termine mal para todo el mundo, para este pequeño y
amenazado planeta, el único que jamás tendremos. Los progresos en la
creación de un mundo multipolar, que pasan por la vía de cambios
políticos y económicos nacionales y regionales, son la única vía de
frenar esta demencial búsqueda por la hegemonía total.
Alberto Rabilotta para Alai-Amlatina y El Correo
* Alberto Rabilotta. Periodista argentino-canadiense desde 1967, en México para la «Milenio Diario de México ».
Corresponsal de Prensa Latina en Canadá (1974) Director de Prensa
Latina Canadá, cobertura América del Norte (1975-1986). Corresponsal de
la Agencia de Servicios Especiales de Información, ALASEI, (1987-1990).
Corresponsal de la Agencia de Noticias de México, NOTIMEX, en Canadá
(1990-2009 Columnista bajo seudónimos (Rodolfo Ara y Rocco Marotta) de
« Milenio Diario de México » (2000-2010). Colaborador de ALAI, PL, El Correo, El Independiente y otros medios desde el 2009.
Notas
[1] Trabajo a tiempo parcial, Working Anything but 9 to 5 . The New York Times, by Jodi Kantor, 13 de agosto de 2014.
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