Por Andrea Sosa Cabrios
Ciudad de México, 7 nov (dpa) -
El fuego ardió durante más de 14 horas desde la medianoche. Y las
cenizas estaban tan calientes que los victimarios esperaron todavía
otras tres horas y media para meterlas en bolsas de plástico y
desparramarlas en un río, para no dejar rastros.
Así fueron quemados
supuestamente, una vez asesinados, 43 estudiantes desaparecidos en
México por parte de policías municipales y miembros del grupo criminal
Guerreros Unidos, según el testimonio de dos detenidos que la fiscalía
aún busca corroborar.
Hay por lo pronto una certeza:
ahí fue asesinado un grupo grande de personas. Sin embargo, hasta que
se demuestre lo contrario, para las autoridades se seguirá "considerando
desaparecidos" a los alumnos de la Escuela Normal Rural "Raúl Isidro
Burgos", buscados desde hace un mes y medio.
Las familias han rechazado la
versión de las autoridades. Las autoridades siguen "torturando a los
padres de familia", dijo Felipe de la Cruz, vocero de las familias.
"Para nosotros, mientras no haya pruebas, nuestros hijos están vivos".
El relato de los detenidos es
escalofriante. Y los peritos han encontrado en el lugar restos humanos,
pero no han podido identificarlos por el grado de calcinamiento que
presentan.
Hará falta la intervención de
laboratorio de punta de la Universidad de Innsbruck, Austria, para saber
quiénes son: la mayoría son cenizas y los dientes recogidos se
deshacen.
"Están en tal proceso de
calcinación que casi con tocarlos se convierten en polvo", dijo el
procurador Jesús Murillo Karam al presentar una reconstrucción de los
hechos referidos por los detenidos ante la prensa.
Pero hay una convicción, dijo
el fiscal: "Ahí hubo un homicidio de mucha gente" y esas muertes "forman
parte de los hechos sucedidos en Iguala", la ciudad donde los
estudiantes desaparecieron, 200 kilómetros al sur de la Ciudad de
México.
Los testimonios indican que
los policías entregaron los estudiantes al grupo criminal entre las
localidades de Iguala y Cocula y que éstos los llevaron en dos vehículos
al basurero municipal de Cocula, a "un barranco oculto a la vista" para
acabar con sus vidas. Nadie vio nada. Es un lugar aislado y "el temor
de la población es enorme", dijo el fiscal.
Unos 15 llegaron muertos,
otros inconscientes, según los testimonios. A los demás los mataron,
después de interrogarlos, para saber quiénes eran y qué hacían en
Iguala. Los Guerreros Unidos pensaban que se trataba de miembros del
grupo rival de Los Rojos.
De acuerdo con estas
declaraciones, una vez muertos, los tomaron por las manos y los pies,
los balancearon y los arrojaron desde una parte alta hasta el fondo del
barranco para convertirlos en cenizas.
En videos difundidos por la
Procuraduría General, dos detenidos contaron los detalles. Pusieron
piedras en un círculo, llantas, madera y plastico. Después acomodaron
los cadáveres "así, como si fueran leña".
El fuego quedó prendido
durante horas, contó uno de los presuntos participantes en la matanza.
Ellos se fueron y después regresaron "a limpiar". Recogieron las cenizas
y pequeños huesos en ocho bolsas y se fueron a tirarlas al río San
Juan.
Una madre que no quiso dar su
nombre dijo en una conferencia de prensa desde la escuela rural del
magisterio que para ellos "siguen vivos" hasta que se desmuestre lo
contrario.
/Ayotzinapa
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