Peña Nieto, de las palabras en Financial Times a los hechos
Escrito por Jorge Meléndez Preciado
Ya
lo había dicho a la prensa inglesa (17 de febrero de 2015), el llamado
“cerebro” de Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray: hay desconfianza en la
sociedad mexicana y no obstante las reformas que se planteen, es
indispensable lograr que la sociedad tenga fe en nuestro proyecto.
Ahora, en su primera visita como
mandatario a la Gran Bretaña, el hombre de Atlacomulco casi repitió el
planteamiento y dejó en claro que la situación mexicana es de amplio
distanciamiento entre el pueblo y el gobierno.
Ello cuando su índice de popularidad llegó a 25 por ciento (diciembre
de 2014), un poco más que el 23 por ciento que obtuvo Ernesto Zedillo en
su más bajó momento, luego de la crisis (febrero de 1995).
En una entrevista previa con The Financial Times,
el termómetro de los negocios londinenses, realizada por Jude Weber el
20 de febrero, aunque aparecido el martes 3 de marzo, el ocupante de Los
Pinos dice: Tras los hechos de Iguala existe una sensación de
“incredulidad y desconfianza” y el gobierno mexicano debe “reconsiderar
hacia dónde nos dirigimos”.
Pareciera que se intenta reconstruir el
camino, aunque los anuncios tanto en las listas de plurinominales del
PRI como en las propuestas presidenciales de la PGR y la SCJN, dicen lo
contrario.
El lunes 2 de marzo, por ejemplo, el artículo de Jesús Silva Herzog Márquez (Reforma),
plantea que enviar a dos personas de la derecha a los puestos citados:
Arely Gómez y Eduardo Medina Mora, es no sólo una imprudencia sino un
despropósito. Señala el analista que ella (Arely) tiene una experiencia
limitada en la procuración de justicia y carece de perfil público,
mientras que él (Eduardo) tenía un lema cuando estuvo con Felipe
Calderón: si hay muertos, avanzamos. No olvidar que Medina Mora estuvo
contra el aborto y fue el autor de llamado Michoacanazo, en el cual se
detuvo a decenas de funcionarios en aquel estado y la inmensa mayoría
salieron libres.
Por su parte, Lorenzo Meyer en MVS con
Carmen Aristegui y en su colaboración de Primer Plano (Canal 11) dijo
que las tareas a llevar a cabo en la PGR y luego en la Fiscalía serían
propias de un Hércules, el que deberá limpiar el cochinero de muchos
años realizadas por priistas y panistas, algo que no se nota en una
señora que renunció a la Fepade antes de una elección, con el objeto de
para no tener conflicto con nadie.
Y parece que Arely es una buena
publicista, ya que en el Senado votaron la mayoría por ella, incluida la
antes combativa Dolores Padierna, y únicamente tuvo cinco en contra:
Manuel Bartlett, Mario Delgado, Javier Corral, Víctor Hermosillo y Layda
Sansores, y tres abstenciones: Ana Gabriela Guevara, Alejandro Encinas y
David Monreal. Lo que muestra dos cosas: buenos modales o temores a que
en la pantalla no aparezcan los políticos en los siguientes meses.
Javier Corral, por cierto, señaló en su artículo (El Universal,
3 de marzo) que la señora Gómez era muy buena compañera, aunque no
sufragaría por ella ya que carece de “independencia política y autonomía
personal”.
Claro, apoyaron a doña Arely y censuraron acremente a los opositores: Leopoldo Gómez (Milenio, 3 de marzo), José Luis Camacho (SDP, 2 de marzo) y Ciro Gómez Leyva (El Universal, 3 de marzo). Incluso este llamó estúpidos a quienes criticamos a la señora mencionada.
Peña Nieto también señaló en su
entrevista que el gobierno mexicano debe “reconsiderar hacia donde nos
dirigimos”. Luchar contra la corrupción en forma “mucho más eficaz”, así
como acabar con el “estigma” de considerar “ladrones” a los políticos.
Buenos deseos, aunque el alcalde de San
Blas, Nayarit, Hilario Ramírez, motejado Layín, se exhibe en un video de
vergüenza, algo que Alejandro Páez Valera cataloga de “Porquería de ser
humano” (Sin Embargo, 2 de marzo).
En tanto Roberto Rock (La Silla Rota, 2 de marzo), afirma que la próxima lista de plurinominales priistas es de una gran mediocridad.
Así pues, hacer que la sociedad no
desconfíe de los políticos o los considere unos bribones es una lucha
que trasciende este sexenio, pero la cual no se ha iniciado ya que los
ejemplos de los legisladores y la SCJN que se rebajan cantidades ínfimas
de su presupuesto en momentos de crisis y recorte, sabiendo que vienen
más problemas, muestra la sordera e ignorancia de la clase política ante
lo que ocurre en nuestro país.
Jude anota que Peña Nieto se turbó
cuando se le preguntó por qué nunca visitó Iguala para manifestar su
solidaridad con los 43 normalistas desaparecidos, y respondió: “Eso no
significa que no hemos hecho lo que se deba. El Presidente no tiene
porque ir en persona; tenemos gobernantes ahí”.
No precisó si se refirió a Ángel Aguirre
Rivero o a Rogelio Ortega, el más reciente. Este último, por cierto,
dijo lo siguiente hace poco: “El Guerrero enfermo podría ser dado de
alta” próximamente (El Universal, 2 de marzo).
Por esos días asesinaban al líder
magisterial, Nicolás Robles (SNTE), y todavía no quedaba claro el otro
homicidio, el de Claudio Castillo. Además, el ejército estaba cerca de
las escuelas y Salvador Martínez della Roca, El Pino, luego de
elogiar a su jefe Ortega decía que todo lo que pasaba en aquella entidad
era culpa de Luis Videgaray porque no enviaba los recursos suficientes
para cubrir el salario de los maestros.
El reportaje de Weber tiene un párrafo
sin desperdicio: “El Presidente (EPN), en quien confiaron los
empresarios en sus primeros dos años de gestión por aprobar casi una
decena de reformas económicas, ha enfrentado desde entonces una marea de
inquietud popular y un electorado cada vez más escéptico, donde el
conflicto de intereses se suma a la sensación de que el gobierno de Peña
Nieto no está en contacto con los votantes y que su campaña de dejar
atrás las viejas prácticas era hueca”.
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