sábado, 6 de junio de 2015

ANGLICANISMO, UNA MALDICIÓN EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

ANGLICANISMO, UNA MALDICIÓN EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

LONDRES, INGLATERRA,  La Iglesia de Inglaterra pierde 1,7 millones de seguidores en dos años El catolicismo se mantiene en un país cada vez más descreído, donde la mitad de la población no es religiosa,

La Reina Isabel II habla con la obispa Libby Lane y su marido el Reverendo George Lane,

La Iglesia de St Luke’s, en el bonito y pijillo barrio londinense de Chelsea, es un excelente ejemplo del neogótico inglés del siglo XIX.

Y tiene también su historia. Allí, por ejemplo, se casó Charles Dickens, solo dos días después de acabar sus deliciosos «Papeles del Club Pickwick».

 La visita a St Luke’s, circundada por un jardín concurrido y con un imponente vidriera en su interior, vale la pena.

Pero tras haber ido varias veces al templo llaman la atención dos cosas: en el atrio han instalado una cafetería y dentro de la iglesia casi nunca hay ni un alma.

No es una casualidad. Los feligreses están desertando de la Iglesia de Inglaterra, fundada por una pataleta de Enrique VIII en 1534 y cuya cabeza es la Reina. En 1983 había en el Reino Unido 16,5 millones de anglicanos, hoy son solo 8,6.

La fe anglicana está en caída libre en el país que la inventó, cada vez más descreído. «Nuestras cifras nos señalan una misión urgente.

La Iglesia de Inglaterra se encuentra a solo una generación de su extinción», ha advertido Lord Carey, que fue arzobispo de Canterbury, la máxima autoridad de la congregación, entre 1991 y 2002. No exagera.

En solo dos años han perdido 1,7 millones de fieles, mientras el número de musulmanes crecía en 900.000 en el mismo período.

Los anglicanos han pasado de ser el 21% de los británicos afiliados a una religión en 2012 a suponer el 17% en 2014, con 8,6 millones. Su declinar comenzó en los años sesenta, pero desde los ochenta el proceso se ha acelerado.

Por el contrario, la religión católica, que supone el 8%, se mantiene, pues solo ha caído dos puntos desde los ochenta. Además los católicos acuden más a los oficios, solo el 29% dicen no ir nunca a la iglesia, frente a un 48% de los anglicanos que jamás visitan sus templos.

Los medios ingleses achacan la relativa buena salud del catolicismo, perseguido históricamente en Gran Bretaña, a la llegada de inmigrantes «polacos, portugueses y filipinos». Pero hay algo más.

El catolicismo se ha mantenido más fiel a sus principios que el credo anglicano, que ha acometido innovaciones como el nombramiento de mujeres sacerdotes y obispas y una cierta apertura de talante izquierdista en ideas políticas y de costumbres.

Figura estelar del impulso católico tras siglos de persecución fue el cardenal John Henry Newman, antiguo presbítero anglicano, que en 1845 se convirtió al catolicismo tras una reflexión intelectual que le llevó a la conclusión evidente: la Iglesia Católica es la raíz original,

mientras que el anglicanismo es un pastiche creado por el enfado de un hombre que se quería divorciar. Newman fue canonizado en 2010, en una ceremonia en Reino Unido a la que acudió el papa Benedicto XVI.

Lo cierto es que ninguna fe lo tiene fácil en un país cada vez más descreído y materialista. Según la amplia encuesta de la agencia de estudios sociales NatCen que ha divulgado los datos, la mitad de los británicos ya no se identifican con ninguna religión.

A comienzos de año, un sondeo de la firma YouGov aseguraba que el 19% son ateos, un 7% agnósticos y el 3% se declaran «humanistas».

Es decir, más de un cuarto de la población no cree. Las mujeres tienen más fe que los hombres y los ancianos más que los jóvenes. Políticamente, los conservadores son los que más conservan la práctica religiosa.

«Lo que está ocurriendo es que se está dejando de ver la religión como parte de la identidad británica», resume Naomi Jones, una de las autoras del estudio de NatCen.

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