HSBC limpia su lavado de dinero con 38 millones de euros
06 de junio de 2015 | 05:37 CET
El procedimiento se inició en febrero tras el escándalo que sacaron a la luz las revelaciones de "SwissLeaks", un equipo de periodistas de 45 países que desenterraron cuentas bancarias secretas mantenidas por traficantes, empresarios, políticos y celebridades, para evadir impuestos. Esa investigación demostró que el banco ayudó a decenas de miles de clientes de todo el mundo a ocultar alrededor de 180 mil millones de euros consiguiendo grandes beneficios en esas operaciones. Muchos de estos clientes eran importantes empresarios o criminales conocidos, que lucraban, entre otros, con el tráfico de armas y droga. La investigación de la red internacional, Swissleaks demostró que el banco había hecho la vista gorda, no sólo con la evasión de impuestos de sus clientes, sino con negocios completamente ilegales.
Mea culpa por malas prácticas
HSBC señaló que las prácticas empresariales reportadas por esa investigación eran cosa del pasado, y que ahora el banco había "limpiado y reorientado su estrategia", y había expulsado a los ejecutivos que incurrieron en esas malas prácticas. La revelación del caso contó con la ayuda de Herve Falciani, antiguo empleado de HSBC que robó en 2007 archivos completos con datos de más de 100 mil clientes de la filial suiza de HSBC, y los entregó el año 2009 a las autoridades fiscales francesas. El "caso Falciani" permitió detectar una red de negocios ilegítimos y clandestinos que involucraban a ejecutivos de empresas, estrellas de rock, jugadores de fútbol y multimillonarios.El mea culpa de HSBC bastó para cerrar la investigación pese a que la banca esconde secretos que tienen enormes implicancias para la sociedad. Se estima que unos 10 billones de dólares se mantienen en los paraísos fiscales con un costo para los gobiernos de al menos 200 mil millones de dólares anuales. La opacidad financiera ha sido uno de los principales mecanismos impulsores de la desigualdad en todo el mundo, dado que permite a una gran fracción de los ingresos más altos y grupos de gran riqueza pagar impuestos insignificantes mientras el resto de la población honesta es la que termina financiando los bienes y servicios, como educación, salud e infraestructuras, que son indispensables para el desarrollo. La justicia nuevamente ha privilegiado la delincuencia, al aplicar una multa baja a delitos que son de alta criminalidad, confirmando así el dogma de las políticas neoliberales donde todo tiene precio, incluso el crimen.
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