Con la meta de mejorar su rendimiento, el banco busca reducir su tamaño global, vendiendo la mayoría de sus operaciones en Turquía y Brasil, donde no tiene entidad para competir con sus rivales.
Al mismo tiempo, planea aumentar su presencia en Asia, especialmente en el sudeste y en China, donde prevé intensificar la expansión de la gestión de activos y seguros en el Delta del Río de la Perla, además de potenciar la internacionalización del yuan, según indicó.
La marcha de Turquía y Brasil -donde posiblemente mantenga los servicios a sus mejores clientes- supondrá unos 25.000 despidos, que se suman a otros 25.000 en otros países (8.000 en el Reino Unido), de una plantilla de unas 260.000 personas.
“Debemos reconocer que el mundo está cambiando y nosotros debemos cambiar con él”, declaró Gulliver al confirmar la “significativa reforma” del negocio.
Los despidos anunciados, que se intentará sean bajas voluntarias y recolocaciones, se suman a los 40.000 ya aplicados por el banco entre 2011, cuando Gulliver asumió las riendas, y 2013, que no consiguieron arrojar los objetivos de rentabilidad esperados.
Dominic Hook, portavoz del sindicato Unite -que representa a la plantilla- lamentó que, “tras los escándalos de los últimos años, la fuerza laboral deba sufrir una vez más y pagar por los errores de otros con sus empleos, sus condiciones y su reputación”.
El HSBC ha sido acusado en los últimos años de lavado de dinero, manipulación de los tipos de interés interbancarios y los mercados de divisas y la venta indebida de productos financieros.
El pasado jueves, su filial suiza acordó pagar 40 millones de francos (43 millones de dólares) a las autoridades de ese país para que archiven una investigación penal sobre sus servicios a presuntos evasores de impuestos y criminales con cuentas opacas, revelados por el exempleado Hervé Falciani.
El nuevo plan estratégico busca alcanzar un rendimiento sobre el patrimonio neto de más del 10 % en 2017, e incluye la eliminación de activos de riesgo por valor de 290.000 millones de dólares -reduciendo significativamente el tamaño de su departamento de banca de inversión- y el cierre de un 12 % de sus sucursales en el mundo.
El banco, que invertirá unos 4.500 millones de dólares en dos años para implementar la reestructuración, estudia además reubicar su sede a otro país, y para ello valorará factores como el entorno financiero, apoyo del Gobierno, la regulación o la estabilidad.
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