El miedo a la Acción Colectiva
Enviado por harrison en Mar, 07/07/2015 - 16:02
Parece que vivimos en los tiempos del cambio.
Y la verdad, hay cosas que cambian, ya que una sociedad estática es una
sociedad muerta. Pero hay cosas que nunca cambian, como los intereses
sociales de las distintas clases o los temores y posibilidades de cada
una en la arena política. Es una realidad que se ha producido un pequeño
vuelco electoral hacia una nueva-vieja izquierda representado sobre
todo en las grandes ciudades, así como la pérdida del poder absoluto que
ostentaba la derecha clásica, siempre vieja. Este vuelco produce
situaciones atípicas, un alcalde (el de Cádiz) cambiando el retrato del
Rey por el de Fermín Salvochea (gran anarquista, mejor persona) o la
disolución del cuerpo de antidisturbios en Badalona, acciones que lejos
de ser extraordinarias deberían ser ordinarias en cualquier gobierno a
la izquierda. Pero más que centrarnos en qué hacen los/as nuevos/as
alcaldes/esas, es bastante significativo la forma de enfrentar este
cambio desde la otra bancada, la de los más fieles representantes de los
poderes políticos y económicos. Si cambios tibios, estéticos y
limitados como los de los nuevos ayuntamientos producen semejante oleada
reaccionaria desde las élites… ¿Qué ocurrirá el día que estemos en
camino de llevar a cabo una transformación social real? Lo de hoy serán
meros chistes. Las declaraciones y el bombardeo mediático desde los
grandes medios de comunicación era algo de esperar, el problema real
reside cuando uno de los pilares de tu proyecto político son
precisamente esos mismos medios de comunicación. El humo se escapa y
difumina en el aire.
Es
muy interesante leer los grandes medios de comunicación y estar
atentos/as a las declaraciones de nuestros/as enemigos/as, ya que aunque
basen su comunicación en el miedo y la mentira, la verdad siempre
aflora y se cuela entre titular y titular. El caso es que gracias a esta
nueva ofensiva informativa desde la derecha podemos ver a lo que
realmente le tienen miedo, y no son los nuevos ayuntamientos, ya que eso
lo tienen medianamente atado, a lo que realmente han temido, temen y
temerán es a la acción colectiva. En un mundo donde el camino es la
individualización y el aislamiento, la ruptura con esa premisa, la
creación de comunidad y la articulación de la acción colectiva para la
mejora de la vida, son pasos previos y necesarios para la tarea de la
transformación social. Y esto parecen saberlo mejor Esperanza Aguirre y
Juan Rosell, presidente de la patronal, que aquellos/as que ponen sus
esperanzas de cambio en la vía estatal.
En
el estrecho tiempo entre la jornada electoral y la constitución del
nuevo ayuntamiento, Esperanza Aguirre trató de hacer todo lo posible por
mantenerse en el gobierno, su último y desesperado intento fue la
propuesta de un “gobierno de concentración” donde la candidata de Ahora
Madrid, Manuela Carmena, fuese alcaldesa pero renunciase a sus
propuestas de “constituir Soviets en los barrios de Madrid”.
Ciertamente, a muchos nos gusta más el programa de Ahora Madrid de boca
de Esperanza Aguirre que el real. Qué más quisiéramos los/as
revolucionarios que la constitución de asambleas (Soviets en ruso)
populares que gestionasen de forma directa los barrios, siendo los/as
vecinos/as, sin intermediarios, quienes decidieran acerca del territorio
que los rodea. Pero no, no se van a constituir Soviets en Madrid, por
lo menos de la mano de Ahora Madrid.
Este
tiempo también ha dado oportunidad a que la peor calaña del Reino se
manifieste, últimamente vemos mucho en los medios al presidente del
BBVA, Francisco González, arremetiendo contra todo lo que atente a sus
intereses. También hemos visto la última aventura del comandante en jefe
de los GAL, Felipe González, yendo a defender a un preso venezolano,
como si aquí no tuviéramos a Alfon. Pero en consonancia con las
declaraciones de Aguirre llaman mucho la atención las de Juan Rosell,
advirtiendo acerca de la necesidad de “proteger a los sindicatos” para
“evitar movimientos asamblearios”. Y esto lo suelta en medio del
conflicto entre los trabajadores/as de las subcontratas de Telefónica,
que en una huelga indefinida histórica de 72 días han pasado por encima
de los sindicatos que firman acuerdos a sus espaldas. Por supuesto
Rosell no habla de proteger al sindicalismo y los/as trabajadores/as,
sino de proteger a “los sindicatos”, eufemismo hoy del binomio CCOO-UGT.
Como
leemos de sus palabras, Rosell y Aguirre no tienen especial miedo ni de
los nuevos ayuntamientos ni de los viejos sindicatos. Tienen miedo de
las propuestas de articulación colectivas que buscan en la lucha frente a
los intereses del Capital la generación de un tejido social que haga de
contrapartida a las actuales instituciones estatales, sentando así los
cimientos de una propuesta alternativa y contraria al modelo económico y
político actual. Luchas como la de los/as trabajadores/as de
Telefónica, que sobrepasan los estrechos márgenes del diálogo
patronal-sindical siendo incontrolables para ellos/as, es lo que no
quieren ver, por eso no aparecía en ningún medio de comunicación.
Ejemplos como la Comunidad La Esperanza de Gran Canaria, donde decenas
de familias están okupando y viviendo de forma colectiva, son su
pesadilla. Sindicatos y organizaciones cuyo interés no reside en ocupar
espacios de representación política, sino ejercer la defensa de los
intereses de la clase y constituir nuevas instituciones fuera del marco
estatal, asambleas de barrio que realojan a sus vecinos/as sin esperar a
que el ayuntamiento escuche qué le parece al fondo buitre dueño de la
vivienda, colectivos de jóvenes en los barrios que hartos/as del
ninguneo de las Juntas de Distrito llevan a cabo iniciativas de ocio
fuera del mercado o asambleas de mujeres que no se fían de los cambios
en el gobierno y mantienen la lucha por su emancipación más allá de los
debates acerca de la despenalización del aborto.
En
definitiva, para las élites es un problema menor la constitución de
ayuntamientos alejados de la monotonía PPSOE, ellos/as han hecho las
leyes, ellos/as controlan a quienes las ejercen en última instancia,
ellos/as controlan a quienes mediante la violencia se encargan de que
las cosas no se vayan de mano, ellos/as controlan a los/as jueces/zas
que dicen lo que puede hacer o no un ayuntamiento. Ahora toca ver qué
tenemos nosotros/as, ver el camino recorrido hasta ahora, hacer balance y
lanzarnos a la reproducción de luchas, prácticas e instituciones a las
que realmente tienen que temer, aquellas donde la fuerza reside en el
mandato asambleario, la acción colectiva y la estructuración de una
auténtica comunidad en lucha. Superando el miedo infundamos terror sobre
las élites e ilusión sobre los/as desposeídos/as.
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