Grecia ahora ¿Hablamos de revolución?
Enviado por anonerror (no verificado) en Lun, 07/13/2015 - 22:09
Por J.M. Marshall
No sabes que están hablando de una revolución
Suena como un susurro (Tracy Chapman)
Suena como un susurro (Tracy Chapman)
Mi último día en
Atenas, a una semana del referéndum, aprovecho para econtrarme con
personas de movimientos sociales, pero también para palpar la realidad
más allá del simple panfleto o el tostón del análisis
político-económico, a años luz de como vive el pueblo griego las últimas
semanas.
Los bancos siguen
cerrados. La estampa de la mañana es la de los últimos días con filas en
los cajeros. El transporte público sigue siendo gratuito. Esto ayuda a
que el infernal tráfico ateniense se haya aplacado. Tampoco es que los
bolsillos estén para mucho combustible. Lo gana el Medio Ambiente.
Llegué el sábado y
es más barato comprar en el mercado, por eso está lleno. Atenas se ha
convertido en la ciudad de la compra a granel. Lo más barato es lo
óptimo y siempre se puede compartir o hacer durar. Los que reciclan
directamente de los desperdicios son muchos. La pobreza ya no tiene
disimulo posible y no se oculta ni a los ojos del turismo. Los excluidos
son legión.
Se venden muchos
camping gas y cocinillas portátiles. Me aclaran que hay mucha gente que
lo ve como una alternativa económica para cocinar, sobre todo si te han
cortado la luz. La energía es muy cara y planea la amenaza de la nueva
subida del IVA.
Los carteles, pintadas y pancartas del OXI (no) siguen en todas las paredes.
Son flashes de la
realidad cotidiana, pero que parecen más preocupantes a la vista de la
decepcionante experiencia en que se ha transformado el referéndum del
pasado fin de semana.
Mirando al cercanísimo 5 de julio recuerdo mi charla con el anarquista Mihalis.
Mucha gente de tendencia abstencionista terminó votando no, conscientes
de que la victoria del sí era un suicidio social de consecuencias
catastróficas.
Ahora el cabreo es
monumental, con un parlamento reunido con nocturnidad y alevosía (el
pleno empezó a las 3 de la mañana) para cargarse la voluntad popular.
Tampoco es nada nuevo si uno confía más de la cuenta en la política
parlamentaria, pero se vive como la confirmación de un nuevo golpe que
se traduce en una vida aún más jodida para la gente de a pie: jubilarse
más tarde, ganar menos, pagar más iva incluso por los productos
básicos...
A lo largo de toda la semana ha habido concentraciones constantes en todo el país pidiendo que el NO al miedo, uno de los esloganes de la campaña, fuera una realidad.
Por supuesto ha
convocado el vigoroso movimiento anarquista y autónomo, pero también
marxistas, sindicatos o sectores vinculados a la propia Syriza.
Muchas personas, no
necesariamente implicadas en movimientos políticos han sido claras
pidiendo que se profundizara en un discurso netamente crítico con la
línea de capitalismo duro que ha machacado la vida de la gente. No hay
que entenderlo solo como un análisis político, sino como un hartazgo
general de quien ve cómo está funcionando el juego más allá de la visión
simplista del resto de los europeos.
El común de los
griegos ve muy claro que este tablero juegan muchas piezas a las que les
convenía un sí y que dan especial miedo.
Por un lado están
unas fuerzas armadas totalmente desproporcionadas (Grecia tiene un
ejército similar al alemán con la octava parte de población) que siguen
teniendo un trato privilegiado, dilapidan dinero público con el
beneplácito incluso de Syriza y que están recordando que ahí siguen. No
hay ruido de sables, pero nada indica que no pueda haberlo. Es un miedo
real.
Tampoco son ajenos
los griegos a unos medios de comunicación mayormente de derechas con una
campaña política de permanente intoxicación que en estos días se han
empeñado a fondo.
Los dueños de esos
medios, a su vez, son aquellos que gozan de una vida de lujos a base de
haber evadido pasta a manos llenas. A los grandes empresarios griegos
helenos se les conoce por su sigilo. Son un compendio desconocido de
magnates de navieras y oligarcas de la industria energética y
financiera. Su poder político en la sombra ha llevado a considerarlos un
estado alternativo.
Y por supuesto sigue
agazapado en espera de su oportunidad el caduco y corrupto bipartidismo
del Pasok y Nueva Democracia. Se vieron apeados de su poltrona y
parecen preferir ver antes al pueblo hundido en la miseria que renunciar
a una realidad que les ha sido favorable durante décadas.
Pero, además, el
fenómeno del referéndum no ha hecho sino dejar patentes las inmensas
limitaciones del juego electoral, como le está sucediendo también a una
Syriza que se resquebraja a ojos vista. Lo que se vendió como un cauce
de expresión de democracia directa ha terminado estrangulado por un
corsé económico que no deja un milímetro para cuestionar el estado de
las cosas.
Vuelvo a la calle,
pronto iré al flamante aeropuerto, construido en unas olimpiadas que
arruinaron la economía y enriquecieron a unos pocos. 2004 ya queda muy
lejos y vuelven los breves flashes de realidad.
Atravieso la
degradada c/ Veranzerou. Muchos yonkis, pero casi no hay prostitutas.
Cruel ironía: no hay efectivo y en la prostitución callejera no se paga
con tarjeta.
Estoy en el jardín
okupado de Tsamadou Kipaki y hay un concierto para una persona con
problemas de salud. Ser discapacitado en Grecia se ha convertido en una
lacra atroz para quien la padece, puesto que las coberturas sociales se
redujeron considerablemente y aún no se han recuperado. Se depende de la
solidaridad familiar o de amigos.
Hablo con la gente y
la decepción es clara. Igual es tiempo de un cuestionamiento más
amplio. Un grupo toca una versión de Talking about revolution, de Tracy
Chapman. De momento puede ser un susurro, pero la esperanza no ha de ser
vana. Me dice un asistente que mucha gente tiene miedo a hablar de
revolución.
Quién sabe. El juego está abierto y la humillación ha sido demasiado grande.
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