TPP, TTIP, TiSA: La grandísima trinidad para el nuevo orden mundial neoliberal
Por rubèn ramos
Gracias a Wikileaks se han ido
conociendo los documentos originales sobre los tres “Tratados” que
conforman “La Trinidad” para el nuevo orden mundial neoliberal. Estos
“Tratados”, están siendo “arreglados en secreto”, por los “lobistas” de
las élites financieras y de la industria bélica del sionismo
internacional con determinadas instancias de gobierno de los países
implicados.
Dejan patente la nueva estrategia para
detener el desmoronamiento del orden neoliberal que aún hegemoniza
Estados Unidos, otorgándoles a las transnacionales la soberanía “de
facto” de los Estados nacionales y la capacidad de decisión en todos los
órdenes de la vida económica, social, política e ideológica; la
investigación, la ciencia, la tecnología y la cultura.
Ya moribunda,
la Organización Mundial de Comercio (OMC), las mismas élites
industrial-financieras, que le dieron nacimiento, ahora apuran su
muerte. Este sería el nuevo milagro que se propondrían alcanzar los
“Tratados” de la grandísima “Trinidad”: El Trans-Pacific Partnership (TPP), o Acuerdo de Asociación Trans-Pacífico (en español); el Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP), o Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión; el Trade in Services Agreement (TiSA), o Acuerdo sobre el Comercio de Servicios.
Aquí, no pretendo ningún descubrimiento
sino divulgar algunos de los alcances geopolíticos de esta nueva
estrategia de agresión al mundo por las grandes transnacionales de la
banca, la industria, el comercio y la ingeniería bélica.
Considero que los medios -no decadentes-
tienen una responsabilidad ineludible en dar a conocer lo que el
sionismo imperial quiere hacer del mundo, mientras pretende
sorprendernos con “acercamientos diplomáticos” (Cuba); “diálogos para la
paz” (Colombia); “acuerdo 5+1” (Irán); “sanciones” (Rusia), “Estado
Islámico” (Oriente Medio), y otras argucias manipuladoras. Si no,
pregúntese: ¿Y el bloqueo y Guantánamo? ¿Y las nueve bases militares
estadounidenses en territorio colombiano para cercar a Venezuela y
Ecuador? ¿Y el arsenal nuclear israelí? ¿Y el cerco de la OTAN y los
misiles apuntando a Rusia? ¿Y la alianza sionista israelí-saudí
takfirista?
Sin importar lo que el senado
estadounidense haya votado (entre demócratas y republicanos) con
relación al TPP, o las reacciones que se hayan producido en los 28
países de la Unión Europea con relación a TTIP, lo real es que las
previsiones (o mejor aún, las agresiones) de uno y otro “Tratados”, así
como del TiSA, están en plena ejecución. Y es que, como la historia
acredita, lo que digan los poderes públicos importa poco frente a las
decisiones de las élites del poder económico y militar. Las protestas
son, apenas, ecos. En la irracionalidad del libre mercado lo que cuenta
no son los poderes del Estado sino el poder de la empresa privada. Lo
que aquellos digan o hagan, siendo funcional, sólo sirve para “divertir”
la opinión pública.
El grado de conocimiento de
los objetivos y alcances de los “Tratados” es escaso entre el común de
la gente. Esta vive pendiente de su sobrevivencia. Los periodistas y
“analistas” de los medios noticiosos de todo tipo no saben de su
existencia o se limitan a repetir lo que tergiversan los cables de las
transnacionales de la información. Es cierto que el “secretismo” influye
mucho. Los gobiernos implicados están obligados a mantenerse al margen
de los “arreglos”. En un artículo anterior dije que los “Tratados” no
los propone ningún presidente ni se discuten en los parlamentos. Mucho
menos se ponen en conocimiento de la población. Se “arreglan” entre los
“lobistas” de las grandes empresas, los representantes de la
institucionalidad financiera de la ONU (FMI y BM); de la OEA (BID); del
aparato de espionaje del Departamento de Estado de EEUU (USAID); de los
Bancos Centrales; de la institucionalidad militar euro-norteamericana
(OTAN- Comandos Combatientes Unificados Estadounidenses; con los
Ministros de Defensa y Primeros Ministros de los países firmantes que
han sido designados, para esos cargos, por esas instituciones, en mérito
a su incondicionalidad con el gobierno de EEUU.
El grado de desconocimiento existente
entre quienes fungen de “analistas”, “políticos”, “candidatos”,
“académicos”, “investigadores” es preocupante, cuando no, lamentable.
Cuánto más, cuando ese desconocimiento se evidencia en la prensa de los
países donde ocurren procesos de transformación social. Hace falta
información clara y contundente. Ocasionalmente se da alguna noticia.
Pero las noticias sirven para enterarse. No informan. Para esto están, o
deberían estar, los espacios de análisis y comentarios.
El TPP
El Acuerdo de
Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) es una
iniciativa desarrollada por doce Estados miembros del Foro de
Cooperación Económica Asia- Pacífico (APEC): Australia, Brunei
Darussalam, Canadá, Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva
Zelandia, Perú, Singapur y Vietnam. Constituye la base y el medio para
una futura Área de Libre Comercio del Asia Pacífico (FTAAP) que
beneficiará, fundamentalmente, a las economías desarrolladas que
integran el “arreglo” a través de la neocolonización de las menos
desarrolladas de América latina (Chile, Perú, México, Colombia) y del
Asia (Brunei, Malasia, Singapur, VietNam). El “cuento” es el de servir
para el crecimiento económico, el desarrollo y la generación de empleo,
como si las diferencias entre países industrializados y países primario
exportadores no existieran; y, asumiendo, la inmutabilidad de esta
desigualdad.
El TPP, han dicho los especialistas, es
hoy, el “arreglo” de negociación plurilateral más ambicioso y amplio
entre países de tres continentes (América, Asia y Oceanía), bajo la
hegemonía de los EEUU.
Entre los “capítulos”, cuya imposición
se viene “arreglando” en secreto, figuran: Acceso libre a mercados de
materias primas, de servicios y otros; reglas o normas de origen;
procedimientos aduaneros; medidas sanitarias y fitosanitarias;
obstáculos técnicos al comercio; contratación pública; propiedad
intelectual; defensa comercial; políticas de competencia; comercio
transfronterizo de servicios; servicios financieros; entrada temporal de
personas de negocios; telecomunicaciones; comercio electrónico;
inversiones; fauna silvestre; medio ambiente; flexibilización laboral;
cooperación; coherencia regulatoria; pequeñas y medianas empresas;
competitividad; desarrollo; asuntos institucionales y solución de
controversias.
Sobre nada de este listado tienen ni
podrán tener capacidad alguna de decisión los Estados firmantes del
“Tratado” o mal llamado “Acuerdo” (en español). Se trata de cuestiones
que ya están siendo directamente controladas por las grandes empresas
transnacionales que operan en esos Estados. En América del Sur son los
de la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia y México). También
Uruguay, Paraguay, Honduras, Costa Rica, Guatemala, Panamá. Todos los
del Caribe (incluyendo la “oveja descarriada” vuelta recientemente al
redil).
La subida del dólar, las devaluaciones
de las monedas nacionales para favorecer a las empresas exportadoras
extranjeras que explotan nuestros recursos; el encarecimiento de los
alimentos y servicios básicos; la caída del empleo; la precariedad de la
seguridad social; la desenfrenada privatización de la educación, la
salud, el agua, la energía eléctrica, los puertos, aeropuertos, pistas y
carreteras, son algunas de las expresiones tangibles de lo que implica
el “Acuerdo de Asociación Transpacífico”. Esto es, el “acuerdo de
asociación”, público-privada, sin fronteras, entre gobiernos
entreguistas y genuflexos con las transnacionales de Asia (Japón, Corea
del Sur) de Oceanía (Australia), de Norteamérica (Canadá y EEUU).
Según lo “arreglado”, los gobiernos de los países firmantes están
obligados a inhibirse de legislar sobre políticas sociales, sin antes
recibir la aprobación de los empresarios, debido a que sus intereses
pudieran verse afectados.El TTIP
La Asociación Transatlántica para el
Comercio y la Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés), es el
“arreglo” que compromete a los 28 Estados de la Unión Europea (UE), con
EEUU. Busca facilitar la exportación, la importación y la inversión; el
acceso al mercado estadounidense; los derechos de aduana; las normas de
origen; la cooperación reglamentaria para reducir costos y burocracia;
abatir los obstáculos técnicos al comercio; reglamentar las medidas
sanitarias y fitosanitarias.
Queda claro que de lo que se trata es de
recuperar el espacio que las empresas estadounidenses han estado
perdiendo en Europa frente al avance de las alemanas y francesas,
principalmente. Pero hay otras variables igualmente importantes: Una de
estas es la creciente deuda de los países de la UE y del euro frente al
dólar. Otra, tiene que ver con la creciente presencia rusa y china en
los mercados energético y de mercancías de occidente. No hay que olvidar
que el conflicto en Ucrania lo genera EEUU como parte de una estrategia
para frenar la expansión chino-rusa en Europa y para asegurar la
alianza entre sus transnacionales y los multimillonarios empresarios de
Kiev. La cuestión de Oriente Medio y el rescate de la hegemonía sobre
los recursos energéticos del área, frente a China y Rusia, es también
una variable a tenerse en cuenta. Ciertamente, las respuestas de estos
dos gigantes no se han hecho esperar. Rusia ha redefinido su estructura
productiva y sus mercados de exportación-importación y China ha
producido una conmoción en los mercados mundiales con la devaluación del
Yen. Todo parece anunciar que empezamos a enfrentar una “guerra de
divisas”.
Pero lo que hay dejar claro es que el
TTIP, como el TTP que ya vimos y el TiSA que veremos más adelante, no
escapan a una perspectiva estratégica de recuperación del liderazgo
estadounidense venido a menos en Asia, Oceanía, Europa, América latina y
el Caribe. Esto es importante tener en cuenta. Las élites del poder
imperial (y no Obama o cualquier otro mequetrefe) vuelven a retomar el
sentido del “Destino Manifiesto”. La entidad adecuada para reemplazar a
los gobiernos en este cometido, es el “poder privado”, como dijera David
Rockefeller.
El poder de los bancos y la doctrina
financiarizadora para “sustituir la autodeterminación nacional, que se
ha practicado durante siglos en el pasado, por la soberanía de una elite
de técnicos y de financieros mundiales”, es el imperativo de hoy.
Los “Tratados” de la “Trinidad” están
orientados a producir la “gran crisis que hará posible la transformación
global con la instauración de un nuevo orden mundial que todas las
naciones aceptarán”. Lo anticipó el mismo Rockefeller. Creador del Club
de Bilderberg, donde las élites del “poder privado” deciden el destino
del mundo; de La Trilateral para fomentar la cooperación
económico-militar entre EEUU, Japón y Europa; del Club de Roma, la
institución promotora del neomalthusianismo en el mundo. Mentor de los
servicios de inteligencia del sionismo internacional (CIA e Interpol
Estadounidenses, M16 Inglés, MOSSAD Israelí), entre otros “aportes” al
orden mundial del “poder privado”.
Algunos “arreglos” del TTIP
Uno de los “arreglos” más polémicos del TTIP es la cláusula de protección de inversiones denominada ISDS (Investor-State Dispute Settlement),
que permite a las multinacionales demandar por cifras millonarias a los
Estados donde realicen sus inversiones cuando éstas no produzcan los
beneficios esperados por posibles cambios normativos que sus gobiernos
decidan introducir. Las demandas se ejecutan ante arbitrajes
internacionales controlados por las mismas multinacionales, y no ante
instancias nacionales. Sólo pueden demandar las empresas, nunca los
Estados, y los laudos (resoluciones que dicta el árbitro) son
irrevocables.
Los otros grandes beneficiarios con
estas demandas, que pueden prolongarse por años, serán las empresas
norteamericanas, británicas y canadienses “expertas” en arbitrajes
amañados. Las “demandas” son así un lucrativo negocio adicional de los
mismos monopolios.
Otro “arreglo” es el que anticipa el
incremento de la deuda de los países europeos, tal cual la realidad
muestra cada día para el caso de España, Portugal, Italia, Francia, y,
ni qué decir de Grecia. Esto debido a la disminución de la capacidad
adquisitiva de las familias y los cada vez más deficitarios ingresos de
los Estados. Lo que obliga a recurrir a préstamos. Esto es, a más deuda.
Paralelamente, se cierne la amenaza de
los despidos masivos. Un estudio del norteamericano Jeronim Capaldo,
prevé que se destruirán más de 600 mil empleos en diez años.
Los adláteres de los “arreglos” que
implican el TTIP (como también el TTP y el TiSA), fieles a su
auto-convencimiento de que la inversión extranjera es fuente de trabajo e
ingresos, insisten en este mito. Lo cierto es que los tres “Tratados”
que promueve EEUU para pretender restaurar su desmoronamiento, generan
despidos masivos, precarización de los puestos de trabajo, cierre de
empresas “no competitivas”. Para recordar, habría que decir que EEUU es
el único Estado que no ha ratificado convenios fundamentales de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) referidos a derechos
laborales ni la Convención sobre libertad sindical y el derecho de
negociación colectiva.
Como muestra, un botón: Los Tratados de
Libre Comercio (TLC) entre EEUU, Canadá y México han provocado la
destrucción de puestos de trabajo. En México, dos millones de empleos en
lo que va de su aplicación, por ser el eslabón más débil de la cadena
comercial. España tiene casi el 50% de desocupación. El TTIP es un
“arreglo” orientado a proteger la inversión meramente especulativa que
no crea puestos de trabajo.
Otro experto ha indicado que la
hiper-liberalización de capitales entre la UE y EEUU, significará la
caída de las inversiones en los sectores productivos debido a la cada
vez más escasa demanda en los hogares por la depresión de los salarios.
Esto hará que las inversiones se orienten hacia los sectores más
especulativos. (Alex Izurieta.UNCTAD).
Si uno piensa en lo que implica la
financiarización de la economía, tanto lo previsto por Capaldo, en
cuanto al incremento de los préstamos y más deuda, como lo anticipado
por Izurieta, en lo que toca a la especulación, son los efectos
esperados del TTIP en la perspectiva del nuevo orden mundial neoliberal
que anunciara David Rockefeller. La nueva Trinidad busca reconfigurar el
mapa de los bloques económicos existentes hasta hace poco.
Pero hay más. Los entendidos han
anticipado que los beneficios para Europa en los terrenos de la energía y
la industria manufacturera serán “limitados” e incluso negativos. En lo
energético, Europa aumentará sus importaciones de petróleo y de gas de
Estados Unidos provenientes del “fracking”. Esto descubre la
intencionalidad geopolítica del “arreglo”: Disminuir la dependencia
energética que la UE tiene de Rusia, para generar una mayor
inestabilidad política en EuroAsia que beneficie a Estados Unidos.
Adicionalmente, Europa se verá afectada por el problema medioambiental
que acarreará, por un lado, las importaciones de petróleo y gas a través
de buques; y, por otro, la implantación de plantas de procesamiento en
la UE para los combustibles importados.
Por su parte, la eliminación o
armonización de los reglamentos y normas, afectará los derechos
sociales, laborales y ambientales, desarrollando marcos legales que
beneficiarán a las transnacionales. Igual, en este caso, las empresas
podrán reclamar a los Estados indemnizaciones ante tribunales de
arbitraje internacionales cuando consideren que sus beneficios
económicos o sus expectativas de ganancias se vean afectados por leyes o
políticas que los países en los que han invertido se permitan hacer en
los aspectos indicados.
Como dicen los entendidos: “Si no ganan
lo que quieren, pueden demandar al Estado, en el que han invertido,
ante tribunales de arbitraje privados e internacionales, compuestos por
abogados de las mismas empresas”. De modo que si algún Estado legisla
para prevenir que el consumo de tabaco puede producir cáncer, o que la
adicción a los juegos cibernéticos puede producir daños cerebrales, o se
atreve a incrementar los salarios mínimos, los inversores le caerán
encima con el “peso de la ley” que ellos mismos han creado y
administran. Egipto, México, Uruguay, Costa Rica, se cuentan entre los
Estados que ya saben cómo se maneja la “racionalidad” de la justicia.
Tal vez porque ésta nunca estuvo del lado de la razón.
El TTIP, como los otros “Tratados”,
sitúa a la empresa transnacional por encima de la soberanía de los
Estados, otorgándole la libertad de invalidar las decisiones de sus
gobiernos y parlamentos. Los Estados implicados se inhiben de su función
legisladora incluso tratándose de las llamadas “políticas sociales”.
Dicen los expertos, que el TTIP alienta
la fuga de cerebros hacia Estados Unidos; erradica las tarifas
comerciales; impone restricciones a las exportaciones europeas
contradiciendo lo pregonado y afectando la competitividad y el mercado
de trabajo; otorga una ilimitada protección a los inversores
estadounidenses en el mundo.
Otro “arreglo” controvertido del TTIP es
la creación del llamado Consejo de Cooperación Reguladora. Se trata de
una “mesa” compartida entre multinacionales y Estados con carácter
permanente y no temporal. Los entendidos han dicho que esto no es otra
cosa que “la privatización de la política y de la ley, con otra ley”. De
un mecanismo a través del cual las empresas se arrogan el derecho de
legislar en función de sus intereses. (Tom Kucharz)
El TTIP abre la puerta grande a los
transgénicos y a los alimentos prohibidos en Europa: los pollos
clorados, por ejemplo; o la carne de cerdos alimentados con Ractopamina,
el aditivo químico usado en EEUU para el crecimiento de sus cerdos.
El TTIP ha generado en los países de
Europa una fuerte ola de indignación y protestas. A nivel mundial ya van
casi un millar de eventos que se han producido para exigir la
paralización del “arreglo”, en casi un centenar de países. Y es que sus
efectos no son posibilidades a futuro, sino realidades concretas en la
vida diaria de los trabajadores, los desocupados, los jóvenes
profesionales y no profesionales, las mujeres y de todo aquél que no
pertenece a las burocracias doradas de sus Estados, a las ONGs
vende-patria, o a ese reducido porcentaje de tecnócratas que medra de la
riqueza de las élites del poder económico y financiero.
El TiSA
Está diseñado para que la inversión
privada extranjera monopolice el comercio de servicios de 50 países con
los que EEUU y la UE han venido firmando Tratados de Libre Comercio
(TLC) durante los diez últimos años sin que sus habitantes sepan algo
sobre su sentido y alcances. En cada uno de esos países se han
habilitado mecanismos y formas para que sus gobernantes puedan, al
margen de sus congresos o parlamentos, poner en marcha leyes que
faciliten la inversión privada extranjera, euro-estadounidense, sin
restricción alguna. Demás está decir que toda esta legislación viola la
soberanía de los países, haciendo entrega de sus territorios y poniendo
cualquier controversia que pudiera surgir fuera del alcance de las
instituciones y las leyes nacionales.
El TiSA es el “Acuerdo” que resume la
rapiña de los recursos de todo tipo y el monopolio de todos los
servicios imaginables por las transnacionales de
euro-estadounidenses-israelíes en el mundo. Como dice Alfredo
Jalife-Rahme: “Lo que no controla Estados Unidos con sus dos tratados
ominosos (TPP y TTIP) lo pretende conseguir mediante el financierismo
global de su bancocracia con el TISA”. Entre otros servicios, los
turísticos, de salud y medio ambiente, de telecomunicaciones y comercio
electrónico, financieros, seguros, transporte aéreo y marítimo,
distribución y envíos, servicios profesionales, transparencia,
movimientos de personas físicas, regulaciones nacionales internas,
servicios postales universales…
Es importante tener en cuenta que el
mercado de los servicios representa casi el 80% de las economías de
Estados Unidos y de la UE en manos de grandes conglomerados
transnacionales. Por el momento, los gobiernos implicados en la
negociación secreta del TiSA son: Australia, Canadá, Chile, Colombia,
Corea del Sur, Costa Rica, Estados Unidos, Hong Kong, Islandia, Israel,
Japón, Liechtenstein, México, Nueva Zelanda, Noruega, Pakistán, Panamá,
Paraguay, Perú, Suiza, Taiwán, Turquía y la Comisión Europea, en
representación de los 28 países miembros de la UE, pese a ser un
organismo no electo por sufragio universal. Entre los “socios” hay tres
paraísos fiscales declarados, que participan activamente en la
elaboración de los artículos, especialmente Suiza y Panamá. El otro es
Liechtenstein.
Las naciones latinoamericanas que
participan en el TiSA, son todas ellas fieles aliadas de EEUU como
Colombia, México, Perú, Paraguay, Chile, Costa Rica y Panamá. No
participan los países bolivarianos del ALBA, por razones obvias, y otros
gobiernos de los que EEUU no se fía. Su “esperanza” está en volverlos a
todos al redil. Para esto, como dije en un artículo anterior, ha puesto
en práctica aquella máxima del maestro de la guerra (Sun Tzu): “Únete
al enemigo para derrotar a tus enemigos”. La alusión que hago a Cuba
respecto de los otros países que conforman el ALBA y a otros gobiernos
cercanos a esta alianza, es clara.
No hay que perder de vista que
de lo que trata el TiSA es de incorporar las economías de América
latina y del Caribe dentro de la alianza neoliberal planetaria. Esto
pasa por recuperar el “patio trasero” que fuera revuelto, primero, por
la resistencia del pueblo cubano al bloqueo económico y al terrorismo
estadounidense, y luego, por la Alianza Bolivariana para los Pueblos
(ALBA) surgida por “culpa” de Fidel y de Chávez. Germen para la UNASUR y
después para la CELAC. Acabar con todo esto, desde Cuba, es el logro
mejor acariciado por las élites del poder. También, terminar con
PetroCaribe y el Mercosur. Aunque tal vez convenga hacer de éstos un
mecanismo funcional con el petróleo del fracking, y con el TLC con la UE
tal cual lo vienen impulsando Uruguay y Paraguay que ya son miembros de
la familia “trinitaria”.
La intención de mantener el TiSA en
secreto durante 30 años responde al interés de evitar que los gobiernos
que lo ejecutan tengan que dar cuenta de su existencia ante sus
parlamentos y ciudadanos.
Por otro lado, que el TiSA viole la
Convención de Viena sobre la Ley de Tratados o cualquier otro artificio
de la ONU o de otra organización similar es lo menos importante. Las
resoluciones, declaraciones, convenciones de los organismos
internacionales manejados por EEUU, siempre han sido y serán letra
muerte. Sirven para seguir mintiéndole al mundo.
Algunos “arreglos” del TiSA
El TiSA exige transparencia total a las
autoridades nacionales. Éstas deberán anunciar de antemano y poner a
consideración de los representantes de las transnacionales todas las
regulaciones y normativas que se dispongan aplicar, a fin de asegurar
que las grandes corporaciones y los lobbies comerciales internacionales
tengan tiempo y recursos para impugnar, contrarrestar, modificar o
impedir la aplicación de las decisiones que emanen de los gobiernos
nacionales.
Diseñado en estrecha consulta con el
sector financiero mundial, el TiSA obliga a los gobiernos firmantes a
ampliar la desregulación y liberalización de los mercados de valores;
les quita el derecho de mantener y controlar los datos financieros
dentro de sus territorios; los obliga a aceptar derivados crediticios
tóxicos; les niega la posibilidad de adoptar medidas para impedir o
responder a otra recesión inducida por el neoliberalismo.
En lo que al uso del internet se
refiere, los Estados perderán el control sobre dónde se almacenan y cómo
se utilizan los datos de sus ciudadanos. Ningún país firmante podrá
impedir a un proveedor de servicios que transfiera, acceda, procese, o
almacene información (incluida la personal), dentro o fuera del
territorio de ese país. No podrá requerir a un proveedor de servicios
que use instalaciones informáticas localizadas en su territorio para
procesar y almacenar los datos de los usuarios, como condición para
operar en ese país. Según los entendidos, esto constituye una flagrante
violación de la localización territorial de la información que resulta
imprescindible para garantizar la privacidad de los datos digitales y
asegurar la libertad de expresión. De aquí para adelante, ésta no será
respetada en ningún país. En todos, el libre pensamiento, las ideas
propias, serán objeto de persecución y encierro, cuando no, de muerte
“accidental”.
En cuanto al transporte aéreo de
pasajeros, el TiSA exige la liberalización de los servicios de
mantenimiento y reparación sin ninguna garantía. Lo que en la práctica
convierte los viajes por avión en un tránsito seguro a la incineración.
Según los expertos, aparte de liberar las tres áreas del transporte
aéreo internacional: servicio de reparación y mantenimiento de
aeronaves, servicio del sistema de reserva de vuelos y venta y promoción
de los servicios del transporte aéreo, el TiSA exige liberalizar
la asistencia en tierra, la gestión de aeropuertos y los servicios
aéreos especializados.
La aprobación del TiSA dejará a la
industria aereocomercial completamente dominada por las
multinacionales y bajo una estructura oligárquica, precisan. Los
gobiernos nacionales carecerán de control alguno y de su regulación
económica y social. Las políticas sobre la aviación quedarán
determinadas por las fuerzas del mercado internacional y por las
decisiones tomadas por los representantes de los accionistas.
Volveré con más, oportunamente. Sobre
todo ahora que en diferentes países de los implicados, se cierne la
amenaza de elecciones con candidatos, dispuestos a mantener el “secreto”
de los “Tratados” para no entorpecer en los “arreglos” y asegurar la
entrega de nuestras economías al “poder privado” del que pontificara
David Rockefeller, centenario patriarca de la masonería judeo-cristiana
sionista, y revivificador de la Hermandad de la Serpiente.
Fuentes:https://wikileaks.org/tpp-soe-minister/
http://www.publico.es/internacional/tisa-compromete-seguridad-del-transporte.html
http://www.publico.es/internacional/ocho-motivos-hay-preocuparse-tratado.html
http://www.publico.es/internacional/tisa-compromete-seguridad-del-transporte.html
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