Una mirada libertaria a la guerra moderna del gran capital contra los pueblos oprimidos del mundo
La
muerte, el miedo y el terror hacen parte de la naturaleza intrínseca
del capitalismo. Desde la invasión a Abya Yala en el siglo XV y las
guerras coloniales del siglo XIX hasta el nuevo imperialismo del siglo
XXI basado, completamente, en la acumulación por despojo, este modo de
producción y consumo que genera hambre y desigualdad ha utilizado la
violencia física y simbólica como formas para mantener el orden
existente y reprimir la justa lucha de las clases sociales subalternas.
Hoy
en día, hemos observado como los países europeos que se enorgullecen de
ser estados-nación modernos y defensores de los derechos humanos,
reprimen sin compasión a los inmigrantes que han tenido que salir de su
territorio como consecuencia de la guerra sucia que, paradójicamente, ha
sido provocada por occidente en todo medio oriente para extraer
recursos naturales, desarrollar monocultivos y evitar la germinación de
brotes de rebeldía que logren imaginar, pensar o crear otros mundos
posibles.
Este accionar
criminal de las metrópolis imperialistas es fiel reflejo de la
decadencia de una civilización que sigue haciendo uso ilegitimo de la
fuerza para salvaguardar los bolsillos de los dueños de las
multinacionales y de los políticos corruptos que viven en grandes
mansiones a costa de los sin techo, los sin voz, los sin tierra.
En
ese orden de ideas, se viene desarrollando una especie de apartheid
social donde el miedo al otro, al inmigrante, al pobre, al árabe,
configura un ambiente de odio racial y clasista que introduce, en la
mentalidad de los europeos, una falsa conciencia enfocada
específicamente en la xenofobia y el patriotismo en defensa de una
bandera, unas fronteras y unos valores artificiales construidos sobre
los cimientos de la infamia y el rencor.
Lo
anterior, no solo se refleja en las leyes promulgadas por los gobiernos
fascistoides de derecha sino también en las manifestaciones impulsadas
por grupos neonazis y en los campos de concentración construidos para
albergar a los refugiados.
Sin
embargo, este clima de racismo y de flujo de personas no solo se vive
en occidente sino también en América Latina. El gobierno “boliburgues”
de Nicolás Maduro viene llevando a cabo una guerra sin cuarteles contra
los colombianos que viven en Venezuela generando cientos de desplazados
forzados y utilizando la violencia estatal para defender sus intereses
socio-económicos.
Con la
excusa de librar las tierras del “libertador” de los grupos
paramilitares, Maduro viene llevando una política racista y autoritaria
basada en la represión, el odio y la intolerancia. Ya vamos entendiendo
el verdadero carácter reaccionario de los gobiernos “socialistas” y
“progresistas” que dicen promulgar una ideología con tintes populares al
tiempo que hacen negocios con empresas europeas, destruyen el
ecosistema andino, asesinan a los pueblos indígenas, fortalecen el
extractivismo y mantienen las brechas sociales entre ricos y pobres. Por
lo anterior, hay que abolir las fronteras, no creer ni en los gobiernos
neoliberales ni en los progresistas, destruir todo germen de violencia
estatal y paraestatal, reconstruir el tejido social desde abajo mediante
la acción directa, la autogestión y la hermandad entre pueblos.
El
poder fetichizado y corrompido desde arriba solo genera muerte, odio y
fanatismo. Ya es tiempo de derribar los muros que nos separan no solo
como pueblos oprimidos sino como clases sociales. Es hora de crear un
poder verdadero donde la comunidad decida sobre su propio destino sin
intermediarios y mediante procesos asamblearios y horizontales donde no
haya jerarquías de ningún tipo. La libertad, la felicidad, el amor, la
autonomía y la diversidad deben ser nuestras mejores armas libertarias
de combate y rebeldía.
Hay
que seguir organizando la digna rabia mundial para terminar de
derrumbar este sistema en crisis que sigue divulgando y reproduciendo
los valores más recalcitrantes de la sociedad burguesa. El racismo, los
estados, el capitalismo, el patriarcado, la xenofobia deben ser
aniquilados de la faz de la tierra para dar paso a un nuevo mundo sin
dominación, humillación ni explotación. Solo mediante la organización y
la lucha se podrán lograr hacer grandes cambios y llegar al tan anhelado
sueño de ver otros modos de vivir más humanos, antiautoritarios y
libertarios.
Enlaces relacionados / Fuente:
https://nclibertario.wordpress.com/2015/09/10/xenofobia-desplazamiento-forzado-y-patriotismo/
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