Ayotzinapa, París y los filtros de la mente
- Que la gente no debería sentir más horror o pena por lo ocurrido en París que por lo de Beirut, o las tragedias cotidianas en muchos países pobres (el argumento del “eurocentrismo”).
- Que la gente en México debería mostrar mayor horror e indignación por las tragedias nacionales (como los 43 estudiantes de Ayotzinapa), que por lo que ocurre fuera de nuestras fronteras (el argumento de que “te debería importar más la vida de un compatriota que la de un extranjero”).
- Y que en cierta medida lo ocurrido en París es “merecido” por el papel que tiene Francia en la lucha contra el terrorismo, que incluye ataques militares en Medio Oriente que generan muertes de civiles tan inocentes como los parisinos (el argumento del “se lo buscaron por andar de imperialistas”).
Ahora bien, más allá de las diferencias objetivas de cada caso, ¿deberíamos tener las mismas reacciones ante las noticias sobre 45 muertos en un bombazo en Beirut que ante más de 100 muertos en un ataque en París? ¿Deberían ser iguales las reacciones ante Ayotzinapa en México, que ante un ataque terrorista en Europa o Estados Unidos?
A nivel lógico e intelectual, desde luego que sí. Toda vida humana es igualmente valiosa y su pérdida en actos de violencia, una tragedia inaceptable. Más si se trata de las vidas de civiles inocentes. Esos son principios éticos claros que todos entendemos. Pero los seres humanos no somos criaturas lógicas e intelectuales, por más que nos guste vernos así. En realidad nuestra mente usa varios mecanismos y filtros irracionales para tratar de entender y sobrevivir al mundo que nos rodea.
Veamos tres que pueden jugar un papel importante en nuestra evaluación emotiva de noticias trágicas:
1.- El filtro del cálculo de probabilidades.Una de las reacciones humanas ante la tragedia es tratar de darle una explicación a sus causas para calcular si nos puede pasar algo así a nosotros mismos. Aunque somos pésimos evaluadores del riesgo(por ejemplo, nos da más miedo viajar en avión que manejar nuestro auto con dos copas de vino encima), nos encanta pensar que podemos reducir las posibilidades de que nos pase algo malo. Por eso, la violencia aparentemente aleatoria como la del terrorismo genera más ansiedad y temor que la violencia aparentemente dirigida a personas específicas, como la del crimen organizado. Y subrayo el aparentemente, porque eso es lo que nos permite pensar que “algo así no me puede ocurrir a mi”, sea o no cierto.
2.- El filtro de lo conocido y lo desconocido. Si usted vive en una gran ciudad de un país en paz, y parte de su experiencia cotidiana es salir a cenar a un restaurante, o ir a un concierto, y escucha que masacraron a gente en otra gran ciudad mientras cenaba o estaba en un concierto, no sentirá lo mismo que si le dicen que en un país en guerra mataron a varias personas de religión musulmana mientras oraban en una mezquita. Los filtros cognitivos de la mente le harán relacionarse naturalmente más con la experiencia que le resulta más familiar y cercana. Será más fácil ser empático emocionalmente con quienes tienen un estilo de vida similar al suyo, aunque racionalmente esté de acuerdo en que ambos eventos son igualmente tristes.
3.- El mecanismo de cercanía de la muerte. De acuerdo con Drew Westen, mas de 250 experimentos en todo el mundo han demostrado que recordarle a la gente su propia mortalidad genera en el cerebro una reacción de apego a las emociones y creencias más importantes para cada persona. Así, un padre de familia conservador que escucha en la televisión la historia sobre una víctima de ISIS que murió en París dejando huérfanos a cuatro pequeños, tal vez sentirá más ganas de ir a la iglesia a rezar. Pero si un activista social progresista escucha la misma historia, tal vez tendrá más ganas de ir a una manifestación contra la guerra en Siria. Ambas reacciones emotivas son igualmente válidas, porque ambas personas se están aferrando a sus creencias para sentirse mejor ante la idea de su propia mortalidad.
Así que, si a usted le indigna que sus amigos en Facebook no respondan igual ante París que ante Beirut o Ayotzinapa, tiene algo de razón. No lo hacen… y no lo pueden hacer, pero no por insensibles o desinformados, sino porque su mente tiene filtros diferentes a los de usted. Y si usted no se ha sentido igual ante Ayotzinapa que ante Beirut o París, no se sienta mal: también tiene algo de razón. Su mente tiene filtros que le hacen reaccionar de diferentes formas a diferentes eventos. Al final del día, se confirma que cada cabeza es un mundo.
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