La tragedia de París, como excusa perfecta para la intervención de la OTAN en Siria
Alberto García Watson / Damasco-Siria | En un discurso ofrecido este lunes por el presidente Francoise Hollande al Parlamento francés con motivo del reciente atentado en París, el mandatario galo ha manifestado que “Francia está en estado de guerra”, la pregunta del millón sería ¿cuando no lo ha estado?. La nación gala, lleva desde el comienzo del conflicto en Siria, comprometida con la supuesta causa de la “liberación del país del tirano que rige el sangriento régimen”.
Los servicios de inteligencia franceses llevan sobre el terreno cinco años abasteciendo a los grupos insurgentes de armamento y logística. Pero este fenómeno no es nuevo, mientras el mundo llora a las víctimas de los atentados en Paris, la mayoría se olvida –gracias a los medios de información occidentales- que Francia participó activamente -en un precedente cercano en el tiempo- de la destrucción del país más rico de África, Libia, no para traer un régimen de libertades al país magrebí, sino para ultimar al líder de la revolución libia –Coronel Gadafi- e implantar el terror en una nación que se ha convertido inexorablemente en un estado fallido. Francotiradores de élite del ejército francés dispararon en 2011 desde los tejados de la ciudad de Benghazi contra manifestantes y fuerzas de seguridad libios, comenzando el manido mito de los ataques del “régimen” contra su propia población que no es más que un fiel calco de lo que tuvo lugar durante las primeras manifestaciones de Daraa en Siria.
Los atentados de París que han despertado innumerables incógnitas en el proceder de los terroristas, especialmente cuando se trata de incidir en atentar en todo momento identificados con sus pasaportes, que como en el caso de uno de los terroristas que se inmoló cerca de estadio de fútbol parisino, no quedó absolutamente nada del individuo por la deflagración, no obstante, su pasaporte sirio fue encontrado junto a los restos, totalmente intacto. Esto nos recuerda a los atentados del once de septiembre de 2001, donde el carburante de los aviones que se estrellaron contra las torres gemelas, alcanzó tal temperatura que terminó derritiendo la estructura de acero de las torres provocando su posterior caída. En este caso y a pesar de las altas temperaturas tras la explosión, fue hallado intacto un pasaporte de uno de los terroristas que secuestraron el aparato. Más recientemente y durante el ataque terrorista contra la revista Charlie Hebdo en París el pasado enero, imágenes mostraban como uno de los hermanos Kouachi -protagonistas del ataque- se tomaba su tiempo a la hora de recoger una zapatilla deportiva caída a la calle, pero curiosamente dejaba su carnet de identidad dentro del coche para que las fuerzas de seguridad francesas lo encontraran cuando abandonaron posteriormente el vehículo a las afueras de Paris. Esta evidencia llevó a la policía francesa a la identificación de los hermanos y a la ejecución extrajudicial que posteriormente tuvo lugar.
Pero lo peor está por llegar, Francia ya tiene un largo recorrido de sangre y destrucción sobre naciones musulmanas como la antigua colonia de Argelia que durante su guerra de independencia en los años sesenta, sufrió uno de los más sangrientos genocidios sobre su población por parte de una potencia colonial, con un saldo total de un millón de argelinos muertos a manos de Francia. Pero el objeto de este ataque sobre suelo francés podría en opinión de expertos -ser un pretexto para involucrar a la OTAN de lleno en el conflicto sirio, en momentos en los que Rusia ha tomado el control de la lucha contra las bandas terroristas a sabiendas que de no hacerlo muchos de estos mercenarios terminarían actuando en suelo ruso. EEUU, lleva tiempo planificando una actuación masiva en territorio sirio en coordinación con el gobierno turco que hasta la fecha no ha fructificado. Este lunes ISIS ha enviado un comunicado alertando a los EEUU como próximo objetivo de sus ataques apuntando a Washington más concretamente. Pero la implicación estadounidense en la formación, patrocinio y abastecimiento de armas a los terroristas es tan evidente que la actuación de un tercero –en este caso Francia- legitimaría mejor una operación coordinada en Siria. La reciente publicación de un vídeo que muestra helicópteros de EEUU escoltando una larga caravana de ISIS, en territorio iraquí da cuenta de la implicación norteamericana en un conflicto que tiene como objetivo final la desestabilización y total fragmentación de Iraq así como el derrocamiento violento del presidente sirio Bashar Al Assad para imponer como en el caso libio, iraquí o afgano una marioneta sumisa a la agenda geoestratégica que occidente ha marcado para la región.
La fuerza aérea francesa comenzó este domingo la más impresionante campaña de bombardeos sobre Siria de la historia de la aviación gala. Con la excusa de bombardear la capital de ISIS, Raqaa, los jets franceses han atacado objetivos fuera del perímetro de las posiciones de los grupos insurgentes terroristas, provocando un importante número de bajas entre la población civil, aunque esto no será titular en ningún medio de comunicación occidental. De haberse tratado de la aviación siria la que hubiera provocado muertes civiles, el mundo estaría llorando desconsoladamente al ritmo de nuevas sanciones resolutas en algún Consejo de emergencia de Naciones Unidas.
Francia se arroga el derecho de bombardear un país sin permiso de la ONU, quebrantando impunemente el derecho internacional en la base de su presunta lucha contra el terrorismo yihadista, pero calla cuando su inteligencia militar suple y abastece de medios y recursos a estos mismos grupos mercenarios, desde los primeros días de la presunta “primavera árabe siria”. No importa que Siria hubiera elegido el pasado año democráticamente a su jefe del estado (algo que en España es impensable) por más del 88% de los votos (más del doble de los obtenidos por el presidente Rajoy en todo el estado español en 2011), en unas elecciones plurales, limpias y transparentes según órganos internacionales de verificación, no obstante Occidente, las monarquías wahabistas del Golfo, Turquía y como no, el régimen Israelí, han manifestado cómo y de qué manera debe de producirse la transición a una “democracia afín” en la que se obvie al presidente constitucional sirio Bashar Al Assad. Ya lo declaró recientemente Francoise Hollande, -Al Assad debe de irse- y el futuro de la nación árabe debe ser negociado en Ginebra sin la presencia de Siria. Un nuevo concepto actualizado del -Despotismo Ilustrado-, “todo para el pueblo pero sin el pueblo” que ya Francia hizo célebre en el siglo XVIII pero que mantiene el mismo espíritu absolutista galo de entonces.
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