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EE UU y la UE anulan las sanciones tras reducir Irán su programa nuclear
Ángeles Espinosa
El
Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) confirmó en la
noche de este sábado que Irán ha reducido su programa nuclear como se
comprometió a hacer en el acuerdo firmado en julio con EE UU y las otras cinco grandes potencias.
Poco después, tanto Estados Unidos como la Unión Europea anunciaron el
levantamiento de sanciones vinculadas al programa atómico. Los anuncios
estuvieron precedidos de un inesperado canje de presos entre Teherán y Washington.
Seis meses después del pacto, sus dos principales artífices, el
ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, y el secretario de
Estado norteamericano, John Kerry, volvieron ayer a Viena para asistir a
un momento definitorio para las relaciones bilaterales y de todo
Oriente Próximo.
John Kerry, confirmó en la capital austriaca que se había alcanzado la culminación del acuerdo “que hace Oriente Próximo más seguro, ya que ha reducido el peligro de una bomba nuclear”. “Cada una de las vías hacia una bomba nuclear han sido cerradas de forma verificable”, aseveró el secretario de Estado ante la prensa. La responsable de política exterior de la Unión Europea (UE), Federica Mogherini, también confirmó que se levantan todas las sanciones europeas.
El presidente iraní, Hasan Rohani, optó por felicitar a sus ciudadanos mediante Twitter. “Gracias a Dios por esta bendición y mi reconocimiento a la grandeza de la paciente nación de Irán. Felicidades por esta gloriosa victoria”, escribió. Unas horas antes, nada más llegar a Viena, Zarif ya había declarado: “Hoy es un buen día para los iraníes porque se van a levantar las sanciones”. El ministro iraní no podía ocultar su euforia. Llevaba días avanzando la inminencia del informe del OIEA y el levantamiento de las sanciones, ante el silencio tanto de ese organismo como de EE UU. Sin embargo, el Día de la Implementación, como se apodó este momento cuando se planificó la hoja de ruta para la puesta en práctica del acuerdo, se hizo de rogar. Negociaciones de última hora sobre el canje de presos parecían estar detrás del retraso. Pero lo que estaba en juego justificaba la espera.
El paso va a permitir no sólo la reintegración económica de Irán, algo altamente esperado por sus 80 millones de habitantes, sino su rehabilitación política. Aunque Teherán y Washington aún no han anunciado la reanudación de relaciones diplomáticas, cortadas poco después de que se proclamara la República Islámica en 1979, su acercamiento a raíz de las negociaciones nucleares ya ha dejado viejo el paradigma de su enemistad que ha venido definiendo Oriente Próximo.
Tanto el canje de presos de este sábado como la rápida solución de la captura por fuerzas iraníes de 10 infantes de marina estadounidenses unos días antes avanzan lo que puede significar el cambio.
El propio Zarif lo apuntaba en un artículo en The New York Times en el que reiteraba la disposición del Gobierno de Hasan Rohani a “dialogar, promover la estabilidad y combatir el extremismo desestabilizador” frente a Arabia Saudí, a quien presentaba como un país irresponsable.
De momento, no obstante, lo más inmediato será la posibilidad de volver a vender petróleo y de recuperar los entre 50.000 y 100.000 millones de dólares (46.000-92.000 millones de euros) y que, según las fuentes, Irán tenía bloqueados en bancos extranjeros (aunque una parte ya la ha ido recibiendo mensualmente desde que se firmó el plan de acción, en noviembre de 2013). La expulsión del sistema financiero internacional ha sido sin duda la más dura de todas las medidas porque ha dificultado y encarecido todas las transacciones, incluso las permitidas como la compra de medicinas.
Las sanciones han supuesto perdidas de decenas de millones de dólares para Irán. El embargo de petróleo ha reducido sus ventas a un millón de barriles diarios, frente a los 2,5 millones que vendía en 2012. Ahora sus responsables esperan poder aumentar enseguida la producción en medio millón de barriles, con el objetivo de alcanzar los 4 millones en un futuro próximo. Pero para ello, Teherán necesita modernizar su industria tras décadas sin acceso a una tecnología que por la mayor parte tiene patente estadounidense. Por no hablar de las infraestructuras. Algunas fuentes han estimado las inversiones requeridas en 150.000 millones de dólares.
El fin de las sanciones es sin duda un éxito para el Gobierno de Rohani, que dentro de un mes se enfrenta a unas elecciones clave para renovar el Parlamento y la Asamblea de Expertos (la Cámara que elige al líder supremo). Pero a pesar de que ha contado con el respaldo del ayatolá Ali Jamenei, la máxima autoridad de la República Islámica, sus aliados se enfrentarán en ellas a quienes consideran que se han hecho demasiadas concesiones.
Para llegar hasta aquí, Irán ha tenido que reducir sustancialmente el número de sus centrifugadoras (las máquinas que purifican el uranio para conseguir tanto combustible nuclear como material fisible para una bomba), exportar fuera de su territorio el exceso de uranio enriquecido que está autorizado a mantener y desmantelar el reactor de Arak, el plutonio derivado de cuyo funcionamiento ofrecía una vía alternativa al arma nuclear.
En un resumen muy gráfico de lo que opinan de esas concesiones ciertos sectores iraníes, el diario ultra Vatan-e Emruz informaba este sábado del cierre de Arak con el titular “Entierro nuclear” sobre una imagen de una palada de cemento, material con el que se ha rellenado el reactor de esa planta.
Yurika Amano, director general de la OIEA tiene previsto viajar hoy a Teherán para reunirse con Rohani y coordinar el trabajo de verificación que a partir de ahora seguirán desempeñando los inspectores del OIEA.
John Kerry, confirmó en la capital austriaca que se había alcanzado la culminación del acuerdo “que hace Oriente Próximo más seguro, ya que ha reducido el peligro de una bomba nuclear”. “Cada una de las vías hacia una bomba nuclear han sido cerradas de forma verificable”, aseveró el secretario de Estado ante la prensa. La responsable de política exterior de la Unión Europea (UE), Federica Mogherini, también confirmó que se levantan todas las sanciones europeas.
El presidente iraní, Hasan Rohani, optó por felicitar a sus ciudadanos mediante Twitter. “Gracias a Dios por esta bendición y mi reconocimiento a la grandeza de la paciente nación de Irán. Felicidades por esta gloriosa victoria”, escribió. Unas horas antes, nada más llegar a Viena, Zarif ya había declarado: “Hoy es un buen día para los iraníes porque se van a levantar las sanciones”. El ministro iraní no podía ocultar su euforia. Llevaba días avanzando la inminencia del informe del OIEA y el levantamiento de las sanciones, ante el silencio tanto de ese organismo como de EE UU. Sin embargo, el Día de la Implementación, como se apodó este momento cuando se planificó la hoja de ruta para la puesta en práctica del acuerdo, se hizo de rogar. Negociaciones de última hora sobre el canje de presos parecían estar detrás del retraso. Pero lo que estaba en juego justificaba la espera.
El paso va a permitir no sólo la reintegración económica de Irán, algo altamente esperado por sus 80 millones de habitantes, sino su rehabilitación política. Aunque Teherán y Washington aún no han anunciado la reanudación de relaciones diplomáticas, cortadas poco después de que se proclamara la República Islámica en 1979, su acercamiento a raíz de las negociaciones nucleares ya ha dejado viejo el paradigma de su enemistad que ha venido definiendo Oriente Próximo.
Tanto el canje de presos de este sábado como la rápida solución de la captura por fuerzas iraníes de 10 infantes de marina estadounidenses unos días antes avanzan lo que puede significar el cambio.
El propio Zarif lo apuntaba en un artículo en The New York Times en el que reiteraba la disposición del Gobierno de Hasan Rohani a “dialogar, promover la estabilidad y combatir el extremismo desestabilizador” frente a Arabia Saudí, a quien presentaba como un país irresponsable.
De momento, no obstante, lo más inmediato será la posibilidad de volver a vender petróleo y de recuperar los entre 50.000 y 100.000 millones de dólares (46.000-92.000 millones de euros) y que, según las fuentes, Irán tenía bloqueados en bancos extranjeros (aunque una parte ya la ha ido recibiendo mensualmente desde que se firmó el plan de acción, en noviembre de 2013). La expulsión del sistema financiero internacional ha sido sin duda la más dura de todas las medidas porque ha dificultado y encarecido todas las transacciones, incluso las permitidas como la compra de medicinas.
Las sanciones han supuesto perdidas de decenas de millones de dólares para Irán. El embargo de petróleo ha reducido sus ventas a un millón de barriles diarios, frente a los 2,5 millones que vendía en 2012. Ahora sus responsables esperan poder aumentar enseguida la producción en medio millón de barriles, con el objetivo de alcanzar los 4 millones en un futuro próximo. Pero para ello, Teherán necesita modernizar su industria tras décadas sin acceso a una tecnología que por la mayor parte tiene patente estadounidense. Por no hablar de las infraestructuras. Algunas fuentes han estimado las inversiones requeridas en 150.000 millones de dólares.
Menores expectativas
La vuelta a los mercados internacionales del país con las cuartas reservas de petróleo y las segundas de gas natural resulta potencialmente muy atractivo. Sin embargo, las circunstancias no son favorables y la contención mostrada por los iraníes parece reconocerlo. Por un lado, el crudo se cotiza a menos de 30 dólares, su precio más bajo de los últimos 12 años. Por otro, hay un exceso de oferta de 1,5 millones de barriles diarios. Eso rebaja tanto las expectativas de ingresos como el interés de los inversores. Aun así, los medios iraníes se hacían eco de la presencia en Teherán de ejecutivos de Total y Shell, dos de las grandes petroleras mundiales.El fin de las sanciones es sin duda un éxito para el Gobierno de Rohani, que dentro de un mes se enfrenta a unas elecciones clave para renovar el Parlamento y la Asamblea de Expertos (la Cámara que elige al líder supremo). Pero a pesar de que ha contado con el respaldo del ayatolá Ali Jamenei, la máxima autoridad de la República Islámica, sus aliados se enfrentarán en ellas a quienes consideran que se han hecho demasiadas concesiones.
Para llegar hasta aquí, Irán ha tenido que reducir sustancialmente el número de sus centrifugadoras (las máquinas que purifican el uranio para conseguir tanto combustible nuclear como material fisible para una bomba), exportar fuera de su territorio el exceso de uranio enriquecido que está autorizado a mantener y desmantelar el reactor de Arak, el plutonio derivado de cuyo funcionamiento ofrecía una vía alternativa al arma nuclear.
En un resumen muy gráfico de lo que opinan de esas concesiones ciertos sectores iraníes, el diario ultra Vatan-e Emruz informaba este sábado del cierre de Arak con el titular “Entierro nuclear” sobre una imagen de una palada de cemento, material con el que se ha rellenado el reactor de esa planta.
Yurika Amano, director general de la OIEA tiene previsto viajar hoy a Teherán para reunirse con Rohani y coordinar el trabajo de verificación que a partir de ahora seguirán desempeñando los inspectores del OIEA.
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