Los migrantes que México declaró "invisibles"
Cada
año, desde hace más de una década, una caravana de madres de migrantes
centroamericanos camina por México en busca de sus familiares,
desaparecidos en su viaje al norte. Algunos han sido encontrados, de
otros se consiguieron noticias. Este año el grupo avanzó en la ruta
legal y denunció la desaparición forzada de algunos. Un primer paso en
un sinuoso camino: el de buscar justicia. Iris Martínez no vino de
Honduras a buscar a su hijo. Aun así, carga al cuello su fotografía. En
ella, Carlos sonríe a la cámara. Es alto, rellena el pórtico de una casa
de madera blanca; su playera, tipo polo, es roja brillante, y debajo,
las mangas de un suéter negro delatan el clima. "En Houston hace mucho
frío, me contaba", dice la madre. Aunque el frío no fue problema en los
cuatro años que Carlos estuvo en Estados Unidos. "Se adapta bien, es
trabajador y le gustaba la aventura, conocer" dice la mujer. Iris
Martínez llegó a la ciudad de México con la XI Caravana de Madres de
Migrantes Desaparecidos. En los primeros 10 días de diciembre recorrió
más de 900 km en el sureste del país junto con otras madres que también
tienen hijos desaparecidos. Pero a diferencia de Esperanza, de
Nicaragua, Sebastiana, de Guatemala, y María, de El Salvador, Iris no
busca a Carlos en los rostros de las personas que van por la calle, ni
en los reclusorios que visita la caravana en Tabasco, Veracruz, Puebla o
Tlaxcala. Ella sabe que él no está ahí. La última pista que tiene de
su paradero la lleva al norte, a Reynosa, Tamaulipas, a donde la
Caravana no llegará por las condiciones de inseguridad.
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