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Candidaturas independientes. ¿A dónde nos llevan?
Talía Vázquez Alatorre
Candidaturas independientes. ¿A dónde nos llevan?
En
un sistema democrático debe existir la posibilidad, para cualquier
ciudadano, de participar en las elecciones como candidato a algún puesto
de elección popular.
Si bien, en teoría, los partidos
políticos no suponen un impedimento insuperable para que la ciudadanía
acceda a las candidaturas, sí supone un filtro. Este filtro debería de
ser cuestión de ideología o perfiles; cada partido habrá de reunir
personas afines a sus postulados fundacionales, a su corte ideológico y a
su vocación para con la sociedad.
Sin embargo, el
filtro partidista en los hechos resulta una verdadera mafia, sin contar
la indiscutible pérdida de ideología que los partidos sufren ahora. Por
ejemplo, en el PRD, Marcelo Ebrard, quien hubiera hecho un papel
satisfactorio para los parámetros izquierda como Jefe de Gobierno en el
entonces Distrito Federal, fue expulsado de manera vulgar de dicho
partido.
Así podríamos encontrar otras historias en los
demás partidos; no en vano sucede tanto el cambio de partido político:
no se da la oportunidad en uno, nos vamos a otro, como sea, y como ya he
mencionado, las barreras ideológicas son ya ilusorias.
Ante
esta situación tenemos ahora la figura de las candidaturas
independientes y por ello no debemos suponer que esta figura ha de
solventar solamente el hecho de que ciertos políticos encuentran
barreras para postularse en sus partidos. En una verdadera democracia
todo ciudadano debe tener la posibilidad de postularse, tanto
ex-militantes de partidos como ciudadanos que jamás han militado.
Los
candidatos independientes son aquellos que se postulan sin partido, sin
depender de una corporación política. Sin duda nos toparemos con un
sinnúmero de candidatos independientes que han militado previamente,
pero esto no debe significar que son incongruentes al haber optado por
la independencia. Recordemos que antes no existía otra forma de
participación más allá de los partidos, y estar interesado en participar
en política no es pecado.
Lo que es pecado lo será
tanto dentro de los partidos como fuera de los mismos. No porque un
corrupto renuncie a un partido dejará de serlo; así como tampoco el
hecho de que alguien honesto renuncie a un partido para postularse como
independiente lo hace incongruente.
Lo interesante será
enfrentarnos a un nuevo panorama con gran variedad de candidatos; la
ciudadanía debe encontrar la manera de ejercer esta figura de manera
eficaz. Como todo en México, la figura de la independencia puede llegar a
corromperse si la ciudadanía lo permite.
No podemos
dejar que estas candidaturas devengan en medios que sólo sirvan a
quienes ostentan un gran poder económico o cacicazgos políticos. Las
candidaturas independientes deben convertirse en el vehículo general
para que la ciudadanía llegue al poder y lo ejerza de manera responsable
y democrática.
Con las primeras victorias
independientes, la partidocracia se ha puesto en alerta y ha comenzado
ya a echar a andar su maquinaria para frenar el curso natural de esta
nueva institución. Los candados y barreras legislativas que se han
impuesto en diversas entidades federativas, para lograr una candidatura
independiente, afectan a los auténticos independientes, pero pueden ser
fácilmente rebasadas por candidatos “independientes” apoyados por la
partidocracia. Ya hasta el perrdedista Vladimir Aguilar anunció una
propuesta hecha a la dirigencia de su partido, consistente en apoyar,
junto con Acción Nacional, a Manuel Clouthier como independiente a la
gubernatura de Sinaloa.
La verdad es que los partidos
están intentando frustrar esta nueva institución política; cuando la
aprobaron la habían subestimado, pero no calcularon el hartazgo que
ellos mismos generaron. Ahora nos toca, como ciudadanía, defender la
independencia en las candidaturas y la manera de hacerlo, en principio,
es simple: ejercer el voto de manera razonada, informarse y conocer a
cada candidato.
Como ciudadanía debemos generar una
verdadera cultura política que nos permita tener un olfato político
agudo, de modo que podamos identificar a los lobos disfrazados de
ovejas. Debemos abandonar el voto en bloque de partido y comenzar a
desarrollar un voto informado y crítico.
Las
candidaturas independientes suponen una puerta hacia una democracia
dinámica y constructiva; sin embargo, queda en nosotros, en la
ciudadanía, – como siempre y como todo – aprovechar esta nueva
oportunidad.
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