¿Qué verá el Papa en México?
Fernando Buen Abad Domínguez
Rebelión/Universidad de la Filosofía
Sermón ateo.
Señor Papa Francisco:
Si
logra usted mirar más allá de las apariencias; si lo que usted dice
vale y se sostiene; si logra escuchar el dolor verdadero del pueblo
mexicano más allá de las sandeces discursivas de los monopolios
mediáticos y las cortinas de humo de la demagogia gubernamental… si
consigue usted que no lo conviertan en mercancía y si puede usted
hacerse carne de pueblo… en fin si su viaje a México no se hunde en un
periplo farandulero para anestesiar a las masas, seguramente verá usted
algunos de estos “paisajes”.
Hay grandes negocios –y negociados–
mundiales que comercian con las riquezas naturales, la psicología
social y el “templo del alma” de los trabajadores. Los explotan y
extenúan, los humillan y los reprimen, en su totalidad (o en partes),
para enseñorear al capital por encima de los seres humanos. Se cometen
crímenes físicos y morales diariamente, se usa a las mujeres, a los
hombres, a los ancianos y a los niños para enriquecer a oligarcas de
todo tipo en contubernio con gobernantes ilegales e ilegítimos. Escuche
al pueblo hijo de Zapata y al infierno en que ha vivido bajo el
capitalismo.
En México el presidente está
bajo sospechas de corrupción y complicidad con la mafia internacional
para saldar deudas viejas y emprender nuevas. Pídale fotos de la “Casa
Blanca”. Hay familias enteras sometidas (de manera anti-cristiana) a la
degradación obscena del hambre, la violencia, la explotación, el saqueo
de su trabajo y sus riquezas… familias, enteras, deben dedicarse a todo
tipo de prostitución y de pornografía (aunque no se desvistan) a veces
para sólo para poder comer ese día. Que no le escondan eso ni el
ejército, ni la policía, ni los guardaespaldas ni sus jefes. Hay
denuncias formales en todas partes… señor Papa a veces hay que ver para
creer. Cuídese mucho de los reformistas.
En México las “autoridades” y sus jaurías neoliberales tienen “fama” de ocultar lo que les incomoda,
especialmente la voz del pueblo que denuncia los atropellos.
Especialmente a punta de golpizas y desapariciones. Hay campesinos,
indígenas, obreros, estudiantes, científicos… en pie de lucha. Padres
que lloran desesperados desde la desolación del maltrato y la
indiferencia. Madres desgarradas -muchas de ellas se llaman María- en la
intemperie de la sorna y la desfachatez de un sistema económico y
político criminal. No acepte usted que lo traten como un incapaz o
inútil, que no le omitan esa parte macabra de la realidad mexicana hecha
negocio, crimen y espectáculo. No se trague usted los baños de pureza,
ni las prendas de la mascarada que, por delante, muestran sus mejores
lujos y por detrás cuelgan los jirones de una realidad aplastante,
dolorosa e injusta. El Monte Calvario se queda chico.
No
permita que le escondan la verdad profunda de México, la de un pueblo
que protesta y lucha, pueblo que acumula hartazgo y que, aun silenciado y
amedrentado, se da tiempo y fuerza para decir no, para decir ya basta,
para levantar su voz muy distinta y distante de la voz perversa y
asesina de las mafias que secuestraron al país entero con tanto celo y
tanta “pulcritud” ejecutiva, legislativa y judicial. Si para algo ha de
servir su tiempo en México que sea para escuchar el clamor de un pueblo
ahogado en la violencia y la sangre coagulada que cristaliza lo peor del
capitalismo. Hable usted con toda crudeza con el pueblo y hágase puente
de sus luchas. Pontífice, pues. El hedor del “estiércol del diablo” es
inhumano.
De nada servirá su visita si nos
contentamos con la foto. Y ya sabemos cuánto cuesta “sacarse la foto con
el Papa” y cómo se comercia con eso en las “altas esferas”. De nada
servirá su visita si la dejamos en el anecdotario de un cancionero
cursi. De nada servirá si no sirve para darle fuerza al pueblo, para
apoyar sus luchas, para que logre derrotar los tantos miedos y los
millones de silencios. Ni se le ocurra pedirle más mejillas para más
bofetadas. Ese capítulo místico quedó sepultado bajo el silencio de
Tlatelolco en 1968, por ejemplo. Quedó enterrado bajo cada uno de los
miles de fraudes electorales, bajo todas las represiones a campesinos y
obreros… quedó, también, enterrado en Ayotzinapa. Pídales más lucha y
más fuerza, más organización y más unidad. Eso sí que es salvífico.
Hay
millones de almas que a usted lo miran con esperanza y con respeto. No
son pocos lo que admiran su discurso en Bolivia y sus tantas frases que
exigen dignidad para los pueblos, justicia y paz. Palabra por palabra su
análisis de la situación mundial y su cuestionamiento a la
fundamentalismo del capital tendrán en México escenario perfecto porque
ahí reina todo género de maledicencias y desdichas “de mercado”. Lleve
usted suficientes fustes porque hay que echar a miles de mercaderes que
secuestraron el templo de la democracia, al templo de la justicia y al
templo de la verdad. Si se decide usted contará con la ayuda de millones
de mexicanos que, además, sufren una crisis aguda de dirección
revolucionaria. No le pido que los lidere sólo le pido que ayude al
romper el cerco del silencio. ¿No ese ese su papel?
No
sé si una sola de estas líneas será escuchada por usted y tampoco puede
pretenderse eso en medio del jaleo en que usted vive. Pero es
imperativo que se escuche al pueblo de México. Que se sepa que no está
muerto. Que se use todo espacio y todo pretexto para insistir y machacar
con la protesta y con el repudio siempre y cuando sirvan para algo en
verdad transformador. No para más tristeza ni para más miedos. No para
más “consuelos” y más “reformas” o reformistas. No para más de lo mismo.
Escuche el clamor de México revolucionario. Escuche a los más lacerados
por el abandono y por las palizas. Escuche el latido del embrión
revolucionario que renace y póngase a su servicio. No sé a dónde
llegarán estas líneas lo único que sé es que no quedarán en el
“tintero”. Ante la monstruosidad del capitalismo quedarse callado
también es “pecado mortal”. ¿O no?
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