Noam Chomsky: "No es extraño que a la gente no le entusiasme la democracia"
El Mundo (España)
26-04-16.- Un pequeño despacho con techo abuhardillado, con las
paredes llenas de libros y una mesa en el centro repleta de papeles
desordenados y con un ordenador. Ése es el centro de trabajo del que
probablemente sea el lingüista más influyente de las últimas décadas,
Noam Chomsky. Y, también, el principal líder de la izquierda radical del
mundo. El despacho de Chomsky es convencional en un edificio que no lo
es. El Centro Ray y Maria Stata, del Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT, según sus siglas en inglés), es una pequeña - y
controvertida- joya arquitectónica diseñada por Frank Gehry, el autor
del Guggenheim de Bilbao. Nada más ver el complejo, la firma de Gehry
queda de manifiesto, porque los dos edificios que componen el Centro -el
Alexander W. Dreyfoos, en el que está el despacho de Chomsky, y el
William H. Gates, que toma su nombre del padre de Bill Gates, que
financió su construcción- no tienen paredes rectas, sino que los muros
se doblan.
Para los críticos de
Chomsky, acaso el edificio sea una paradoja. A sus 87 años, el profesor
no dobla sus ideas desde los años 60, cuando desarrolló la teoría de que
los seres humanos estamos programados para manejar el lenguaje
de una manera predeterminada en nuestras neuronas; ni en política,
donde sigue defendiendo los mismos ideales de izquierda que entonces. Al
igual que el Centro Ray y Maria Stata, Chomsky ha sido criticado. No
tanto en Lingüística, donde sus teorías P: siguen siendo dominantes,
como en política. Ha sido acusado de defender el genocidio por su
postura a favor de la libertad de expresión incluso en casos como la
negación del Holocausto -algo curioso siendo él mismo judío-, de hacerle
el juego a dictadores, y de oponerse a Occidente en general y a Estados
Unidos en particular siempre y en todo lugar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario