El teorema de ¿Pitágoras? :La tablilla Plimpton 322
Sin
duda Pitágoras es el matemático más conocido del gran público. Todo el
mundo recuerda su famoso teorema. Pero las Matemáticas le deben a
Pitágoras y a los pitagóricos mucho más. Ellos son los que pusieron las
primeras piedras científicas no solo de la Geometría sino también de la
Aritmética, de la Astronomía y de la Música. Pero antes de Pitágoras
otras dos culturas habían desarrollado unas matemáticas prácticas muy
potentes: los babilonios y los egipcios. Exploraremos sus aportaciones
tanto en el terreno de los sistemas de numeración que empleaban, como de
sus habilidades astronómicas y geométricas. Del sistema sexagesimal de
los babilonios hemos heredado tanto la división de la circunferencia en
360 grados como la forma actual de medir el tiempo en horas, minutos y
segundos. Sus tablillas nos reservan unas cuantas sorpresas matemáticas.
Quizás la más importante, la tablilla Plimpton, nos desvela el hecho
sorprendente de que conocían las ternas pitagóricas mil años antes de
que Pitagoras viera la luz.
Los
textos matemáticos más antiguos disponibles son la tablilla de barro
Plimpton 322 , data de 1900 a de C., el papiro de Moscú de 1850 a de C.,
el papiro de Rhind de 1650 a de C. En todos estos textos se menciona el
teorema de Pitágoras, que es el más antiguo desarrollo matemático
después de la aritmética y la geometría básica.
La tablilla babilónica, conocida por el número de catálogo Plimpton 322 (por tener ese número de la colección del mismo nombre) que se encuentra en la Columbia University Library (N.Y.)) ejemplifica perfectamente lo que queremos decir.
Esta
tablilla data del período babilónico antiguo (ca.1900 a 1600 a.C.). Es
tan sólo el fragmento de una tabla más grande, ahora perdida para
siempre, y demuestra no ser un simple registro de transacciones
comerciales como muchas de sus hermanas, sino un texto matemático
percusor de ideas trigonométricas muy cercanas a las actuales, con
extraordinario grado de exactitud, como vamos a ver.
La transcripción de las seis primeras filas es la siguiente:
1,59,0,15_______________________1,59____________2,49____________1
1,56,56,58,14,50,6,15____________56,7____________1,20,25__________2
1,55,7,41,15,33,45_______________1,16,41_________1,50,49__________3
1,53,10,29,32,52,16______________3,31,49_________5,9,1____________4
1,48,54,1,40____________________1,5_____________1,37_____________5
1,47,6,41,40____________________5,19____________8,1______________6
Hemos
de tener en cuenta antes de empezar a desentrañar la tablilla que los
babilonios utilizaban la numeración sexagesimal, por lo que debemos
convertir las cifras a nuestra numeración antes de cualquier intento.
Tomemos la sexta línea, por ejemplo:
1,47,6,41,40________5,19______8,1______6
Tras la conversión en decimal obtenemos:
1,785192901_______319________481________6
La conversión se realiza de la siguiente forma:
1,47,6,41,40=1·600+47·60-1+6·60-2+41·60-3+40·60-4=1,785192901
y de la misma forma los siguientes números.
Convendrán
conmigo que es una proeza inmensa encontrar la relación entre estos
números. Más aun teniendo en cuenta que nuestra tablilla es una más
entre un sinnúmero de ellas que recogen cifras sin mayor interés
matemático, que bien pudieran ser registros contables de mercancías.
Pues
bien: la relación es la siguiente. Si tenemos un triángulo rectángulo
(ver figura) cuya hipotenusa valga 481 y uno de sus catetos 319,
entonces el otro cateto, mediante el teorema de Pitágoras vale 360.
El cociente entre la hipotenusa y este último cateto es 481/360= 1,33611111, y su cuadrado vale 1,785192901; exactamente hasta el noveno decimal la primera cifra de la primera fila de la tablilla.
Varias
cosas hay que comentar llegados a este punto: la primera es que tal
exactitud nos sirve para rechazar cualquier procedimiento de medida real
de triángulos para llegar al dato: su hallazgo debe ser teórico sin
lugar a dudas: no es posible medir hasta la milmillonésima sin error.
Por otro lado, el lector habrá observado que el cociente cuyo cuadrado
es el número de las primeras columnas es el cociente de dos números, uno
de los cuales (la hipotenusa) está en la tablilla, pero el otro no. En
efecto, es el cateto restante el que aparece en la tablilla, no el
utilizado para el cociente.
Dicho
cociente es el inverso del coseno del ángulo que forma la hipotenusa
con el cateto que no aparece en la tabla. Por tanto, la primera columna
representa los valores del cuadrado de la secante del ángulo citado.
Nosotros
sabemos encontrar el cateto restante, dadas la hipotenusa y un cateto
mediante el Teorema de Pitágoras, pero presumiblemente los babilónicos
lo desconocían. También desconocían lo que era un seno, una tangente o
una secante. ¿Se puede mantener tal desconocimiento a las luces de esta
tablilla?
Pues
sí se puede. Los antiguos eran antiguos, pero no eran idiotas. Parece
ser que sin conocer el teorema de Pitágoras, se conocían los valores de
ciertas ternas pitagóricas: ternas de números enteros a,b,c que cumplían
que a2=b2 + c2. Los constructores de esta tabla debieron comenzar por dos números sexagesimales p,q , para hallar la terna (p2-q2, 2pq , p2+q2).
Un simple ejercicio de álgebra nos convence de que en efecto ésta es
una terna pitagórica. Limitándose a valores de p menores de 60, y a
triángulos rectángulos en los que b= p2-q2es menor
que c=2pq, los babilonios debieron descubrir que existían 38 pares
posibles de p y q que satisfacen las condiciones, con lo que
construyeron las 38 ternas correspondientes.
En
nuestra tablilla aparecen las 15 primeras. Quizás, el escriba
prosiguiera en otra tablilla con las restantes. El orden de las filas
viene dado por los valores de la primera columna, de mayor a menor, y
corresponden a ángulos desde 45o hasta 31o.
Esta
que ahora nos ocupa es, a juicio de los investigadores una de las
tablillas babilónicas más extraordinarias. Una muestra de la
extraordinaria exactitud de los cálculos de esta tablilla nos la
proporciona la fila décima. Una simple observación de la ilustración de
la tablilla basta para comprobar que el primer número de la décima
tablilla tiene más dígitos que los demás; efectivamente representa el
cuadrado de la secante del ángulo correspondiente con ocho cifras
sexagesimales, lo que corresponde a catorce decimales en nuestra
notación decimal. Todos ellos correctos.
Ni
la Nasa necesita ese nivel de exactitud en sus cálculos de órbitas,
pues los errores y las indeterminaciones de todo tipo son de mayor
entidad.
Finalmente, en el año 1954 Neugebauer y Sachs publicaron en Mathematical cuneiform text, el descifre de la tablilla (Plimpton 322)(un resumen lo puedes encontrar aquí)
. En ella aparecen enumerados los triángulos rectángulos con lados cuya
medida sea un número entero, o sea, los tríos de números pitagóricos x2 + y2 = z2. La reconstrucción del método de su elección conduce, aparentemente, a las fórmulas: x = p2 – q2 ; y = 2pq ; z = p2 + q2, conocidas en la Teoría de los Números como diofánticas.
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