Los otros israelies
6/7/2016 9:28:55
por JOSÉ SCHULMAN/ Resumn Latinoamericano/ 5 de Julio 2016.-
“Mi impresión general es que, para la mayoría de los israelíes, su país resulta invisible.
Estar en él implica una cierta ceguera o incapacidad de ver qué es
y qué ha ocurrido y lo que resulta más extraordinario, una falta de disposición
para comprender qué ha significado para otros en el mundo
y especialmente en Oriente Medio.”
Edward Said. Nuevas Crónicas Palestinas.
Pág. 148. Editorial Mondadori. 2002.
En
1967, cuando el ejercito israelí completó la ocupación casi total de la
Palestina histórica, incluyendo toda Jerusalén, la franja de Gaza y
casi toda Cisjordania, yo tenía quince años, me acababa de afiliar a la
Federación Juvenil Comunista y combinaba mi militancia clandestina en el
movimiento estudiantil secundario con la participación en una
institución judeo progresista en la ciudad de Santa Fe, capital de la
provincia del mismo nombre. Recuerdo, como si fuera hoy mismo, la
realización de una gran asamblea de los asociados y el publico en
general, ante el desarrollo de la guerra.
También recuerdo mi
asombro ante los pocos que asumimos la causa palestina contra la
barbarie sionista y el accionar genocida del Ejercito del Estado de
Israel. Educado por mis padres en el amor a la verdad y la paz, la
justicia y el progreso social, nunca tuve dudas sobre de qué lado del
“conflicto” estaba la verdad y la razón.
Poco tiempo después,
el auge de las luchas populares me inclinó a concentrar mis inquietudes
sociales en las luchas generales y fui perdiendo contacto con aquella
institución, a la que tanto debo en cuanto a la formación ética y
humanista, como con aquellos debates. Luego como en una vorágine vino
la primavera camporista, el regreso de Perón, la triple A y el
terrorismo de estado me ubicaron en el campo de los agredidos y ya nada
volvió a ser lo que pudo haber sido.
De mi larga experiencia en
la lucha contra la impunidad aprendí que no hay violación a los
derechos humanos, y mucho menos si son actos sistemáticos y de extrema
gravedad, que no tengan un discurso de justificación y una parte de la
población que asienta o acompañe tales actos terroristas de Estado.
En
sus Nuevas Crónicas Palestinas dice Edward Said que es en ese terreno
de la lucha cultural que el sionismo ha establecido una clara ventaja
sobre el movimiento de liberación nacional palestino; por las
debilidades ideológicas del movimiento palestino pero también por el
eficaz modo en que el sionismo logró resignificar la historia del pueblo
judío, del nazismo y el genocidio de los pueblos durante la Segunda
Guerra Mundial y aún toda la historia del “conflicto” con los
palestinos, al que nunca se lo llama con su nombre: ocupación militar
del territorio y sometimiento a condiciones sub humanas de vida para su
población.
Se dice que supieron aprovechar de manera
inteligente el sentimiento de culpa de las “democracias occidentales”
que, desde la traición a la Republica Española hasta la ilusión de que
la Alemania Nazi destruiría la odiada Unión Soviética, permitieron la
persecución a los judíos, los ghettos y los campos de exterminio, en
fin, el genocidio de los judíos que el sionismo, para separar de los
otros genocidios y construir el camino “exclusivo” del pueblo judío,
llama holocausto o shoa, en una maniobra semántica que no tiene nada de
ingenua.
Luego de estar en Palestina, cruzar el check point y
penetrar al Jerusalén Occidental o viajar a Tel Aviv tiene la ventaja de
sentir como viven del otro lado, como comienzan a hacerse invisibles
los niños palestinos de las aldeas y cómo se borran los muros y los
fusiles automáticos de los omnipresentes soldados y soldadas. Siempre es
útil mirar la realidad de los dos lados.
Y también resultó
sumamente útil conversar con las compañeras y compañeros de B ´Tselem,
de Médicos para la Paz, del Partido Comunista y del Meretz, fuerzas
políticas con representación parlamentaria con una particularidad: todos
los que conversaron con nosotros habían vivido en la Argentina
(algunos salieron del país escapando del terrorismo de Estado, otros de
las sucesivas crisis del capitalismo argentino). Para Efraim Davidi,
docente de la Universidad de Tel Aviv y dirigente comunista, en Israel
se verifica un proceso de fascistización de las elites (tanto la ultra
religiosa como la “liberal” en el plano religioso y la vida cotidiana,
aunque tan feroz en el odio a los palestinos como la otra) que va
moviendo la sociedad israelí hacia la derecha. De algún modo uno mismo
puede verificar ese corrimiento releyendo los textos y debates de los
90, sobre todo luego de los acuerdos de Oslo, en los que se puede seguir
la batalla perdida por los sectores moderados del sionismo ante la
ultraderecha de todo pelaje. Ese corrimiento a la derecha le ha quitado
aire a la centro izquierda y, paradójicamente o no tanto, ha abierto el
espacio para la izquierda consecuente y radical: los comunistas y los
partidos que se proponen representar a los israelíes no judíos también
llamados los “palestinos del 48” porque son los descendientes de
aquellos palestinos que quedaron encerrados en el territorio que Israel
proclamó como propio y que sin portar la nacionalidad judía, conservan
la ciudadanía israelí como ya hemos explicado en otra crónica.
Comunistas y partidos palestinos constituyen la lista unificada que
llega a trece diputados, y a su vez acuerdan con el Meretz que tiene
otros cinco diputados. La Lista Unificada es el tercero en importancia
de los bloques legislativos de los que funcionan en la Knesett (el
parlamento israelí tiene 120 diputados), con derecho a interpelar
ministros, siendo la oposición real en las instituciones de Israel, con
todo lo que eso puede tener de valioso y de limitado, como cualquiera
imaginará.
Existe también, y no necesariamente vinculado
estrechamente a las izquierdas, un movimiento de derechos humanos que
actúa como vocero de las víctimas de la ocupación militar. Muchas de
estas instituciones, igual que las palestinas con las que muchas veces
coordinan y articulan, nacieron luego la Segunda Intifada del año 2000.
La compañera de B ´Tselem (en su pagina web http://www.btselem.org/
publican constantemente denuncias sobre las violaciones a los derechos
humanos en territorio ocupado por Israel) nos contó brevemente su
historia plural y un riguroso método de recolección de denuncias que
incluye la capacitación y financiamiento de una red de militantes
palestinos en el territorio ocupado que recogen las denuncias que luego
son confirmadas, contextualizadas y sistematizadas por un importante
colectivo de expertos en derechos humanos que trabajan en Jerusalén.
Igual que los organismos de derechos humanos bajo la dictadura, sufren
robos de computadoras, sabotajes y provocaciones. También persecuciones
judiciales que los ha llevado a anunciar que no realizarán más denuncias
contra el Ejercito porque este las usa para, investigaciones fraguadas y
fraudulentas mediante, pretender que cumple parámetros de respeto a los
derechos humanos. A otra organización, “Rompiendo el silencio”, de ex
militares por la paz, los jueces presionan para que rompan el pacto de
confidencialidad con los denunciantes y así aplastar hasta la más mínima
denuncia.
La colaboración de B ´Teselem con Addameer y otros
organismos palestinos de derechos humanos es fenomenal: sus denuncias
constituyen un apoyo sólido a la labor de las y los compañeros
palestinos. El rigor de la recolección de las denuncias y el
profesionalismo con que la analizan y procesan le han dado a la
organización israelí una gran credibilidad internacional y el odio de
los ultras que no pueden descalificarlos como antisemitas o
“terroristas” aunque si los tratan como traidores y agentes de gobierno
extranjero (hay una propuesta de que deban llevar una identificación que
diga que son financiados por ONG extranjeras, cualquier semejanza con
el brazalete con la estrella de David que imponía Hitler no es pura
casualidad).
Con casi todos ellos estuvimos el sábado 30 de
mayo poco antes de compartir un acto en la calle, en pleno centro de Tel
Aviv, donde una tres mil personas, con banderas rojas, palestinas y de
otros colores, marchó en repudio de la designación como Ministro de
Defensa del nazi Avigdor Lieberman quien en sus discursos electorales
aboga directamente por “cortar la cabeza de los árabes con un hacha”
(para los estadistas israelíes no existen los palestinos, son “árabes”,
el principio de negar hasta la existencia del enemigo se cumple a
rajatabla).
Detengamosno un minuto en el Ministro para ilustrar
de que hablamos cuando hablamos de fascistización de Israel. Avigdor
Lieberman habita en Nokdim, una colonia israelí (colonia es toda
construcción no militar en territorio ocupado y por ello ilegal sin más)
ubicado en Cisjordania. Habla de bombardear Irán, como también Beirut.
Propulsor del llamado Plan Transfer que consiste en trasladar a
Jordania u otros países árabes a todo habitantes árabes que vivan en
Israel y los territorios ocupados. Un Lieberman con opiniones tales como
“Sería mejor ahogar a los palestinos en el Mar Muerto, si fuera posible, puesto que es el punto más bajo del mundo”.
Ideas y prácticas similares a las expresadas por los partidarios del
nacionalsocialismo hitleriano, que implementó una política de exterminio
del pueblo judío, tal como el sionismo lo concreta con el pueblo
palestino. Una paradoja cruel que asimila el nacional/socialismo con el
nacional/sionismo.
Y en esa sociedad, en ese clima social de
claudicación ética de masas un grupo de jóvenes, muchos jóvenes, mujeres
y hombres de todas las edades, levanta su bandera roja, hace flamear la
insignia palestina y avanza cantando en hebreo la Internacional, dando
gritos contra la ocupación militar y el racismo.
Se dirá que es lo mínimo que pueden hacer por su humanidad. Y es cierto.
Pero
se acordará que hay que tener una valentía ética y una dignidad
envidiable para atreverse a tanto en un espacio tan intolerante y
agresivo.
Con esas banderas rojas y palestinas flameando al
viento de Tel Aviv prefiero cerrar estas crónicas palestinas. Porque no
hay salida de la tragedia palestina si una parte de la sociedad israelí
no despierta del sueño imperial que hoy la droga y embrutece.
Como
mi marcha no es muy firme, en el acto busqué una silla a un costado y
me senté. Frente a mi se fue poblando de banderas y banderas hasta
hacerme confundir. Ya no estaba en el centro de la ciudad más moderna y
poderosa de Israel. Volvía a aquellos actos de homenaje a los
combatientes del ghetto de Varsovia en la Santa Fe de los 60 del siglo
pasado. Cuando la idea del origen judío se vinculaba a los viejos
obreros que contribuyeron a fundar el movimiento obrero y socialista de
la Argentina. Y el ejemplo de mi papá, antiguo obrero maderero,
autodidacta y convencido comunista que una y otra vez fracasó como
comerciante porque su ética estaba por encima de todo enriquecimiento.
De
esos judíos me siento heredero, porque son de la misma estirpe que los
niños palestinos que disparan piedras contra el ocupante. Sueño con que
pronto, otros niños, judíos, se le unan en el sueño eterno de ser
libres, porque no hay pueblo libre si esclaviza a otro y también el
pueblo judío será reivindicado si se finaliza la ocupación militar y se
camina hacia el reconocimiento pleno y efectivo de todos los derechos
para todos los palestinos. Para los que quedaron dentro de Israel, para
los que habitan en Cisjordania, Jerusalén y la Franja de Gaza. Para
los que están desparramados por casi todo Medio Oriente. Para todos los
que guardaron la llave de la casa de la que los expulsaron, para todos
los que con Mahmud Darwish contestan así sobre la identidad palestina
Escribe
que soy árabe;
que robaste las viñas de mi abuelo
y una tierra que araba,
yo, con todos mis hijos.
Que sólo nos dejaste
estas rocas…
¿No va a quitármelas tu gobierno también,
como se dice?
Escribe, pues…
Escribe
en el comienzo de la primera página
que no aborrezco a nadie,
ni a nadie robo nada.
Más, que si tengo hambre,
devoraré la carne de quien a mí me robe
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