Señala el compañero Témoris Grecko: en los últimos 25 años han sido asesinados 309 periodistas en Irak, 146 en Filipinas y 120 en México (Buscandosendas); nuestro país es el más peligroso para los informadores en América Latina. No sabemos qué ha ocurrido en esos países ignotos, al decir de de Jorge Ibargüengoitia, pero lo que está muy claro es lo que ocurre acá: en muy pocos casos se aclararon los casos de los tecleadores liquidados. Y cuando se llegó a ciertos resultados, es porque hubo una presión amplia de los informadores, exigencia reiterada a las autoridades y hasta comisiones de la verdad o investigación donde participaron amigos de las víctimas. Un caso, el de Manuel Buendía, aunque nunca se aclaró quiénes fueron los autores intelectuales (¿Miguel de la Madrid y otros?)
Después de los actos en los cuales participaron familiares de los muertos, y varias organizaciones periodística: Fotorreporteros, Voz Alterna, Colectivo Derecho a Informar, Ojos de Perro contra la Impunidad y destacados tecleadores y artistas (Mardonio Carballo, Armando Vega Gil, etc.), todavía no hay una solución aceptable a los homicidios de Mile Virginia Martín, Yesenia Quiroz, Alejandra Negrete, la activista Nadia Vera y el artista de la lente, Rubén Espinosa Becerril.
Es más, como hace 40 años- el golpe al periódico Excélsior por Luis Echeverría-, la inmensa mayoría de los cotidianos no informó al respecto de los actos exigiendo justicia, los cuales se realizaron en Jalapa, Guadalajara y la Ciudad de México. Eso sí, días antes una serie de columnistas muy “bien pagados” denigraron nuevamente a los silenciados, defendieron a las autoridades capitalinas y hasta tacharon a los abogados que piden justicia de estar metidos en estos asuntos para obtener dinero de organismos internacionales (sic que ve ojos de dinero a muchos que dicen informar para su provecho personal).
En contraparte a esos arcaicos y pésimos hábitos, encontramos quiénes desplegaron una equilibrada y crítica información: Aristegui Noticias, Proceso (número 2074), dos emisiones de los noticiarios de Radio Educación, un reportaje de Daniela Pastrana, el citado Témoris, Dos Naciones en internet, Marcela Turati, Artículo 19 y algunos más.
¿Cuál es el reclamo de familiares y defensores de un periodismo sin ataduras?
Primero que no hay una investigación, en el caso de Rubén y Nadia, respecto al gobierno de Veracruz, ya que ambos tuvieron que salir del estado debido a las amenazas que sufrieron del ominoso gobierno de Javier Duarte. Dos, que no obstante una recomendación del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred), solicitado por la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), no se pude seguir criminalizando a la colombiana, Mile Virginia Martín, de que era prostituta o estaba metida en cuestiones de narcotráfico ya que en los exámenes posmortem no se encontraron huellas de relaciones sexuales con los supuestos asesinos ni menos rastro de drogas. Tercero, que hay contradicciones entre quienes están detenidos, no se han recabado todos los videos del caso, hay 11 huellas ignoradas en la escena del crimen, igual que la de un zapato lleno de sangre; no se tienen determinadas las llamadas que uno de los presos hizo a Puebla, Chihuahua y otros lugares, por señalar unas cuantas de las muchas omisiones existentes.
Es más, el trío citado: Daniel Pacheco, Abraham Torres Tranquilino y César Omar Martínez están detenidos en una zona exclusiva del reclusorio Oriente y no se les puede, ni siquiera interrogar por los abogados de quienes aparentemente asesinaron.
Otra cuestiones incongruentes es que a cuatro de los asesinados, excepto la señora, Alejandra Negrete, que fue a hacer el aseo el 31 de julio de 2015, se les torturó en exceso, se les disparó con una pistola nueve milímetros- la cual hace un ruido espantoso que ningún vecino escuchó- y se les asfixió con una cuerda que no se encuentra.
El pasado 18 de julio, en una entrevista con Alejandro Páez Varela (SinEmbargo), el jefe de gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, aseguró que en este caso, sin duda, se llegaría “hasta sus últimas consecuencias”, lo que abrió esperanzas a muchos que han trabajado en el caso, entre ellos los abogados David Peña, Karla Michel Salas y Leopoldo Maldonado. Pero todo ha quedado en palabras.
Ello porque las investigaciones que realiza desde el inicio el equipo del procurador capitalino, Rodolfo Ríos Garza, no avanzan para nada. Hay obstáculos y no se indagan asuntos como el por qué la Subsecretaría Especializada de Investigación de la Delincuencia Organizada (SEIDO) de la PGR no tienen videos acerca de la entrada de la colombiana, Mile Virginia Martín, a México ni datos de los sitios donde aparentemente trabajaba como artista.
Estamos, pues, ante una investigación que está empantanada. Es necesario conjugar esfuerzos de las organizaciones preocupadas por estos homicidios y exigir cuentas reales y a fondo a las autoridades de la CdMx.
Como anotó en su intervención (el 31 de julio pasado en Jalapa) el fotorreportero de El Financiero, Alejandro Meléndez, recordando una frase de Rubén Espinosa: es necesarios siempre ir: “Cabeza arriba y frente en alto”.
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