Crónica de una dictadura
Se castigan las "flexiones", se premian las genuflexiones.
La noche
del 6 al 7 de enero, nos encontrábamos sentados en la acera de la calle
Ricardo Lozano Monzón casi esquina con Moncasi, cuando nos ocurrió algo
del todo insólito y sobretodo injusto y sin sentido.
Estábamos
sentados en la acera con las rodillas flexionadas y los pies apoyados en
la calzada, tal y como nos hemos sentado todos miles de veces. La
imagen era la de dos personas sentadas en la acera charlando
tranquilamente, sin beber, sin chillar, sin montar follón, simplemente
hablando entre ellas. Por la calle no transitaba apenas nadie,
únicamente había un grupo de chavales un poco más adelante con un
monopatín y la presencia de coches era prácticamente nula.
A la 1:45
apareció un furgón de la Policía local, concretamente de la unidad UAPO.
Pasó a nuestro lado sin ningún problema, pero bajaron la ventanilla
para advertirnos de que subiéramos los pies a la acera porque
consideraban que estábamos obstaculizando el paso. Eso no era cierto
puesto que ellos habían pasado sin ningún problema, no dijimos
absolutamente nada y nos limitamos a encogernos y subir los pies, tal y
como nos habían indicado. Una vez el furgón pasó, nosotros volvimos a
nuestra anterior posición, ya que el supuesto obstáculo ya no tenía
lugar.
Cual fue
nuestra sorpresa cuando en apenas 2 minutos el mismo furgón volvió a
aparecer, paró justo delante de nosotros, se bajaron varios agentes y
nos ordenaron que les entregáramos nuestros DNI. Preguntamos si podíamos
saber el porqué, y nos contestaron que “por obstaculizar el paso”. Sin
mediar más palabra les entregamos la documentación y esperamos a que nos
la devolvieran. Cuando lo hicieron, nos entregaron sendas multas con
una falta tipificada como grave y una sanción que asciende a los 400€
entre los dos.
No salimos
de nuestro asombro y es imposible de entender. Una multa de 400€ a dos
personas que no estábamos haciendo absolutamente nada, que en todo
momento respondimos a las órdenes de los agente y que únicamente
volvimos a colocarnos como estábamos una vez que dejamos de ser un
supuesto obstáculo, como cualquier persona a la que se le pide paso.
El nuestro
es un caso clarísimo de abuso policial, tanto por la actitud de los
agentes, como por su arbitrariedad y por la desproporción en la multa.
Conocemos otros casos parecidos, y muchos bastante peores que el
nuestro. Algunos de ellos se han hecho públicos, causando gran polémica
en nuestra ciudad. Pero nos tememos que muchos otros quedan en el más
absoluto silencio, debido que a las víctimas de estos abusos no suelen
denunciarlos, “para no meterse en más líos”, o simplemente porque no
saben cómo hacerlo.
La actitud
de la policía local de nuestra ciudad es muchas veces prepotente y
abitraria, sabedores de que sus excesos no serán castigados. En el caso
concreto de la UAPO, nos encontramos ante una unidad que acumula
numerosos casos de abuso policial y cuya propia existencia se pone en
cuestión cada día. Tenemos un grave problema cuando quien se supone que
ha de resolverle problemas a la ciudadanía, se dedica a creárselos y
entiende el “apoyo policial operativo” como multar a dos personas con
400 € por sentarse en la acera.
Queremos
vivir tranquilos en nuestra ciudad, disfrutar de sus calles, pasear,
encontrarnos con nuestros vecinos y poder charlar en paz con ellos, sea
de pie, en un portal o sentados. Porque nuestra ciudad pertenece a sus
habitantes, y no podemos permitir que el abuso policial, arbitrario,
absurdo y desmedido condicione nuestra vida.
Continuaremos saliendo a la calle y si nos multan por sentarnos… nos levantaremos.
(Tomado de Tuiter)
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