Siria.- Repercusiones de la liberación de Alepo a nivel interno, de Oriente Próximo y más allá
Alberto Cruz
CEPRID
La
victoria del gobierno sirio sobre el conglomerado de fuerzas islamistas
que controlaban los barrios orientales de Alepo – a partir de ahora,
“la contra” (1)- ha supuesto una reconfiguración no sólo del mapa
político interno de Siria, sino de Oriente Próximo e incluso más allá.
No sólo porque esta victoria marca un antes y un después de la guerra,
sino que pone con toda claridad sobre la mesa tres elementos escasamente
cuestionables: a) Bashar al-Assad está ahí para quedarse; b) Rusia
tiene todas las cartas en la mano; c) EEUU deja de ser el actor
principal en una zona que hasta hace muy poco tiempo era de su exclusivo
dominio.
1.- Antecedentes
Sin
remontarse a los seis años de guerra, y a los cuatro que llevaba la
ciudad de Alepo dividida en tres sectores, uno progubernamental, otro
kurdo y otro en poder de la “contra”, sí hay que partir de un hecho
crucial que ha puesto en marcha todo el engranaje de la situación que se
vive ahora en el país y en la zona. Ese hecho fue cuando el 27 de
julio, después de una callada pero exitosa ofensiva que el ejército
sirio y sus aliados habían lanzado en la zona norte de la ciudad, las
fuerzas progubernamentales lograron cortar todas las líneas de
suministro de armas y combatientes a la “contra” en esos barrios de la
ciudad. Alepo quedaba cercada, con la “contra” rodeada por las fuerzas
progubernamentales y por los kurdos, que cooperaron tácticamente con el
gobierno en la ofensiva y facilitaron el triunfo del gobierno.
Esto
se producía apenas diez días después del fallido golpe militar en
Turquía y ponía de relieve algo que hasta entonces sólo se podía intuir.
Turquía, al restablecer relaciones políticas con Rusia tras el fallido
golpe –cada vez está más claro que el mismo pudo ser derrotado por la
información que la inteligencia rusa proporcionó al gobierno de
Erdogan-, había dejado de considerar Alepo como su “línea roja”, como
siempre había dicho, y su “zona de influencia”. Porque, al mismo tiempo,
Turquía había realizado dos movimientos inusuales: sacar a sus
militares de una de las salas operacionales que los países que alimentan
y sostienen a la “contra” tienen en Jordania y controlar con mayor
rigor el paso por sus fronteras de hombres y pertrechos hacia la
“contra” en la zona de Idlib, llegando al extremo de cerrar algún paso
fronterizo tal y como le había solicitado Rusia.
Siendo
la ofensiva del gobierno sirio limitada a una zona muy concreta, pero
de gran importancia estratégica, la postura turca de no interferir y ni
siquiera protestar fue considerada como un movimiento casi tectónico que
iba a influir no sólo en la “contra”, sino en el devenir de la guerra,
como así ha sido.
El resto de patrocinadores de la
“contra” rápidamente se dio cuenta de lo que ello suponía y planeó desde
sus salas operacionales un contraataque que recuperase el status quo.
Para ello eligió otra zona de la ciudad, el sur, donde se presumía que
habría menos fuerzas gubernamentales. Cuatro días más tarde, el 1 de
agosto, se lanzó la ofensiva que fue encabezada por la franquicia de Al
Qaeda, en Siria, el Frente para la Conquista del Levante –que había
cambiado su nombre y antes se llamaba Frente Al-Nusra-, y a quien todos
los demás grupos se subordinaron (hasta un total de 15 de esos grupos
participó en esa ofensiva). El objetivo proclamado era romper el cerco
de Alepo pero, en la práctica, lo que se pretendía era doble: por una
parte, hacer frente a Turquía y, por otra, demostrar a sus
patrocinadores que estaba viva y que podía realizar operaciones
militares de envergadura.
Dicha ofensiva se realizó,
además, justo en el momento en que se iba a celebrar la reunión entre
Erdogan y Putin en Moscú. Eso era el 9 de agosto y la pretensión
geoestratégica de la ofensiva estaba clara: meter en cintura tanto a
Turquía –obligando al país a “normalizar” su actitud, es decir, que
volviese a ser el coladero que era para la “contra”, y doblegar a Rusia.
En caso de no lograrlo, la situación se volvería irreversible para la
“contra” y sus patrocinadores, árabes y occidentales.
En
esa ofensiva la “contra” utilizó prácticamente todo lo que tenía,
además de a sus mejores integrantes. En total, desde sus mismos portales
de internet anunció que se habían utilizado entre 9.000 y 12.000
combatientes. Según como se desarrolló la batalla, debía ser verdad.
Aunque inicialmente logró romper el cerco, la pérdida de combatientes y
material fue tan cuantiosa que no se ha logrado reponer. Los cálculos
más conservadores estiman que la “contra” sufrió entre un mínimo de
1.499 y un máximo de 1.903 muertos, mientras que se llegó casi a los
5.000 heridos. Es decir, el número de bajas en esa ofensiva fue del 60%
de sus combatientes. Por parte del gobierno sirio y sus aliados, los
muertos fueron entre 480 y 516 mientras que el número de heridos superó
los mil (2). La propia “contra” anunció en sus portales de internet que
sufría escasez de sangre para realizar transfusiones a sus heridos
debido al alto número de ellos. Sin embargo, este éxito no duró ni un
mes, puesto que el 4 de septiembre el gobierno sirio restableció la
situación y apretó aún más el cerco a los barrios orientales de Alepo en
poder de la “contra”.
El golpe no sólo fue
material, sino moral. La “contra” entraba ya, de forma irreversible, en
coma. Ni siquiera las nuevas aportaciones de material que anunciaron
tanto Arabia Saudita como Qatar la iban a salvar de la derrota. Turquía
se retiraba de la escena, centrándose únicamente en los kurdos, y
aceptaba el papel que de forma muy inteligente Rusia ponía encima de su
mesa: el pragmatismo sunní. Es decir, Rusia apoya la constitución de
Ankara como el gran centro del mundo sunní alejado de la hegemonía
estadounidense y de las monarquías del Golfo Pérsico, especialmente del
wahabismo de Arabia Saudita.
2.- Se consuma la derrota, y no sólo de la “contra”
Las
cosas llegaban a un punto en el que ya casi todo el mundo tenía claro
qué estaba pasando. El gobierno sirio estaba ganando la guerra gracias a
la ayuda de Rusia (e Irán) y la “contra” ya no tenía la menor
posibilidad de revertir la situación.
El Consejo
Atlántico (3), un centro de análisis que suministra ideología a la OTAN
en el campo de las relaciones internacionales, reconocía que el mundo
había dado un giro inesperado y que era Rusia quien tenía casi todas las
cartas en la mano. En un informe de su programa Syria Proyect decía:
“Rusia ocupa ahora una posición fuerte y se ha puesto a los rebeldes en
una posición extremadamente difícil”.
Así las cosas,
aún quedaba una última posibilidad: que en las elecciones
presidenciales de EEUU ganase Hillary Clinton, furibunda partidaria del
derrocamiento de Al-Assad de la presidencia de Siria. Por lo tanto, el 1
de noviembre la “contra” hizo su último esfuerzo por evitar lo que ya
para entonces parecía inevitable: la derrota.
En
esta ocasión, ni siquiera hubo un triunfo fugaz. Nuevos golpes, nuevas
derrotas y la deblacle. Entre otras cosas, porque en esta ocasión la
“contra” sólo pudo disponer de unos 3.000 de sus integrantes debido a
las enormes pérdidas sufridas en la ofensiva anterior.
Para
rematar el clavo, Clinton perdió las elecciones. Trump, el nuevo
presidente, había dicho por activa y por pasiva que la política exterior
de EEUU iba a cambiar y que ya no se centraría en el derrocamiento de
gobiernos considerados hostiles. Para la “contra”, la suerte ya estaba
echada.
Con una claridad que no es habitual, el
Consejo Europeo de Asuntos Exteriores (4) decía, negro sobre blanco, lo
que cualquiera que tenga ojos puede ver y lo que cualquiera que no haya
arriado la bandera de su capacidad intelectual puede deducir de lo que
estaba pasando: “ya no hay ninguna esperanza real de deponer a Assad”. Y
reclamaba un cambio del enfoque europeo sobre Siria partiendo de esta
realidad: “con las fuerzas de la oposición siria, sus patrocinadores
regionales y gran parte de la comunidad política europea poniendo sus
esperanzas en la victoria de Hillary Clinton, una vez conocidos los
resultados [de las elecciones en EEUU] el enfoque europeo debe cambiar,
por necesidad, hacia una mejor gestión de la realidad de la
supervivencia de Assad”.
Todo el mundo estaba en
estado de shock, incluyendo a la “contra”. Ese fue el momento que
aprovechó el ejército sirio para, junto a sus aliados –principalmente
los palestinos que integran la “Brigada Jerusalén” (5)-, iniciar la
batalla final por la liberación total de Alepo. Los barrios orientales
en poder de la “contra” iban siendo liberados con rapidez, uno tras
otro, en una muestra de descoordinación de la “contra” que sorprendió
incluso a sus propios patrocinadores.
Tras los
fracasos de las dos ofensivas anteriores, lo único que quedaba era por
parte de la “contra” y de sus patrocinadores era la guerra de la
propaganda. Primero se dijo que se constituía el “Ejército de Alepo para
dar la batalla al régimen”, después que la resistencia no había sido
posible porque Alepo había sido destruida por los bombardeos rusos.
Después…
La realidad la decían los propios medios de
los países que han estado, y todavía lo están, apoyando a la “contra”:
“Es un misterio incomprensible [el derrumbe de la “contra” como un
castillo de naipes en Alepo] para muchos organismos regionales e
internacionales porque se esperaba una dura y digna lucha dada la
importancia estratégica de la ciudad”. Un misterio que era muy fácil de
explicar, como también se decía: “las disensiones entre los diferentes
grupos, las acusaciones entre ellos sobre quién es el responsable del
desastre y cómo la inteligencia militar [del gobierno] tiene ojos,
agentes y espías en todas las estructuras militares, de seguridad y
económicas de los grupos armados, lo que ha permitido ir atesorando
imágenes, información y coordenadas de contra qué, contra quién y dónde
actuar”. Incluso se iba más lejos, dejando al descubierto otra de las
grandes mentiras de la propaganda: “una buena parte de la propia
población [de los barrios en poder de la “contra”] ha estado
proporcionando información al ejército sirio” (6).
Esta
afirmación no es en absoluto sorprendente si se tiene en cuenta lo que
ha dicho la ONU tras retomar el ejército sirio el control completo de la
ciudad. Supongo que no hará falta recordar que durante meses se estuvo
machacando con insistencia en que la población “cercada” en Alepo
superaba las 250.000 personas. Incluso se llegó a decir que en esos
barrios habitaba medio millón de personas. Nada más lejos de la realidad
pues cuando se produjo la liberación de la ciudad resultó que no, que
esas cifras no era ciertas. Según la ONU había un total de 147.000
civiles, de los que 111.000 decidieron trasladarse a las zonas que
controlaba el gobierno y 36.000 a la zona que controla la “contra”, la
provincia de Idlib (7), cuando se llegó al acuerdo para su evacuación.
Como
consecuencia de la derrota de Alepo, la “contra” está en fase de crisis
terminal. Cada vez que negocia una rendición con el gobierno lo tiene
que hacer en las condiciones que marca el gobierno, y desde hace un
tiempo esas condiciones son siempre las mismas: entrega del armamento
pesado y traslado a Idlib. Es una provincia en poder casi total de la
“contra”. Pero el gobierno está actuando de una forma muy inteligente
puesto que al trasladar allí a todos los integrantes de los diferentes
grupos de la “contra” está acentuando los enfrentamientos y las
divisiones internas, debilitando así cualquier hipotética estrategia no
solo de combate, sino de coordinación política.
3.- A cuchillazos en el “no gobierno” de la “contra”
Uno
de los mantras propagandísticos de quienes apoyan a la “contra” es que
hay un segmento de la población que no se casa ni con los islamistas ni
con el gobierno y que en las ocasiones en las que se han decretado
treguas ha habido manifestaciones populares de rechazo a unos y otros.
Es una verdad a medias, más tirando a mentira que a verdad. Es cierto
que en algunas ciudades, que casi se pueden contar con los dedos de una
mano, se han producido este tipo de manifestaciones, pero eso ya es
historia antigua. Lo cierto es que los islamistas se hicieron con el
control de las protestas desde el primer momento y que en la actualidad
el control islamista es total, incluyendo la forma de gobierno del
territorio, cada vez más escaso, que controlan.
Como
el mayor es la provincia de Idlib, que es hacia donde les conduce el
gobierno cada vez que se rinden en alguna zona y se niegan a
reintegrarse a la vida civil (en su inmensa mayoría son amnistiados,
dándose el caso de que en algunas ciudades hacen funciones casi de
policía), hay que hablar de la forma de algunos de sus métodos de
“gobierno”. Y nada mejor para ello que tomar como referencia, otra vez,
al Consejo Atlántico (8).
Esta institución habla en
concreto del sistema judicial existente en Idlib y dice que "es similar a
la ley de la selva" porque aplicando la Sharia y la Ijtihad se elimina a
los enemigos internos y se refuerza el control de unos grupos sobre
otros. Añade que cada grupo tiene su propio sistema judicial, que los
predominantes son los ex Nusra y Ahrar al-Sham y que las sentencias
siempre tienen que ver con el grado de afinidad o parentesco existente.
Dice que "las personas influyentes socavan sus veredictos" y que estos
tribunales "encuentran cualquier pretexto legal para sus actos
ilegales". Viene a decir, y hay que tener en cuenta que es una página
favorable a la "contra", que "las circunstancias legales no han cambiado
desde que el régimen estaba en el poder" (en Idlib), aunque también
afirma que "los líderes militares interfieren directamente en los casos
de acuerdo a sus intereses y objetivos", que "todos los jueces son
pro-salafistas" y que "se acusan mutuamente de que tienen errores en su
doctrina y en la aplicación de la ley". Por no hacer la referencia más
extensa, añadir que también menciona que "estos tribunales funcionan con
los organismos de seguridad [de las diferentes organizaciones] que
aterrorizan a los residentes locales porque son totalmente libres de
detener, secuestrar o incluso asesinar a personas en las zonas de las
que son responsables".
La cita es extensa, pero
merece la pena porque pone de manifiesto una realidad que muy poca gente
ha querido ver y que, con toda crudeza, reconoce también otro medio
antaño muy prestigioso y que ahora ha caído en una parálisis sectaria
que le ha convertido en otro más del montón, Al-Quds Al-Arabi. En otra
inusual muestra de reconocimiento de esa realidad, se critica a una
“oposición que hace unos años tenía el control de las principales
ciudades de Siria y que ahora se ve reducida a unas pocas zonas sin
relevancia estratégica”, entre otras cosas, “porque no ha sido capaz de
demostrar que puede gobernar con eficacia los territorios que ocupa” y
eso, lógicamente, “ha sido rentabilizado por el régimen” (9).
Tras
la derrota de Alepo, todos los grupos que componen la “contra” están a
la greña entre ellos. Los asesinatos de comandantes de uno y otro grupo
son habituales (sin perder de vista la responsabilidad en algunos de
ellos de los comandos especiales del ejército sirio) y el desánimo se
extiende como una mancha de aceite entre la “contra”. La estrategia del
gobierno sirio está dando sus frutos porque las divisiones se están
acentuando. La obligación de convivir en una zona limitada grupos de
diferentes ideologías y, sobre todo, lealtades está demostrando ser un
formidable caldo de cultivo. Sus divisiones internas y su debilidad
–junto a la presión de Turquía- es lo que ha obligado a seis de los
grupos que componen la “contra” a aceptar el cese de hostilidades
propuesto por Rusia y Turquía (10).
4.- La recomposición de Oriente Próximo
EEUU
y la Unión Europea nunca se arrepentirán bastante de su papel en el
golpe de estado fallido de Turquía. Si la implicación del primero parece
clara, la inacción de la segunda fue clamorosa. Eso enfureció a Erdogan
y facilitó los movimientos de Rusia. La reconciliación entre Turquía y
Rusia incluyó, entre otras cosas, retomar el gasoducto “Corriente Turca”
(Turk Stream) con el que la operación diseñada por EEUU y sus aliados
árabes, Qatar y Árabia Saudita, para trasladar el gas hacia la Unión
Europea a través de Siria –que es el origen real de la guerra- pasa
definitivamente a la historia. Esta era la gran baza que jugaba EEUU
para estrangular definitivamente a Rusia, junto al conflicto ucraniano
puesto que por este país pasa la parte del león del gas que utiliza la
UE.
El principal perjudicado de cómo han ido
evolucionando las cosas y de la victoria del gobierno sirio es Qatar,
que poco a poco ha ido haciéndose a la idea de lo que supone el haber
tomado partido contra Rusia y sus intereses en la zona. Ha sido el
primer país en darse cuenta de lo que está pasando y ha ido iniciando un
acercamiento silencioso a Rusia que se ha plasmado en la compra del
19'5% de las acciones de la principal petrolera rusa, Rosneft, que es de
propiedad estatal (10 de diciembre de 2016). Qatar rompía de forma
estrepitosa el supuesto “aislamiento” de Rusia y lo hacía en unos
momentos en los que la ofensiva final para liberar Alepo estaba aún en
marcha, con lo que dejaba con el culo al aire, literalmente, a sus
patrocinados de la “contra”. Para entonces ya era evidente que la
“contra” se estaba desmoronando como un castillo de naipes, que Turquía
dejaba hacer en Alepo pese a que toda su retórica anterior consideraba
la ciudad y la provincia del mismo nombre (que es el pulmón industrial
de Siria, o lo era antes de la guerra) dentro de su zona de influencia y
que con quien hay que contar es con Rusia y no con otros.
Además,
Qatar está comenzando a entender a dónde le ha llevado su estrategia de
apoyo a los Hermanos Musulmanes, en general, y a los salafistas y
takfiristas en Siria, en particular. Luego para salvar los muebles y no
perder definitivamente la posibilidad, por remota que sea ahora, de
vender su gas en Europa lo que tenía que hacer era iniciar una nueva
relación con el país que tiene todas las cartas en la mano en estos
momentos: Rusia.
Ya había habido otros movimientos
de aproximación a Rusia en los países árabes, aunque no directamente
vinculados en la guerra contra Siria. Es el caso de Egipto. Este país
está muy resentido con Arabia Saudita puesto que después del golpe que
derrocó a los Hermanos Musulmanes, no han llegado los miles de millones
de dólares que prometió Arabia Saudita en contrapartida. Por ello,
Egipto se ha ido moviendo imperceptiblemente no sólo hacia Rusia, sino
hacia el gobierno sirio. Egipto y Rusia han realizado maniobras
militares conjuntas en el Sinaí –un lugar donde tiene una fuerte
implantación el llamado Estado Islámico-, los buques rusos tienen
facilidades para transitar por el Canal de Suez y se está discutiendo la
compra de armamento ruso por parte de los egipcios.
Así
que no es extraño que en el mes de octubre Egipto rompiese los acuerdos
de la Liga Árabe (donde en 2012 de retiró el puesto al gobierno sirio y
se le otorgó a la “contra”) y votase en el Consejo de Seguridad de la
ONU una resolución presentada por Rusia que se enfrentaba a la
presentada por Francia y España en nombre de los países occidentales y
árabes. Era un toque de atención que no pasó desapercibido y que un mes
más tarde se completó con otro de mucho mayor calado: el envío de 18
aviones de combate a Siria y 200 soldados para “apoyar al gobierno
sirio” en su lucha contra el llamado Estado islámico.
Pero
aquí no acaba todo porque unos días más tarde en ese mes de vorágine,
el 20 de diciembre, Rusia, Irán y Turquía alcanzaban un acuerdo sobre
Siria que trazaba unas nuevas líneas sobre la guerra y mostraba una
nueva relación de poder en la zona. En síntesis, estos tres países
acordaron que Siria debe mantener intactas sus fronteras, mantener el
estado secular, lograr la paz interreligiosa e interétnica, combatir al
llamado Estado Islámico y al Frente para la Conquista del Levante, ex
Al-Nusra (Al-Qaeda) y mediar en las conversaciones directas que haya
entre el gobierno sirio y los grupos de la “contra” que se han sumado al
cese de hostilidades, así como algunos otros que no se han alzado en
armas.
Pensar que cuando Rusia y Turquía llegaron al
acuerdo sobre el cese de hostilidades lo hicieron sin tener en cuenta,
por una parte, a Siria e Irán (además de a un actor no estatal como
Hizbulá) y a Arabia Saudita y Qatar, por otra, es no tener en cuenta
nada de nada y no saber nada de nada. Turquía fue rápidamente a Qatar
para explicar “en profundidad” el contenido del acuerdo y se anunció que
también se iba a reunir allí con un representante saudita. En estos
momentos, Turquía es la potencia incuestionable en la zona, con la
inestimable ayuda de Rusia, aunque aún sea una situación que apenas está
comenzando a asentarse. Si el cese de hostilidades tiene éxito, y no
digamos las conversaciones de paz que se van a iniciar en Kazajastán,
estará en esa posición durante mucho tiempo.
Por su
parte, Rusia no se estuvo quieta tampoco y su ministro de Asuntos
Exteriores viajó a Egipto para proponer la implicación de este país en
el acuerdo de paz de Kazajstán “como mediador y garante” y estudiar la
posibilidad de enviar un contingente mayor de tropas como “fuerzas de
paz” en las localidades que se han acogido al acuerdo de reconciliación
que impulsa el gobierno. Si esta propuesta ruso-siria es aceptada
supondrá el golpe de gracia para el viejo Oriente Próximo y se
visualizará mejor que nunca esa recomposición que está en marcha.
5.- Y más allá
Pero
lo interesante es que, con todos estos movimientos, hay un país que
desaparece en la práctica de Oriente Próximo: EEUU. Y esta desaparición
tiene un actor que lo ha hecho posible: Rusia. Decir que EEUU ha perdido
la guerra contra Siria puede parecer muy atrevido, pero lo que estamos
viendo se parece bastante. Sin poner en cuestión que las primeras dos
semanas de la revuelta sí fueron populares, desde ese momento comenzó
una guerra de agresión contra Siria por parte de un conglomerado de
países encabezados por EEUU, Arabia Saudita y Qatar. Este conglomerado
de países armó, financió y sostuvo a sus patrocinados de la “contra”
hasta el punto de que a finales de 2015 sí daban la impresión de lograr
su gran objetivo: derrocar a Al-Assad, siguiendo el patrón de Libia.
Pero entonces intervino, a petición del gobierno, Rusia y la historia
cambió de rumbo hasta llegar a lo de ahora: la “contra” está derrotada,
al igual que la estrategia de EEUU, Arabia Saudita y Qatar. Por lo
hablar de la OTAN.
Rusia siempre ha querido llegar a
algún acuerdo con EEUU, pero no ha sido posible entre otras cosas por
la división que existía en Washington entre el gobierno de Obama y el
Pentágono. Han sido decenas de contactos, reuniones, acuerdos que no han
llegado a ninguna parte por lo que ante esa situación de enquistamiento
Rusia hizo un movimiento inédito: dejar a EEUU al margen e iniciar
conversaciones con otros actores. Primero, con los amigos (Irán) y luego
con los enemigos (Turquía). Esto coloca al resto a la defensiva y a la
espera de lo que estos nuevos actores decidan y del resultado de todo
ello.
Es una situación inédita en mucho tiempo y que
aún es pronto para evaluar pero que todo el mundo está observando con
mucho interés porque si es exitosa marcará el rumbo geopolítico del
futuro. Y es evidente que, también, se está en una situación precaria
porque no se sabe qué va a pasar con la presidencia de Trump. Sin
embargo, a poco que cumpla sus promesas respecto a Siria habremos
asistido al nacimiento de una nueva era en la zona (y un poco más allá).
Notas:
(1)
El término “contra” fue utilizado en la Nicaragua sandinista para
referirse a los diferentes grupos que se oponían al gobierno del FSLN y
que recibían apoyo desde el exterior del país, sobre todo de los EEUU
que fueron los impulsores de la guerra que se lanzó contra Nicaragua y
que financiaron con sueldos y suministraron material militar a la
“contra”.
(5)
Siria es uno de los países donde se ubican los refugiados palestinos.
Se calcula que en el país vivían antes de la guerra unos 500.000, de los
que en su gran mayoría siguen residiendo en Siria aunque
aproximadamente 100.000 se han trasladado a Líbano, hacinándose en los
campos de refugiados ya existentes allí. Al iniciarse la guerra, los
palestinos intentaron mantenerse al margen. Había dos posturas
enfrentadas, la de Hamás, que abogaba por participar al lado de la
“contra”, y la de las diferentes organizaciones de izquierda, que
abogaban por participar al lado del gobierno. Esta situación duró más de
un año, hasta que la “contra” se hizo con el campo de refugiados de
Handarat, situado al norte de la ciudad de Alepo, y atacó a quienes
defendían al gobierno. Este campo se hizo famoso en el verano de 2016
porque en él la “contra” decapitó a un niño palestino de 12 años por
defender a Al-Assad. Esta división se daba también en otros campos de
refugiados. No obstante, desde 2012 y 2013 la inmensa mayoría de los
palestinos refugiados en Siria defienden al gobierno de Al-Assad y han
constituido tres brigadas de combate: la “Jerusalén”, la “Galilea” y la
formada por el Ejército de Liberación de Palestina. Además,
organizaciones como el Frente Popular de Liberación de Palestina-Comando
General, Al Fatah Intifada y una rama de Hamás denominada Aknaf Bait
al-Maqdis combaten junto al gobierno sirio en la zona central del país,
especialmente en las cercanías del campo de refugiados de Yarmouk, cuyo
control se reparte la “contra” y el llamado Estado Islámico.
(6) The National, 12 de diciembre de 2016 (principal periódico de los Emiratos Árabes Unidos).
(9) Al-Quds Al-Arabi, 2 de enero de 2017 (periódico editado en Londres).
(10)
Faliak al-Sham (Legión del Levante), Jaish al-Islam (Ejército del
Islam), Suvar al-Sham (Revolución del Levante), Jaisj al-Mudzhahiddin
(Ejército de los Mujaidines), Jaish Idlib (Ejército de Idlib) y Dzhabhat
al-Shamiya (Frente del Levante). Inicialmente también se sumó al mismo
Ahrar al-Sham (Movimiento Islámico de la Gente del Levante), pero
después de un bronco debate interno decidió retirar su firma del
acuerdo. Este grupo ya cuenta con una importante división porque la
mayoría de sus integrantes son partidarios de la fusión con el antiguo
Frente Al-Nusra (Al-Qaeda). Estos dos grupos son los que controlan la
provincia de Idlib. El resto no son más que comparsas sin el menor
predicamento político ni social, por lo que el cese de hostilidades será
en el mejor de los casos parcial y con ámbitos muy reducidos en lo
militar pero que tendrá importancia a nivel político si se logra algún
acuerdo.
Alberto Cruz es periodista,
politólogo y escritor. Su nuevo libro es “Las brujas de la noche. El 46
Regimiento “Taman” de aviadoras soviéticas en la II Guerra Mundial”,
editado por La Caída con la colaboración del CEPRID.
Los pedidos se pueden hacer a libros.lacaida@gmail.com o bien a ceprid@nodo50.org También se le puede encontrar en librerías.
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