La crisis económica en la demografía
La crisis económica que, aunque pueda parecer que no, ha tenido cierta relevancia sobre nuestra vida, no sólo nos ha condicionado en lo que respecta al trabajo, a nuestra situación económica o a la vivienda, sino que también lo ha hecho en lo relativo a la distribución de la población en el conjunto de España.
Todos conocemos a alguien que se ha ido de nuestro país porque no encontraba trabajo. Tanto jóvenes que intentan labrarse un futuro fuera, como otros que vinieron con la misma esperanza aquí en los años de la burbuja y ahora han tenido que volver. Sin embargo, a lo largo de estos años que han pasado desde que en 2007 se cayera nuestra economía, la población, atendiendo a lo que dice el INE, no sólo no ha descendido, sino que ha seguido aumentando.
Porque sí, porque atendiendo a los datos oficiales, la población entre 2007 y 2015 ha crecido, y no lo ha hecho poco, sino que ha sido de casi un millón y medio de personas (1 423 645). Aunque podamos pensar que durante todos estos años hemos perdido población, lo cierto es que se ha ganado. Claro, que esto, como se ha comentado, es atendiendo a los datos oficiales y, como sabemos, muchas de las personas emigradas, siguen empadronadas en nuestros pueblos y ciudades, entre otras razones para evitar perder el derecho a la sanidad, en caso de que volviesen.
No obstante, esto no ha sido para nada igual a lo largo del Estado, sino que han existido grandes diferencias dentro del mismo. Como en todo, existe una España más dinámica y otra más rural; una más conservadora y otra más liberal o una en la que el número de habitantes ha aumentado -vengan de donde vengan- y otra que sigue perdiendo gente.
De las 53 circunscripciones en el que se puede dividir España (provincias más ciudades autónomas), en 17 de ellas se ha perdido población, con una a la cabeza y, en términos absolutos, destacada: Asturias. En esta Comunidad, más de 23 000 personas han emigrado o muerto. Sin embargo, también dentro de ella se pueden encontrar diferencias, Mieres, Langreo y Avilés son los municipios donde más se ha reducido la población. En estos tres se concentra casi el 50% de la pérdida. Quizás, en gran parte, sea consecuencia de la migración a Oviedo, que ha sido la ciudad que más ha crecido en estos años. No obstante, en absoluto se compensa este aumento por la reducción que sufrieron estos pueblos y ciudades.
Del resto de provincias que han perdido número de habitantes, se concentran en Castilla y León, Castilla-La Macha y Aragón -así como alguna provincia gallega y Jaén-. Lo que se ha venido a llamar la Laponia española sigue perdiendo población, aunque tomando como datos absolutos no aparezcan estos lugares, ya que el número de habitantes que existía en la boyante economía española del ladrillo, ya era escaso.
Hablemos, por tanto, en términos relativos, en cuyo caso Zamora es la provincia que encabeza esta lista. Prácticamente ha perdido la mitad de habitantes que Asturias (13 000). Sin embargo, esto representa un 7% del total en apenas 8 años. Ourense, Lugo, Palencia, León o Cuenca continúan esta lista. La última provincia que perdió población en estos años fue Pontevedra, una reducción de apenas el 0,03%, pero reducción al fin y al cabo.
Gran parte de estas personas habrán muerto y no se habrá reemplazado por nacimientos. Otros, habrán emigrado a otros Estados. Pero, también es cierto, que cada vez ésta se va concentrando más en otras provincias. El caso, quizás, más espectacular es el de Guadalajara. Epicentro de eso que se ha llamado, y que ya se ha comentado, la Laponia española, donde apenas se alcanza el habitante por kilómetro cuadrado.
Esta provincia ha sido (junto a Melilla) la que más ha crecido en número de personas desde un punto de vista relativo (más de un 13%). Pero si bajamos a un nivel más de detalle, se puede observar cómo ha sido. De los 285 municipios que existen en ella, en 206 se ha reducido el padrón (casi tres cuartas partes). Mientras, en la capital ha subido un 7%, pero en Azuqueca de Henares ésta ha sido de casi un 20% y en otra de la frontera con Madrid, Yebes, el aumento ha sido de casi un 90% (de 302 a 2 741). La redistribución de la población buscando vivienda barata, alrededor de los centros administrativos o productivos, ha significado un relativo aumento en lugares poco habitados. Sin embargo, todo esto sigue concentrado en determinados lugares y las pequeñas aldeas y pueblos (o ciudades del interior) siguen perdiendo habitantes.
Si observamos el mapa de calor, podemos ver una España noroccidental que se va despoblando más y más, donde tan sólo Madrid y las provincias de alrededor consiguen ponerle freno. La costa y el sur, por su parte, son los lugares a los que la gente siguen yendo. El turismo y haber convertido el país en el centro de atracción de jubilados europeos, pueden explicar en gran parte esta situación.
Al hacer este mapa, finalmente, nos recuerda a otro que construimos no hace mucho, en el que se mostraba el voto para las elecciones pasadas del 20 de diciembre. Si nos fijamos en el que muestra la distribución del voto en el eje izquierda-derecha, podemos ver cómo es muy similar al que se muestra aquí. Algo que no hace más que refrendar el discurso que conecta conservadurismo con población más envejecida o menos dinámica.
La crisis, aunque nos pueda parecer que no, sigue aquí. Trabajos que no dan para subsistir, recortes en educación, sanidad o políticas sociales… La tendencia muestra que el Estado va a perder población de aquí a 2050. La emigración, la reducción en la inmigración y que cada vez seamos más viejos, así como una natalidad escasa, son las causas clave (consecuencias de la situación laboral, principalmente). Habrá que ver si esto se confirma y, del mismo modo, cómo se distribuye a lo largo del país. Si nos seguiremos concentrando en la escasa línea de costa o nos adentraremos un poco más hacia el interior.
Imagen destacada: UNED
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