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La ONU sienta frente a frente a Gobierno y oposición de Siria
Juan Carlos Sanz
Frente
a una delegación gubernamental fortalecida por las victorias militares,
la oposición ha acudido fragmentada este jueves a las negociaciones auspiciadas por la ONU en Ginebra
para intentar poner fin a casi seis años de guerra en Siria. La
representación del régimen sigue encabezada por el embajador sirio ante
la ONU, el implacable diplomático alauí Bachar al Yafari, mientras que
al frente de la principal plataforma rebelde, el Alto Comité para las Negociaciones (HNC),
se estrena el cardiólogo suní Naser al Hariri, en sustitución del
dirigente islamista Mohamed Alush. Otras dos agrupaciones opositoras
menores —los llamados grupos de Moscú y de El Cairo– se han presentado
también en el Palacio de las Naciones de la ciudad suiza para intentar
hacer oír su voz. A estas conversaciones no asisten miembros de la
guerrilla y los partidos kurdos sirios que controlan las tres cuartas
partes de la frontera con Turquía.
Mientras el diálogo intenta abrirse paso en Ginebra, las
hostilidades se intensifican en las últimas horas en Siria a pesar del
llamamiento de Rusia a detener los bombardeos del régimen. Fuerzas
rebeldes sirias apoyadas por Turquía aseguraron este jueves que se
habían apoderado de la ciudad de Al Bab, el último bastión del Estado Islámico cercano a la frontera turca.
Las milicias del Estado Islámico y las fuerzas yihadistas afiliadas a
Al Qaeda están excluidas del alto el fuego vigente desde el 30 de enero.
El equilibrio militar en los frentes de combates se ha alterado desde el fracaso de las anteriores negociaciones en abril de 2016. La alianza opositora del HNC ha retrocedido desde entonces —con el significativo revés de la pérdida del este de Alepo– y ha pasado de ocupar un 20% del territorio a apenas un 13% en la actualidad. Las fuerzas leales al presidente Bachar el Asad controlan un 33% del país, sobre todo las principales ciudades y la región costera, donde viven las dos terceras partes de la población que permanece en Siria tras el inicio de la guerra. Las milicias kurdas de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), por su parte, son dueñas de un 20% del territorio en el norte y el este, mientras el ISIS impone su dominio sobre el tercio restante de Siria.
Los integrantes del Alto Comité para las Negociaciones, sin embargo, también se hallan fragmentados en el norte del país entre el denominado Ejército Sirio Libre, de orientación nacionalista, y los salafistas de Ahrar al Sham. Otras fuerzas islamistas ejercen su hegemonía en los focos rebeldes de la región de la provincia de Damasco, mientras en la frontera jordana son mayoritarias las fuerzas del Frente del Sur, de corte nacionalista. El HNC ha planteado por primera vez que las conversaciones se desarrollen de forma directa entre las partes, sin esperar a que el mediador de la ONU tenga que trasladar los mensajes de una a otra sala del Palacio de las Naciones de Ginebra.
El papel que debe reservarse al presidente El Asad durante la transición política sigue siendo el principal escollo de las negociaciones. La delegación del régimen insiste en que su presencia es irrenunciable mientras la oposición se divide entre quienes exigen que sea apartado del poder antes de la formación de un Gobierno de unidad nacional –que tendrá el objetivo de aprobar una nueva constitución y organizar elecciones libre en Siria tras el afianzamiento de la paz– y quienes aceptan que esté presente, al menos durante la primera parte del proceso de solución pactada al conflicto sirio.
El equilibrio militar en los frentes de combates se ha alterado desde el fracaso de las anteriores negociaciones en abril de 2016. La alianza opositora del HNC ha retrocedido desde entonces —con el significativo revés de la pérdida del este de Alepo– y ha pasado de ocupar un 20% del territorio a apenas un 13% en la actualidad. Las fuerzas leales al presidente Bachar el Asad controlan un 33% del país, sobre todo las principales ciudades y la región costera, donde viven las dos terceras partes de la población que permanece en Siria tras el inicio de la guerra. Las milicias kurdas de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), por su parte, son dueñas de un 20% del territorio en el norte y el este, mientras el ISIS impone su dominio sobre el tercio restante de Siria.
Los integrantes del Alto Comité para las Negociaciones, sin embargo, también se hallan fragmentados en el norte del país entre el denominado Ejército Sirio Libre, de orientación nacionalista, y los salafistas de Ahrar al Sham. Otras fuerzas islamistas ejercen su hegemonía en los focos rebeldes de la región de la provincia de Damasco, mientras en la frontera jordana son mayoritarias las fuerzas del Frente del Sur, de corte nacionalista. El HNC ha planteado por primera vez que las conversaciones se desarrollen de forma directa entre las partes, sin esperar a que el mediador de la ONU tenga que trasladar los mensajes de una a otra sala del Palacio de las Naciones de Ginebra.
El papel que debe reservarse al presidente El Asad durante la transición política sigue siendo el principal escollo de las negociaciones. La delegación del régimen insiste en que su presencia es irrenunciable mientras la oposición se divide entre quienes exigen que sea apartado del poder antes de la formación de un Gobierno de unidad nacional –que tendrá el objetivo de aprobar una nueva constitución y organizar elecciones libre en Siria tras el afianzamiento de la paz– y quienes aceptan que esté presente, al menos durante la primera parte del proceso de solución pactada al conflicto sirio.
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