Las dos principales potencias de la Unión Europea, Alemania y
Francia, respondieron con contundencia a la petición británica de
negociar a la vez los términos de la desconexión de Londres del club y
las condiciones de una nueva relación. La canciller alemana, Angela
Merkel, descartó explícitamente esas negociaciones paralelas, y el
ministro de Exteriores francés, Jean- Marc Ayrault, se expresó en la
misma dirección.
Alemania pone condiciones
Tras una reacción inicialmente tibia, el Gobierno alemán ha
endurecido progresivamente su actitud respecto a las futuras
negociaciones para la salida de Reino Unido de la UE. Berlín cree que
antes de empezar a hablar de la futura relación UE-Reino Unido, será
necesario cerrar el contrato de divorcio.
“Las negociaciones deben primero aclarar cómo vamos a deshacer
nuestros vínculos actuales, y solo cuando esta cuestión haya sido
aclarada podremos, espero que pronto, empezar a hablar de nuestra
relación futura”, aseguró el miércoles la canciller Angela Merkel en
Berlín. Con esta negativa, la líder más poderosa de Europa envía un
mensaje de confrontación a Londres, que preferiría iniciar las dos conversaciones de forma paralela.
En las negociaciones que se avecinan, el dinero será una de las
grandes chinas en el zapato. El Gobierno alemán ni confirma ni desmiente
el cálculo de la Comisión Europea de 60.000 millones de euros en
facturas pendientes. Berlín apuesta por que Bruselas -quien llevará la
voz cantante en las negociaciones- acuerde primero con Londres un método
de cálculo; y que de este método se llegue a una cantidad concreta.
Pese a estos planes iniciales, todas las partes involucradas son
conscientes de que tienen por delante negociaciones complejísimas de las
que nadie sabe muy bien cómo pueden acabar.
Merkel reiteró su idea de que, incluso fuera de la UE, Alemania y el
resto de socios mantendrá una estrecha relación con Reino Unido. Su
ministro de Asuntos Exteriores, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, fue
más allá al reclamar “una amistad” entre los dos bloques. Pese a esta
mano tendida, Berlín lanza algunas advertencias.
Fuentes de Exteriores insisten, por ejemplo, en que el ofrecimiento
de amistad no puede hacer olvidar que Reino Unido ha dejado de formar
parte de la “familia de Los Veintisiete”. “Esperamos que los británicos
lo tengan claro”, insisten estas fuentes. Con este aviso, resaltan una idea fundamental
que Merkel ha repetido en los últimos meses: las libertades
garantizadas por la UE no se pueden trocear. Es decir, Londres no podrá
elegir lo que más le convenga del catálogo —movilidad de bienes o
capitales— y desechar lo que considera más engorroso –libre movimiento
de personas-.
La perspectiva de un Brexit
duro ha impulsado en Berlín el convencimiento de que, ante todo, es
necesario mantener la unidad de los 27 miembros que permanecen en un
club amenazado por el auge de movimientos nacionalistas europeos y por
una nueva Administración estadounidense fervorosa defensora del Brexit.
Francia quiere recuperar un papel protagonista en la UE
Francia ve en el Brexit una oportunidad para reforzar la integración europea de acuerdo con los intereses franceses. La UE posterior al Brexit,
según el presidente François Hollande, pasa por facilitar las
cooperaciones entre un número reducido de países en ámbitos concretos:
la famosa Europa de varias velocidades. Hollande cita la defensa común,
que hasta ahora recaía en la OTAN, como uno de estos ámbitos en lo que
los europeos deben avanzar en los próximos años. En el consenso
republicano, que comparten los partidos tradicionales, la salida de
Reino Unido permite a los franceses, desdibujados en años recientes por
la pujanza alemana, retomar un papel protagonista. Pero, Francia,
inmersa en una campaña electoral, no puede dar nada por seguro. La
ultraderechista del Frente Nacional Marine Le Pen, con alta
probabilidades de clasificarse para la segunda vuelta tras la elección
del 23 de abril, tiene una visión opuesta del Brexit. En su programa, figura un referéndum sobre la salida de Francia del club. La posibilidad del Frexit está en el centro de la campaña.
Hollande aseguró, este miércoles desde Yakarta (Indonesia), donde se encuentra de visita oficial, que el Brexit será
"doloroso económicamente", y que el Reino Unido tendrá que enfrentarse a
costes "en términos de trabajo, circulación libre y posibilidades
financieras". Un proceso que "ya ha comenzado con la instalación
de empresas en territorio francés", dijo el presidente francés, que por
otro lado aseguró que la intención de Francia no es en ningún caso
"castigar" al pueblo británico.
Madrid apuesta por un acuerdo transitorio
España es partidaria de un acuerdo transitorio que amortigüe el impacto del Brexit.
Convencida de que en dos años no será posible pactar el nuevo marco de
relaciones entre el Reino Unido y la UE, Madrid aboga por conceder a
Londres un trato privilegiado mientras llega un acuerdo de libre
comercio que deberá ser refrendado por los parlamentos de los 27. No se
trata de generosidad, sino de puro interés. España será uno de los
países más perjudicados por la espantada británica: Reino Unido es el
primer destino de las inversiones españolas en el extranjero, su primer
mercado turístico y la balanza comercial es favorable a España. En las
islas británicas viven unos 300.000 españoles y en España, en torno a 800.000 británicos.
Pese a ello, el Gobierno se niega a buscar acuerdos bilaterales y
remite a los emisarios británicos al negociador comunitario, Michel
Barnier. Con una excepción: Gibraltar. Si el Peñón quiere mantener una
relación especial con la UE, deberá pasar por un pacto entre Madrid y
Londres.
El Bloque del Este busca un buen acuerdo para sus ciudadanos
Los países del Este, que tienen a un buen número de sus ciudadanos
trabajando en Reino Unido tienen mucho que perder con el divorcio
británico de la UE. No sólo se quedan sin un tradicional aliado en el
club comunitario, sino que se verán ampliamente afectados si los futuros
acuerdos limitan el derecho a vivir y trabajar en Reino Unido de sus
nacionales. Por eso, el llamado Club de Visegrado
(Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría) ha amenazado con vetar
en Bruselas cualquier tipo de acuerdo que les perjudique. En este
asunto Polonia lleva la voz cantante, no sólo porque es mayor exportador
de trabajadores a Reino Unido —más de un millón— sino también porque la
salida británica ha abierto la puerta a la idea de la Europa de distintas velocidades a la que el Gobierno de Ley y Justicia tanto se opone. Varsovia, eso sí, quiere capitalizar de la mejor manera posible el Brexit y ha anunciado medidas para atraer a Polonia a grandes compañías financieras y puestos de trabajo.
Italia pide un diálogo amistoso
El Gobierno italiano “no recibió con alegría” el resultado del
referéndum de Reino Unido, pero mostró respeto por la voluntad de los
votantes y ha optado por el pragmatismo para minimizar los daños de la
salida y proteger los intereses económicos. El primer ministro, Paolo
Gentiloni, visitó a su homóloga británica, Theresa May, el pasado mes de
febrero, solo dos meses después de tomar posesión de su cargo, y le
trasladó la intención de su Gobierno de afrontar las negociaciones del Brexit
“en un modo amistoso y constructivo”. “No será una negociación simple,
pero sabemos que debemos afrontarla, y esta será la posición de Italia,
en modo amistoso y constructivo, no tenemos interés en un proceso
disruptivo entre Europa y Reino Unido”, incidió Gentiloni, antiguo
ministro de Exteriores. Lo más importante para Italia, que el sábado
pasado hospedó las celebraciones por el 60 aniversario del Tratado de
Roma, es reforzar la Unión Europea y lograr la unidad de los Veintisiete
para alcanzar “el mejor acuerdo posible” con Reino Unido.
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