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¿qué salió mal? – Comunidad Saker Latinoamérica
Luisa Vasconcellos
Según
explicó el experto de Sputnik, Alexandr Jrolenko, inmediatamente
después de la disolución de la URSS, Ucrania entró en el Consejo de
Asociación Euroatlántico, y en 1994, fue el primer país de la Comunidad
de Estados Independientes en unirse al programa de la OTAN denominado
Asociación para la PAZ (PfP, en inglés). Mientras tanto, la OTAN ya
estaba elaborando el proyecto ‘anti-Rusia’, y la debilidad del Estado
ucraniano en aquel momento permitió a Occidente llevar a cabo una serie
de ‘revoluciones de colores’ en el país, no obstante, algo salió mal,
indicó Jrolenko.
El
presidente actual de Ucrania, Petró Poroshenko, tiene la intención de
celebrar un referéndum sobre el ingreso del país en la OTAN. A su vez,
los demás miembros de la Alianza no ven motivo alguno para recibir a
Ucrania. Si tenemos en cuenta el ritmo actual del readiestramiento de
los militares ucranianos por los instructores europeos y
estadounidenses, Kiev necesitaría más de 60 años para completar la
reforma de las Fuerzas Armadas de Ucrania. A pesar del apoyo del
presidente de Polonia, Andrzej Duda, y la canciller alemana, Angela
Merkel, el ‘proyecto ucraniano’ parece haber fracasado. Pero, ¿qué pasó?El proyecto del ‘desmontaje del imperio’
Occidente no logró realizar su proyecto de convertir a la URSS en un grupo de Estados seudoindependientes que se pelean entre sí. De acuerdo con el experto de Sputnik, si el dinero destinado a la financiación del desmontaje del imperio se invirtiera en las economías de los países miembros de la Comunidad de Estados Independientes, Rusia ya estaría rodeada de países prósperos. Sin embargo, a principios de la década de los 90, Kiev se unió voluntariamente al proceso destructivo iniciado por Occidente. De acuerdo con la propia OTAN, “la Ucrania independiente, soberana y estable” es esencial para la seguridad de la Alianza.
Kiev tiene la intención de garantizar para el año 2020 la completa compatibilidad de sus Fuerzas Armadas con las de la Alianza. Asimismo, las autoridades de Ucrania consideran que su país es, de hecho, el flanco oriental de la OTAN. Sin embargo, es poco probable que la Alianza abra la puerta a Ucrania. El hecho es que los estrategas occidentales prevén colaborar con el Ejército ucraniano “a distancia”, puesto que los intereses nacionales de Rusia son “una realidad objetiva, una línea roja, una pared de piedra y las armas nucleares”, expresó el experto.
A su vez, tradicionalmente, la OTAN se ha negado a aceptar a países cargados de conflictos territoriales, como los de Donbás y Crimea. Mientras tanto, Ucrania aspira a recuperar Crimea, reunido con Rusia tras el referéndum celebrado en marzo de 2014. Aparte de la incertidumbre acerca de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, todavía no se han firmado acuerdos acerca de las líneas de delimitación de los mares Negro y de Azov.
Asimismo, Kiev no tiene suficiente dinero para rearmar a sus Fuerzas Armadas, así como para reformar la estructura de plantilla y los sistemas de gestión del organismo militar. Según las estimaciones de la empresa Ukroboronprom, la reforma tecnológica para cumplir con las normas aprobadas por la OTAN, le costará a Ucrania más de 46.000 millones de dólares. De acuerdo con varios expertos extranjeros, el Ejército ucraniano —de 300.000 efectivos y equipado en su mayoría con piezas de fabricación soviética— se está ‘derrumbando’.
Según
subraya el experto ruso, ‘el proyecto ucraniano’ se convierte
actualmente en una amenaza existencial para la OTAN. Jrolenko indica que
el conflicto militar en el este de Ucrania es un obstáculo insuperable,
y en caso de que empeore, Europa Occidental se llenará de millones de
refugiados ucranianos, entre ellos, miles de extremistas
ultranacionalistas. Obviamente, la Alianza no necesita una nueva
‘revolución de colores’, por lo cual Bruselas y Washington tienen que
buscar lo antes posible una salida del ‘callejón ucraniano’, concluye el
autor.
© SPUTNIK/ MIKHAIL MARKIV
Occidente no logró realizar su proyecto de convertir a la URSS en un grupo de Estados seudoindependientes que se pelean entre sí. De acuerdo con el experto de Sputnik, si el dinero destinado a la financiación del desmontaje del imperio se invirtiera en las economías de los países miembros de la Comunidad de Estados Independientes, Rusia ya estaría rodeada de países prósperos. Sin embargo, a principios de la década de los 90, Kiev se unió voluntariamente al proceso destructivo iniciado por Occidente. De acuerdo con la propia OTAN, “la Ucrania independiente, soberana y estable” es esencial para la seguridad de la Alianza.
Kiev tiene la intención de garantizar para el año 2020 la completa compatibilidad de sus Fuerzas Armadas con las de la Alianza. Asimismo, las autoridades de Ucrania consideran que su país es, de hecho, el flanco oriental de la OTAN. Sin embargo, es poco probable que la Alianza abra la puerta a Ucrania. El hecho es que los estrategas occidentales prevén colaborar con el Ejército ucraniano “a distancia”, puesto que los intereses nacionales de Rusia son “una realidad objetiva, una línea roja, una pared de piedra y las armas nucleares”, expresó el experto.
A su vez, tradicionalmente, la OTAN se ha negado a aceptar a países cargados de conflictos territoriales, como los de Donbás y Crimea. Mientras tanto, Ucrania aspira a recuperar Crimea, reunido con Rusia tras el referéndum celebrado en marzo de 2014. Aparte de la incertidumbre acerca de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, todavía no se han firmado acuerdos acerca de las líneas de delimitación de los mares Negro y de Azov.
Asimismo, Kiev no tiene suficiente dinero para rearmar a sus Fuerzas Armadas, así como para reformar la estructura de plantilla y los sistemas de gestión del organismo militar. Según las estimaciones de la empresa Ukroboronprom, la reforma tecnológica para cumplir con las normas aprobadas por la OTAN, le costará a Ucrania más de 46.000 millones de dólares. De acuerdo con varios expertos extranjeros, el Ejército ucraniano —de 300.000 efectivos y equipado en su mayoría con piezas de fabricación soviética— se está ‘derrumbando’.
© SPUTNIK/ MIKHAIL PALINCHAK
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