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Dugin: el neoliberalismo es un dogma para fanáticos
por Claudio Napoli – En una de sus conferencias: “La ideología de los EE.UU.
y las ambiciones de Estados Unidos por la hegemonía global’, celebrada
el 16 de febrero de 2016 en el Instituto Ruso de Investigación
Estratégica, Alexander Dugin subrayó el carácter totalitario sobre el
cual se basan tales ambiciones.
Según
Dugin, el neoliberalismo global, dirigido por el bloque
anglo-estadounidense, está tratando de imponer al mundo, con una
violencia más o menos velada, un auténtico totalitarismo, cuya auto
referencialidad no tolera funcionalmente la existencia de puntos de
vista alternativos.
Un estado
soberano se convierte en un enemigo a ser eliminado en el exacto momento
en el cual adopte un modelo de desarrollo económico y geopolítico
diferente del credo elaborado por la maquinaria mediático
propagandística de Washington y Londres: ningún sujeto puede tener la
libertad de ser no liberal. Credo, quia absurdum est.
Desde
este punto de vista, entendemos perfectamente cómo, a partir de los
años 50 del siglo pasado, los principales aliados del liberalismo
atlántico han sido fundamentalistas islámicos, neonazis y juntas
militares.
El carácter de similares alianzas es
sólo aparentemente contradictorio, ya que el carácter de absoluta
exclusividad encarnada por estos “settings” del pensamiento,
siempre ha encontrado un enemigo común en los movimientos socialistas y
en el nacionalismo laico, que han sido aplastados metódicamente en todo
el planeta durante los últimos 66 años (con la excepción de los países
escandinavos y el Uruguay de Mujica, cuyos casos muy específicos no
pueden, sin embargo, ser examinados dentro de los límites de este
artículo).
En el ámbito de la conferencia de
febrero, el filósofo ruso ha examinado en detalle las repercusiones del
fanatismo liberal sobre el tejido constitucional, social y político en
la Rusia contemporánea:
“Los
estadounidenses imponen sus valores liberales como un dogma. La misma
ausencia de cualquier posición ideológica en nuestra Constitución es una
consecuencia del dogma neoliberal, del cual están impregnadas nuestra
conciencia, nuestra publicidad, nuestra educación, nuestras
instituciones y, por supuesto, nuestra Constitución”.
¿Cómo
explica Dugin el espíritu exclusivo que paraliza la conciencia y las
estructuras institucionales de las naciones occidentales y de Rusia? Con
la matriz protestante de tal espíritu, fundada sobre la concepción de
la superioridad de la nación inglesa:
“La
idea de una misión especial encarnada por los anglosajones ya existía
en el siglo XIX. Este mito se basa en la idea de la naturaleza elitista
de la ‘raza’ anglosajona y del protestantismo (…). Incluso hoy en día
existe una gran cantidad de personas que predica este principio. Nos
enfrentamos con fanáticos que a partir de los tiempos de Cromwell han
sacrificado la vida de millones de personas”.
Las
reflexiones sobre el verdadero carácter del mesianismo neoliberal
anglo-estadounidense no son nada nuevo en Dugin. Podemos por el
contrario definirlo como la base conceptual de los estudios iniciales
realizados por el filósofo para elaborar la Cuarta Teoría Política. El
juicio que Dugin, a lo largo de los años, ha dado a tal mesianismo es
extremadamente negativo.
Basándose en la
polémica de Nietzsche contra el utilitarismo inglés teorizado por J. S.
Mill, Dugin siempre ha sostenido que el utilitarismo y el
neoliberalismo, que es una derivación directa, han tenido, están
teniendo y tendrán repercusiones gravísimas sobre el destino de la
humanidad: como se lee, por ejemplo, en un artículo programático
publicado en el 2003 en la Novaja Gazeta, Dugin afirma que la
supuesta libertad del neoliberalismo es puramente negativa. Es decir, es
una liberación DE cualquier cosa en nombre de las propias ambiciones
egoístas. No se trata ciertamente de una libertad creativa, positiva,
social… Una libertad para algo.
Por su misma
esencia conceptual, la “libertad-de” (si quisiéramos utilizar una
terminología heideggeriana) no es capaz de resolver o al menos disminuir
el mal social resultante de los conflictos irreconciliables provocados
por los beneficios perseguidos por las multinacionales y el cártel
bancario. El neoliberalismo es antisocial.
En
esta tara genética se encuentran los gérmenes implosivos que condenan su
existencia como teoría y práctica socio-política. Ya que tales gérmenes
sólo pueden sobrevivir en presencia de un enemigo externo. Un enemigo
que limita la “libertad-de”, pero que ha venido a faltar en 1991,
determinando la crisis del liberalismo que observamos en la actualidad.
Una crisis terminal: están tratando de superarla con el desesperado
intento de crear nuevos enemigos, que ahora podríamos llamar
“ologramáticos”.
¿Cuánto durará la agonía del
liberalismo y de la seudo-civilización impuesta a las naciones hasta
ahora conquistadas? La respuesta de Dugin, dada en 2012 en una
entrevista en el sitio Politikus.ru, es la siguiente:
“El
problema es que los neoliberales creen firmemente que el Fin Supremo de
la historia se resolverá en la realización de sus teorías. No ven nada
más allá de esta matriz de pensamiento. Y es una cosa muy peligrosa,
puesto que estamos tratando con un movimiento imperialista reforzado por
un éxito global temporal (…), por lo que no será fácil de erradicar.
Para hacer esto, es necesario desarrollar una revisión completa de
muchos procesos históricos”.
En otras
palabras, nos gustaría añadir, es necesario crear en la dimensión
histórica una Cuarta Vía, es decir, una alternativa capaz de neutralizar
políticamente, militarmente, financieramente, la amenaza de este
agresivo sistema llegado a la conclusión funcional de su propia
potencialidad histórica. Sólo así será posible salvar a las naciones
“neoliberalizadas” antes de que sean destruidas por una implosión que
parece ya inevitable.
Fuente: oltrelalinea.news
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