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Tomás Abraham: "El kirchnerismo fue una estafa ideológica, pero este Gobierno no se topa con la realidad"
Por Luis Novaresio
Su currículum es inacabable. Es o ha sido docente estable e invitado de
las más prestigiosas universidades del mundo gracias a su carrera como
filósofo formada en Francia. Allí vivió durante la década del 60,
exiliado luego de "La noche de los bastones largos". En París frecuentó a
Michel Foucault y Georges Canguilhem, entre tantos, y vivió el Mayo del
68 ("una enorme fiesta popular sin ningún herido", como él mismo
define).
Viene de publicar una novela, La dificultad, en donde se reconocen en su protagonista Nicolás algunos hechos de su propia vida. Ahora, Tomás Abraham da a conocer El deseo de revolución,
un ensayo que desmenuza la historia política francesa desde Jean Paul
Sartre. "La revolución no es voluntad. Es más. Es deseo, porque es algo
insistente", le dice a Infobae.
En la misma charla se adentra en el signo cultural de los 12 años de
kirchnerismo ("No extraño nada, fue un chantaje ideológico") y apunta
consideraciones sobre la gestión de Mauricio Macri ("Este Gobierno no se
topa con la realidad. Habla de los pobres como si fueran negros,
judíos"), sin dejar de analizar la actualidad de la universidad
argentina ("Ojalá se volviera a leer desde los libros").
Aquí, las 11 definiciones más importantes de Tomás Abraham y la entrevista completa.
-El kirchnerismo tenía un deseo de revolución.
-La lírica de la juventud maravillosa era morir. El kirchnerismo vive esa muerte.
-No extraño nada del kirchnerismo porque nos hizo culturalmente mal.
-Con el kirchnerismo hubo una estafa ideológica, un chantaje ideológico.
-Es una tontería que el Presidente vaya a sentarse a la mesa de Mirtha Legrand.
-Esto
del arte, la cultura, al gobierno de Macri no le importa mucho, salvo
un par de cositas vistosas. Si Macri fuera a la universidad,
no alcanzarían los huevos.
-Este Gobierno no se topa con la realidad, con las veredas rotas. Nacieron en veredas bien asfaltadas.
-Cuando el Gobierno habla de los pobres me da vergüenza.
-Me encantaría que mi libro se lea en la universidad, pero para eso
tendrían que leer en la universidad. Pero me encantaría eso de que se
conozca el tacto del libro, no de la fotocopia.
-El Mayo Francés fue una enorme fiesta popular sin un solo herido
-Pensar es estar en incomodidad, dudar, crecer.
—La
idea de tu libro fue pensar en el concepto de revolución desde Francia y
trasladado a la actualidad. ¿Qué es la revolución hoy, qué sentido
tiene la revolución?
—(Risas)
Está bien. Justamente la palabra deseo que va con revolución. No va
sola la revolución, va como deseo. Porque es algo insistente. Tomemos en
cuenta que durante todo el siglo XX la política estaba realmente
adherida a ideas de revolución, medio planeta vivía bajo esa idea.
Cuando digo revolución estoy hablando de la revolución comunista, no
estoy hablando de cualquier cosa, estoy hablando de medio planeta que
estaba viviendo bajo estados socialistas basados en una filosofía
marxista, materialismo dialéctico, materialismo histórico, un aparato
educativo. Medio planeta. Y una buena parte de la otra mitad del planeta
quería eso. Mi generación quería eso. Los hijos de mi generación muchos
de ellos quieren eso. La palabra revolución significaba cambio de vida,
hombre nuevo, una filosofía absoluta y total. Funciona como deseo, es
insistente, no es lo mismo que la voluntad. La voluntad es racional. La
voluntad, vos te hacés un objetivo, una estrategia, un esfuerzo, vas
para adelante y seguís. El deseo es a pesar de uno. Es muy difícil
cambiar de deseo, es muy difícil.
—Es inmanejable, insistente. Y el deseo de revolución yo lo tomo a
partir de un filósofo en especial que es Jean Paul Sartre en una época
que es desde la posguerra hasta hoy porque después la llama olímpica del
deseo revolucionario se la van pasando de unos a otros. La filosofía
francesa es fundamentalmente política, la pulsión de la filosofía
francesa es política. No así la inglesa que es lógico-matemática,
científica. La alemana es espiritual humanista, etcétera. La francesa es
política. Entonces allí la filosofía francesa va con el deseo de la
revolución. Y de esto hago todo un camino que va de Sartre a Foucault,
Deleuze, el Mayo Francés, el mundo bipolar de la Guerra Fría, etcétera.
Todo el tiempo sigo un poco cómo fueron cambiando de posiciones los
mismos filósofos respecto de los acontecimientos mundiales. Porque están
muy pegados a la coyuntura, no son las ideas eternas, están pegados a
las situaciones históricas. Entonces cómo repercutió en el pensamiento
filosófico francés la ocupación alemana, la resistencia, la Guerra Fría,
la descolonización y la independencia de Argelia, el Mayo Francés, el
archipiélago en el Gulag, la revolución cultural china, el democratismo
bélico de los últimos años. Cómo van cambiando ellos mismos, pero no
porque sean veletas o hagan panquecazos y demás sino porque
realmente están muy sensibles a lo que está pasando y tienen un stock de
conocimientos, de altísima formación académica, de los cuales pueden
sacar un poco de Platón, un poco de Nietzsche, un poco de Marx, un poco
de lo que sea, y van armando nuevas posiciones filosófico-políticas de
acuerdo a la coyuntura.
—¿Cómo
repercutió eso en Argentina? Yo tomo en el libro dos décadas, la década
del 60 fue muy importante en Argentina desde el punto de vista
cultural. La influencia del pensamiento del filósofo que fue más
etiquetado con la palabra revolución, un militante ideológico, un jefe
ideológico que fue Sartre, el filósofo más popular de la historia de la
filosofía. Pero popular por el teatro, en una época en que la imagen era
o cine o teatro. No había otro tipo de pantalla, por lo tanto si la
gente quería ver cuerpos en movimiento iba al teatro. Fue de muchísimo
éxito como autor y dramaturgo, en todas partes del mundo se
representaban sus obras. Sus novelas fueron best sellers. Y además era
un filósofo de altísimo tecnicismo filosófico, es decir de gran
vocabulario, un fenomenólogo; ontología, la crítica de la razón
dialéctica, tocaba todas esas partituras. Y además ensayos y hasta
panfletos. Lo recibía todo el mundo, Fidel Castro, el "Che", Mao, la
Unión Soviética, etcétera, sumamente popular. Entonces yo tomo de él
cómo fue entregando esta llama. Y lo que me motivó a empezar este libro
fue la muerte de Sartre. Yo no estaba muy… enterado. Sabía algunas
cosas. Cuando me fui enterando y fui leyendo algunas cosas del modo en
el que él muere en el año 80, 1980, un hombre que tiene 75 años, que
hace 7 u 8 años que está ciego, que por lo tanto no tiene acceso a lo
que hizo toda la vida que fue escribir, un grafómano, leer, escribir, y
que tuvo que tomar un secretario para que le lea y tomó un secretario
que era el jefe ideológico del maoísmo francés.
Entonces yo ahí empecé con esta idea del deseo de revolución y vi
también como en la década del 60 tomé tres intelectuales argentinos que
se hicieron sartreanos, una imagen de un Sartre que trabajaba el tema
del bastardo, no de revolución, del bastardo, el marginal, el lumpen. Y
el lumpen burgués también. Uno es Oscar Masotta, otro es Carlos Correas,
un escritor que trabajó muchísimos años conmigo en la Facultad, que
murió, se suicidó, y Juan José Sebreli. Los tres eran tres sartreanos de
la bastardía. Y después sartreanos revolucionarios que fueron honrados
por publicar en la revista de Sartre en el año 81, ya cuando acá había
Proceso, sobre la militancia revolucionaria, León Rozitchner, David
Viñas y Juan Carlos Portantiero. Entonces es un capítulo donde entro a
la Argentina y sigo un poco con la polémica que se armó con Oscar del
Barco, con Héctor Leis, donde intervinieron varios, sobre el pedido de
perdón de la parte revolucionaria para hacer algo como pasó en Sudáfrica
con Mandela en donde las partes dijeron lo que hicieron para…
—Que se sentaron frente a frente.
—Frente a frente. Toda esa polémica también forma parte del libro.
—Me
quedé pensando, como un apenas lector curioso de Sartre, que es
imposible que no te conmueva cuando tenés 18 años, cuando leés por
primera vez La náusea, cuando te atrevés con El existencialismo es un humanismo. ¿En qué etapa te toma a vos ahora?
—¿Ahora? Y supongo que en la etapa del fin. (Risas)
—No,
falta mucho. Pensé en ese recorrido que es casi una película francesa
perfecta, la del discípulo y el maestro. ¿Dónde estás? ¿Estás más cerca
del discípulo o estás más cerca del maestro?
—No, del maestro por supuesto que no, y del discípulo tampoco. Pero
indudablemente este tema me tomó en un momento que en los últimos 15
años viví el clima en la Argentina, el deseo de revolución. No me
importa la calidad de ese deseo, pero indudablemente la gente de mi
generación tomó partido. Todos los que conozco volvieron a ser jóvenes,
yo no, yo envejecí. A mí me agarró en un proceso de envejecimiento
frente a jóvenes viejos.
—Sabés
que es tan cierto lo que estás diciendo que, no importa quién, pero
alguien que adscribió al kirchnerismo dijo que el estrabismo de Néstor
le hacía recordar al estrabismo de Sartre. Yo me quedé como shockeado
frente a eso.
—Claro, una identificación que la diferencia está únicamente en que
Sartre medía 1.50 y además… Pero indudablemente nosotros hemos vivido un
resurgimiento de la juventud maravillosa desde el poder hacia la capa
cultural. Y yo indudablemente polemicé muchos años sobre ese tema. Y
entonces cuando tomo esto indudablemente para mí tiene que ver con mi
medioambiente, no es que es una cosa francesa. Lo que pasa es que el
pensamiento francés siempre tuvo mucha importancia acá. La cantidad de
visitantes de parte de la intelectualidad francesa que viene a la
Universidad de Lanús o a la de San Martín o a la de Tres de Febrero, al
conurbano a dar lecciones de revolución, sigue siendo importante, por lo
menos hasta hace muy poco. Entonces quiere decir que no es un tema
totalmente ajeno.
Indudablemente todo este clima a mí me estimuló para bucear un poco en
lo que fue un ideal de mi generación. Y en el libro hay unas líneas de
fuerza en donde entra la decepción. Esto tiene que ver con la vida, no
solo con la política. Es decir, ¿cuando hay decepciones ese deseo muere?
No. Qué pasa si no muere, qué caminos toma ese deseo ante el desengaño,
ante el desencanto, etcétera. En la historia del deseo de la revolución
del siglo XX hubo muchas decepciones. Hubo el gulag, la revolución
cultural china que fue un baño de sangre, el genocidio de Camboya, el
tema de la disidencia cubana, lo que pasó detrás de la cortina de hierro
en Polonia y distintos lugares con lo que hacían con los sindicalistas,
con la gente y demás. Y sin embargo este deseo de la revolución sigue,
encuentra al chavismo, encuentra al bolivarianismo, encuentra el
kirchnerismo, encuentra la primavera árabe, encuentra a los indignados.
¿Qué es lo que encuentra? ¿Cómo se manifiesta cuando vos ya no tenes ni
referentes filosóficos? El marxismo hoy en día no es considerado una
ciencia como sí era considerado como una guía para la acción porque daba
conocimientos. No hay un referente histórico, vos no podés decir "la
patria del socialismo, la URSS, hay que defenderla cueste lo que
cueste". No hay un referente político actual. ¿Cuál es el país hoy en
día? Cuba está crisis. No hay. Y si vos no tenes referentes históricos,
filosóficos…
—¿A dónde va ahora ese deseo?
—La imagen que yo tengo es que antes el flujo del deseo iba por un
canal, por lo tanto estaba dirigido como un riego. Hoy en día no hay
canal, entonces va un hilo de agua por ahí, otro hilo de agua por allá,
otro hilo de agua por allá, circula por un tiempo y se seca. Y después
circula por un tiempo y se seca. Hay lavas esporádicas que no tienen lo
que tuvo el deseo revolucionario durante el siglo XX con sus referentes,
que es qué mundo quieren, no sabemos qué mundo queremos. Podemos
rechazar el mundo de hoy como ahora en Hamburgo, ¿no? Queremos un nuevo
orden global.
—Es muy difícil porque el mundo se fue, no lo tenemos ahí.
—Vos
dijiste algo que me impactó: "El kirchnerismo tenía un deseo de
revolución". ¿Era genuinamente un deseo de revolución o era una máscara
la revolución para otra cosa?
—Es muy difícil calibrar. Es decir, el deseo no era bueno, el deseo no
es como una acción que viene alguien de la moral y te dicen bien "mal,
bien, mal". El deseo puede terminar en cualquier cosa, el deseo de la
revolución llevó al terror, llevó a la muerte, llevó a masacres como los
millones de muertos en el gulag. El deseo de revolución no tiene buen
final necesariamente, especialmente cuando es un deseo de tipo absoluto.
Que los últimos años con la lírica y la épica renovada de la juventud
maravillosa desde 2003, 2004 en adelante sin duda que mucha gente pensó
que había un renacer, un nacer de algo. Pero yo puedo decir "ojo, esto
no es un hacer, esto es un morir, porque esto fue muerte, en Argentina
fue muerte, no fue nacer". Así que cuando hablan de juventud
maravillosa, más allá de los términos, de los atributos, fue morir.
—¿Qué fue el kirchnerismo mirado así, desde esta prisma que estás poniendo?
—Para mí su talón de Aquiles no tiene que ver con lo económico. Fue
cultural. El kirchnerismo hizo mal culturalmente. Algo muy difícil de
salir. Dio una verdad y la gente se agarró de esa verdad. Y una
interpretación de la historia en el mundo, para mí, reaccionaria. Es
decir, como varias veces en nuestra historia se vivó la muerte, con
mucha frivolidad, con mucha irresponsabilidad. Hubo una estafa
ideológica, un chantaje ideológico. "Si las víctimas absolutas del
Proceso están conmigo, vos no podés hablar, yo tengo a las Madres, yo
tengo a las Abuelas, yo tengo a los Hijos, vos no podés hablar. Y si vos
hablas estás con el Proceso". Hizo mucho mal todo eso. Es decir, la
palabra dejó de circular todo ese tiempo, fue por fiscalías. Y entonces,
claro, yo no extraño nada. Entonces ha habido eso, ha habido retiradas,
ha habido agachadas. Hay un clima existente en la Argentina pero
cultural. La corporación cultural se movió, no los sindicatos, ni los
trabajadores. El relato lo hace la corporación cultural, no lo hacen las
bases.
—Lo hace la corporación cultural. Una de las cosas que está pasando hoy
en día es que la gente que está ahora no tiene corporación cultural que
haga relato. No hay relato. Entonces es débil respecto del otro relato
insistente.
—¿No hay corporación cultural que haga relato o es que no hay qué relatar en este momento?
—Siempre hay algo que relatar, pero lo que pasa es que una cosa es
relatar algo y otra es construir un relato. Es decir, y volvemos al
deseo de revolución, no tenemos referentes filosóficos para construir
relatos. O sea, no tenemos una ciencia. Tenemos indignaciones, que es lo
que se distribuye más ampliamente. ¿Quién no está indignado con algo?
Estamos indignados con que haya muchos pobres. Después estamos
indignados con otra cosa. Nos juntamos con la indignación pero estamos
separados por muchísimas cosas. No nos une el espanto. Entonces hay
mucha indignación pero falta creatividad en política. Es una de las
cosas que estoy expresando últimamente. ¿Es posible la creatividad en
política? Porque realmente hay una repetición de decir siempre lo mismo.
Hay creatividad en el arte, sí, hay creatividad en la ciencia, sí. ¿Y
en política hay creatividad? ¿Hubo gente creativa en política? Claro que
la hubo, gente que desde que estoy yo pasó algo distinto. Franklin D.
Roosevelt hizo el New Deal. Lenin hizo la revolución rusa.
Mandela en Sudáfrica, Gandhi en la India, Perón en el 45… Frondizi en el
60, podía haber sido algo distinto. Entonces, ¿hay creatividad en
política para salir de este estancamiento binario y demás? Esas son las
cosas que me pregunto.
—¿Hay una impronta cultural hoy de Macri? Digamos, ¿la administración Macri tiene una impronta cultural?
—Cuantos menos ministerios de Cultura haya, mejor. Y menos secretarías
haya, mejor. Menos burocracia educativa, mejor. La sociedad argentina es
dinámica, produce cosas, no todas son conocidas, pero lo que pasa es
que por los altavoces escuchamos siempre cosas parecidas. Tenemos que
bucear en los márgenes por abajo para descubrir cosas. En los altavoces
descubrimos bastante poco. Andá a la Facultad de Ciencias Sociales y te
vas a dar cuenta lo que está sucediendo CON la corporación cultural -la
llamo corporación de un modo un poquito agresivo-, es decir actores,
escritores, ensayistas, académicos, profesores, o a la Facultad de
Filosofía a ver cuántas mesas de PRO hay. El PRO fue mayoría en
Argentina, pero no puede haber una mesa ahí porque vuela -y por la
ventana, no por la puerta de entrada. Entonces…
—Alguien me decía el otro día "Imaginate Macri yendo a una universidad hoy, sería imposible, es un sueño imposible".
—No alcanzarían los huevos. La relación del Gobierno con la parte
cultural no es la que tenía el kirchnerismo, que se podía sacar una foto
con cientos de protagonistas. Hasta hoy Cristina va una oficina y van
actores, actrices, etcétera. Macri no, pero creo que eso no es lo
importante, aparte porque creo que al Gobierno tampoco le importa mucho.
Este Gobierno no es el gobierno radical de Alfonsín que estaba con
sociólogos, con esto, con lo otro, lo veo bastante indiferente a todo.
Esto del arte no le importa mucho, es decir un par de cositas vistosas,
ir a almorzar con Mirtha Legrand… Es como en la época de Menem, que
traían a Pavarotti a la cancha de polo para cantar un aria y estaban
todos vivando. Los que componen este Gobierno son un poco ignorantes en
cultura, les importan otras cosas, el Ravi del Arte de Vivir o hacer un
poco de veganismo, estan un poco en esa onda.
—¿Te
hace ruido verlo a Macri sentado a la mesa de Mirtha Legrand?Pienso en
aquel libro que escribiste sobre la televisión, un libro verde flúor que
lo pienso como objeto.
— Exactamente. ¿Te hace ruido?
—Realmente es una tontería todo eso. Es decir, es una tontería,
perfectamente puede ir a la mesa de Mirtha Legrand en uno de los
almuerzos, sentarse como cualquier ser humano, pero es tema es porque
fue en la Casa de Olivos.
—Y esto es un poco así, ¿no? Es una falla de este Gobierno, que no cree
en la educación. Y por educación quiero decir salir a una calle y
toparse con una vereda que está rota. Las veredas de ellos están siempre
bien. Nacieron en veredas lisas. Nacieron en el asfalto bien puesto,
etcétera. Incluso cuando están hablando de los pobres me da tanta
vergüenza, creo que tenía razón Kicillof.
—Porque es medio clasista. Hablan de los pobres como si hablaran de negros. Como si hablaran de judíos o algo así.
—En
tren de esta cosa binaria instalada en los últimos tiempos, vos estás
diciendo esto e inmediatamente se va a decir "está favoreciendo el
pensamiento kirchnerista". ¿Cómo sortear esta cosa binaria?
—Bueno, la estuve sorteando hasta ahora. No formo parte de un grupo. Me
quedé un poco solo. Pero la soledad es muy estimulante para la cabeza.
El conflicto también es muy estimulante. Pero yo creo que está habiendo
un pequeño cambio, por suerte. Superficial, pero cambio al fin. Porque
ahora va a haber elecciones. Y creo que la torta electoral se está
distribuyendo en tres, y eso es algo nuevo que haya tres. Es decir, hubo
treinta, veintiocho, veinticinco. Que eso, que haya tres, va a venir
bastante bien.
—Vos hablás de kirchnerismo, macrismo y massismo.
—Claro. Y al haber tres va a ser más difícil todo este tipo de
embrutecimiento cultural. Va a haber que negociar, va a haber que
hablar, va a haber que escuchar, porque vos por sí…
—No podes. Y eso creo que a ese nivel, es un nivel político en el cual a
mí me importa. Es decir, después está el otro nivel más vivencial,
existencial, cultural y demás donde la gente seguirá diciendo que
estamos viviendo una nueva dictadura, que esto no puede ir para más, que
hay una represión feroz, eso va a seguir existiendo. Pero bueno, para
mí lo más importante es escribir otro libro.
—De lo que sea, de lo que me interese. Este es un libro de filosofía
pero cuando yo escribo libros de filosofía no escribo libros para
filósofos, escribo libros para todos y para nadie, como decía
Nietzschee. Es decir, me encantaría que se lea en la Universidad, pero
para eso tendrían que leer en la Universidad..
— No es metáfora eso, ¿no? De que en la Universidad deberían retomar el hábito de la lectura.
— Sí, sí, conocer el tacto del libro, no de la fotocopia. Del libro.
— El objeto, el objeto libro.
—El objeto y después uno se sienta con un libro y se queda quieto y que
no tiene nada acá, y que no tiene el celular sonando. Es decir
estudiar, una una palabra por la que yo hago campaña todo el tiempo. No
de la educación, que de la educación se ocupe el papa Francisco o que se
ocupe el ministro de Educación [Esteban] Bullrich o los padres o
Tinelli; ellos se ocupan de educación, yo de estudiar, que es una
disciplina hermosa que significa aprender.
—¿Qué es la educación como concepto para vos?
—La educación es inaprensible, es decir, una persona, un individuo se
forma en grupos, se forma recibiendo mensajes, procesándolos, siendo
reactivo y demás. Y lo recibe en mil lugares distintos: de los amigos,
de las redes sociales, del maestro, del periodista, del cura, del papá.
No educa el ministerio de Educación ni tampoco la escuela primaria,
recibe de todas partes. Pero estudiar no, eso se hace en la escuela. Y
lo hace uno solo, pero con la guía de la escuela. Entonces ahí yo digo
"usted es profesor, ¿qué opina de la educación?" "Nada, yo opino de
estudiar, que quiere decir aprender, uno va a un lugar a aprender, abre
el cuaderno y hay un señor que sabe de algo que yo no sé y me enseña. Y
cuanto más copado esté él con lo que va a ese lugar, más copado voy a
estar yo con lo que voy a aprender". Eso es de lo que no se habla hace
muchísimo tiempo y que no se lo encomia, etcétera. El profesor de
biología y el de geografía no tienen importancia, tiene importancia el
pedagogo, tiene importancia la ciencia de la educación, tiene
importancia el que enseña a contener a los chicos, el que quiere dar
rápido una clasecita de educación sexual. Todos esos tienen importancia.
—Lo mencionaste al pasar al papa Francisco…
—¿Para qué lo habré mencionado? (Risas)
—¿Te
importa cuando habla de la Argentina? O este debate, si habla de la
Argentina, si es un líder mundial…. Alguien dijo "En el mundo es un
líder porque está en conflictos verdaderamente importantes, y en la
Argentina es un puntero del Conurbano.
—Yo creo que, como buen Papa que es, él quiere que los pobres sean
católicos, y los pobres están invadidos por evangelistas y para colmo
hay un gobierno en la Argentina que juega al orientalismo. Eso a él ni
fu ni fa. Es decir, él no quiere eso, él quiere darles pan a cambio del
alma. Es un poco del diablo eso, ¿no? Pero creo que finalmente para el
Vaticano el papa Francisco o el papa polaco son papas de fuerte
personalidad. Y creo que en general las religiones son peligrosas. Es
decir, dividen el mundo de un modo no favorable para la humanidad. En
última instancia hacen un panel donde ponen a un rabino, a un ayatola y
dicen "yo te respeto porque finalmente Dios es uno", etcétera, y después
hacen las cruzadas, se tiran bombas y todo ese tipo de cosas. En
general yo siempre fui un mestizo, la mezcla es lo más rico. Cuando vos
mezclás sacás a alguien inteligente, cuando vos hacés a alguien puro es
un tonto. Como con los perros. Un perro callejero es vivo, un perro de
pedigrí es tonto. Entonces a mí todo este tipo de divisiones no me van
ni me vienen, yo creo que hay buenas personas y personas jodidas,
después en el resto me importa bastante poco.
— ¿Es buena persona el Papa?
—Eso no tengo idea, no lo conozco.
—Me
quedé pensando en una frase que dijiste al comienzo, que la filosofía
es el arte de reconocer lo que no voy a conocer, o mejor dicho de lo que
voy a ignorar.
—El arte de la ignorancia. Solo sé que nada sé.
—El
Sócrates original. Y volvamos a Sartre y la angustia existencialista.
¿Te genera angustia ese reconocimiento de tu ignorancia?
—No, al contrario, eso es la filosofía. Es decir, yo elegí estudiar
filosofía y enseñar filosofía y soy un escritor de filosofía. Entonces
eso es una tradición occidental. Las tradiciones orientales son de
sabiduría, iluminación, sabiduría, enseñanza de la vida, todo ese tipo
de cosas. Lo que enseñaron los griegos en Occidente es esto que no
sabemos y que no podemos saber. ¿Qué hacemos con eso? Y toda la historia
de la filosofía es pensar los límites, de Platón a Kant, y después ya
está todo cocinado, después vino Nietzsche, después vinimos nosotros.
Nosotros no podemos creer como creíamos en el año 1100, porque no
vivimos en un universo teocrático, no vivimos en eso, el sistema de
creencias es distinto. Nosotros creemos más o menos. Entonces en este
más o menos que creemos tenemos más posibilidades de pensar. Porque
pensar es lo opuesto a creer. Vos pensás contra lo que vos creás. La
cabeza tiene que hacer bum bum, bum bum, algo que hace ruido
todo el tiempo, algo que te molesta, algo que no está claro, que no
estás conforme, algo que no te permite dormir del todo, porque estás
pensando. Entonces la dificultad, los problemas, la ignorancia, la
incertidumbre, todo eso es la sal del pensamiento.
—Por
eso es interesante que muchas veces nosotros los periodistas, yo, me
reconozco preguntando, "¿vos creés en Cristina o en Macri?". Es un
disparate usar ese verbo para la política.
—Por eso uno tampoco puede ser hegeliano o foucaultiano, o lo que
fuere. No es una doctrina en la que uno cree. Entonces la tarea del
intelectual es transmitir lo que él mismo hace, es decir crearse
problemas. Pero no para que alguien te diga para qué te vas a hacer
problema, ya bastante…
—Tengo que pagar Ganancias.
—Pagar Ganancias para problemas no, lo único que quiero es jugar al
billar. No, no es eso. Es decir, hacerse problema es la mejor manera
para ser libre. ¿Qué quiere decir ser libre? Ser libre significa que las
palabras que te entran no sean las únicas palabras que existan, vos
tenés que generar tus propias palabras. Tenés que generar tus propias
palabras. Porque finalmente vivir es eso, vivir es generar. Podés
generar palabras, podés generar hijos, o un árbol como se dice, o ese
tipo de cosas. Entonces entre pensar y respirar no hay diferencia, lo
que pasa es que hay que darle nutrimento. Ahora, si vos renuncias a eso,
¿en qué te transformás? En un fanático, en un necio. En alguien que
cree que es una pérdida de tiempo. Entonces esto no me genera ninguna
angustia. Ese vacío es un vacío fecundo. No voy a llegar a salvar mi
alma quizás, eso solo lo sabe el Señor, pero me voy a sentir vivo. Y eso
es importante.
Ver la entrevista completa:
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