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La ‘huella rusa’, incluso en los aviones presidenciales de EEUU
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El mandatario estadounidense, Donald Trump, criticó
fuertemente el coste del nuevo avión Air Force One, que debería haberse
convertido en el transporte aéreo presidencial. Por lo tanto, la Fuerza
Aérea negoció y encontró una manera de bajar el precio.
La solución se presentó en forma de comprar un par de aviones con un fuerte ‘matiz’ ruso, escribe Defense One.
Resulta que la Fuerza Aérea ahora está finalizando un contrato con la empresa Boeing, sobre la adquisición de dos naves aéreas Boeing 747-8, destinadas previamente para la flota de la compañía aérea rusa Transaero, que se encuentra en quiebra desde 2015.
Boeing ya probó ambos aviones, pero los dejó almacenados. Según los datos de seguimiento de vuelos, los dos volaron por última vez en febrero de 2017 rumbo al Aeropuerto de Logística de Victorville, en el estado de California, donde ‘descansan’ los aviones comerciales jubilados.
Sin embargo, convertir un 747 estándar en una Casa Blanca ‘volante’ no será una tarea fácil. Después de adueñarse de los aviones, la Fuerza Aérea recibirá de sus contratistas un moderno sistema de comunicaciones, de contramedidas defensivas y hasta de protección contra un pulso electromagnético generado por una explosión nuclear.
Además, habrá varias salas de conferencias, oficinas para el personal de la Casa Blanca, así como sitios para huéspedes presidenciales y periodistas.
La solicitud presupuestaria de 2018 del Pentágono muestra que la Fuerza Aérea estadounidense tiene planeado gastar casi 3.200 millones de dólares entre 2018 y 2022 en la renovación de los dos aviones.
Así, el ‘padre’ de la idea, Donald Trump, podrá volar en los nuevos aviones solo en caso de ser reelegido para un segundo mandato.
La solución se presentó en forma de comprar un par de aviones con un fuerte ‘matiz’ ruso, escribe Defense One.
Resulta que la Fuerza Aérea ahora está finalizando un contrato con la empresa Boeing, sobre la adquisición de dos naves aéreas Boeing 747-8, destinadas previamente para la flota de la compañía aérea rusa Transaero, que se encuentra en quiebra desde 2015.
Boeing ya probó ambos aviones, pero los dejó almacenados. Según los datos de seguimiento de vuelos, los dos volaron por última vez en febrero de 2017 rumbo al Aeropuerto de Logística de Victorville, en el estado de California, donde ‘descansan’ los aviones comerciales jubilados.
Sin embargo, convertir un 747 estándar en una Casa Blanca ‘volante’ no será una tarea fácil. Después de adueñarse de los aviones, la Fuerza Aérea recibirá de sus contratistas un moderno sistema de comunicaciones, de contramedidas defensivas y hasta de protección contra un pulso electromagnético generado por una explosión nuclear.
Además, habrá varias salas de conferencias, oficinas para el personal de la Casa Blanca, así como sitios para huéspedes presidenciales y periodistas.
La solicitud presupuestaria de 2018 del Pentágono muestra que la Fuerza Aérea estadounidense tiene planeado gastar casi 3.200 millones de dólares entre 2018 y 2022 en la renovación de los dos aviones.
Así, el ‘padre’ de la idea, Donald Trump, podrá volar en los nuevos aviones solo en caso de ser reelegido para un segundo mandato.
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