Berlín
(PL) Mientras los sondeos apuntan a una reelección de Angela Merkel
como canciller federal el día 24, en Alemania aumentan las
preocupaciones por el ascenso de la ultraderecha.
Según las encuestas, pese a un creciente descontento con su gestión y la
disminución de su popularidad, es casi segura la continuidad en el
poder de la líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), de 63 años,
quien rechaza cualquier pacto con la izquierda o sectores
ultraconservadores.
En declaraciones recientes, la dama de hierro alemana trató de distanciarse de la extrema derecha, pero la mayoría de los ciudadanos la responsabiliza por el auge de esa fuerza.
De acuerdo con el instituto Emnid, el 58 por ciento de los alemanes considera que el desempeño de Merkel facilitó el desarrollo de la euroescéptica y xenófoba Alternativa para Alemania (AfD), la cual se prevé obtenga alrededor del 11 por ciento en las elecciones generales del domingo.
Creada en 2013, la AfD basa su programa en el descontento con la actual administración y cuenta en sus filas con varios partidarios del nazismo y reacios a aceptar lo terrible y criminal del holocausto judío.
Varios analistas señalan que sus seguidores representan el voto protesta contra la posición ambivalente de la canciller federal, sus medidas de austeridad y su actitud ante la grave situación migratoria existente en Europa.
No obstante, los sondeos otorgan a la coalición entre la CDU y la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU) el 36 por ciento de las boletas y, por tanto, el mayor respaldo en los comicios del día 24.
Por su parte, los socialdemócratas de Martin Schulz ocuparían el segundo lugar con 22 puntos, y la AfD desplazaría a La Izquierda (Die Linke) como la mayor bancada opositora del Parlamento.
Lo anterior reforzaría la inclinación derechista del Gobierno, pues la AfD pasaría a formar parte de importantes decisiones.
Sin embargo, Merkel no parece preocupada por quien se convierta en la tercera fuerza política, sino que parece enfocada en igualar el período de 16 años ejercido por Helmut Kohl al frente de la Cancillería.
Nacida en Hamburgo en 1954 y física de formación, la política dirige la CDU desde el 2000 y lleva tres mandatos consecutivos al frente del órgano federal supremo de Alemania, siempre acompañada de la CSU, en una ocasión con los liberales como tercer integrante de una gran coalición y en dos oportunidades con los socialdemócratas.
Hija del pastor luterano Horst Kasner y de la profesora Herlind Jentzsch, fue militante de la Juventud Libre Alemana y en 1977 se casó con el físico Ulrich Merkel, de quien tomó su apellido, el cual mantiene pese a su divorcio y segundo matrimonio con el catedrático Joachim Sauer.
Fue ministra para la Mujer y la Juventud y de Medio Ambiente y Seguridad Nuclear durante el mandato de Hermut Kohl, considerado su mentor y a quien más tarde criticó por su implicación en un escándalo de corrupción.
Tras el llamado a una reforma de la CDU y fuertes declaraciones contra sus líderes, se convirtió en la primera mujer en dirigir esa formación, mérito que repitió a otra escala al convertirse en canciller federal y que superaría si logra igualar a Khol.
Las promesas de alcanzar el pleno empleo para 2025 y la continuidad de la buena salud de la economía nacional son algunas de sus principales promesas con vistas a la próxima cita en las urnas.
Por otra parte, apuesta por una falsa política de puertas abiertas a los migrantes que tiene como contraparte el reforzamiento de la seguridad en las fronteras y el incremento de la cifra de expulsados.
Aboga también por el fortalecimiento del papel de Alemania dentro de la Unión Europea y por la modernización y desarrollo del país.
Recientemente, un estudio de Infratest señaló que el índice de personas satisfechas con su gestión descendió de 69 a 59 puntos porcentuales y la aceptación del gobierno decreció a 45 por ciento, en tanto el descontento aumentó a 15.
No obstante, analistas y medios de prensa consideran garantizada su victoria y se centran en analizar posibles integrantes de la coalición que dirigirá Alemania durante los próximos años, incógnita que se acrecienta por la existencia de un 25 por ciento de indecisos.
lma/or/gas
En declaraciones recientes, la dama de hierro alemana trató de distanciarse de la extrema derecha, pero la mayoría de los ciudadanos la responsabiliza por el auge de esa fuerza.
De acuerdo con el instituto Emnid, el 58 por ciento de los alemanes considera que el desempeño de Merkel facilitó el desarrollo de la euroescéptica y xenófoba Alternativa para Alemania (AfD), la cual se prevé obtenga alrededor del 11 por ciento en las elecciones generales del domingo.
Creada en 2013, la AfD basa su programa en el descontento con la actual administración y cuenta en sus filas con varios partidarios del nazismo y reacios a aceptar lo terrible y criminal del holocausto judío.
Varios analistas señalan que sus seguidores representan el voto protesta contra la posición ambivalente de la canciller federal, sus medidas de austeridad y su actitud ante la grave situación migratoria existente en Europa.
No obstante, los sondeos otorgan a la coalición entre la CDU y la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU) el 36 por ciento de las boletas y, por tanto, el mayor respaldo en los comicios del día 24.
Por su parte, los socialdemócratas de Martin Schulz ocuparían el segundo lugar con 22 puntos, y la AfD desplazaría a La Izquierda (Die Linke) como la mayor bancada opositora del Parlamento.
Lo anterior reforzaría la inclinación derechista del Gobierno, pues la AfD pasaría a formar parte de importantes decisiones.
Sin embargo, Merkel no parece preocupada por quien se convierta en la tercera fuerza política, sino que parece enfocada en igualar el período de 16 años ejercido por Helmut Kohl al frente de la Cancillería.
Nacida en Hamburgo en 1954 y física de formación, la política dirige la CDU desde el 2000 y lleva tres mandatos consecutivos al frente del órgano federal supremo de Alemania, siempre acompañada de la CSU, en una ocasión con los liberales como tercer integrante de una gran coalición y en dos oportunidades con los socialdemócratas.
Hija del pastor luterano Horst Kasner y de la profesora Herlind Jentzsch, fue militante de la Juventud Libre Alemana y en 1977 se casó con el físico Ulrich Merkel, de quien tomó su apellido, el cual mantiene pese a su divorcio y segundo matrimonio con el catedrático Joachim Sauer.
Fue ministra para la Mujer y la Juventud y de Medio Ambiente y Seguridad Nuclear durante el mandato de Hermut Kohl, considerado su mentor y a quien más tarde criticó por su implicación en un escándalo de corrupción.
Tras el llamado a una reforma de la CDU y fuertes declaraciones contra sus líderes, se convirtió en la primera mujer en dirigir esa formación, mérito que repitió a otra escala al convertirse en canciller federal y que superaría si logra igualar a Khol.
Las promesas de alcanzar el pleno empleo para 2025 y la continuidad de la buena salud de la economía nacional son algunas de sus principales promesas con vistas a la próxima cita en las urnas.
Por otra parte, apuesta por una falsa política de puertas abiertas a los migrantes que tiene como contraparte el reforzamiento de la seguridad en las fronteras y el incremento de la cifra de expulsados.
Aboga también por el fortalecimiento del papel de Alemania dentro de la Unión Europea y por la modernización y desarrollo del país.
Recientemente, un estudio de Infratest señaló que el índice de personas satisfechas con su gestión descendió de 69 a 59 puntos porcentuales y la aceptación del gobierno decreció a 45 por ciento, en tanto el descontento aumentó a 15.
No obstante, analistas y medios de prensa consideran garantizada su victoria y se centran en analizar posibles integrantes de la coalición que dirigirá Alemania durante los próximos años, incógnita que se acrecienta por la existencia de un 25 por ciento de indecisos.
lma/or/gas
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