miércoles, 27 de diciembre de 2017

1977-2017 Por la Tercera República. Razones de un silencio

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1977-2017 Por la Tercera República. Razones de un silencio

Por Colectivo Al Servicio de la República


La República fue traicionada una vez más. No fue solamente el PCE carrillista, también el PSOE, la ERC y el PNV, aunque si bien ERC y PNV lograron reconocimiento para las instituciones autonómicas en el exilio renunciando a la República en Madrid. Esa es la cruda realidad.
Por Colectivo Al Servicio de la República

El gobierno de la Segunda República en el exilio podría haber encabezado las negociaciones para una salida pacífica de la dictadura y logrado unas elecciones libres. Hubiera bastado que el PSOE, el PCE y los nacionalistas vascos y catalanes hubieran apoyado a la República en 1975 y nombrado representante de toda la oposición al presidente José Maldonado y a un grupo de diálogo compuesto por todas las fuerzas democráticas. No quisieron.
La República fue traicionada una vez más. No fue solamente el PCE carrillista, también el PSOE, la ERC y el PNV, aunque si bien ERC y PNV lograron reconocimiento para las instituciones autonómicas en el exilio renunciando a la República en Madrid. Esa es la cruda realidad. No hubo elecciones realmente libres en 1977, los partidos PSOE, PCE y los demás, aceptaron ser legalizados por los franquistas y al hacerlo legalizaron ellos al régimen, contribuyendo de forma clara a la total impunidad del franquismo, que es la verdadera base del actual régimen. Lo esencial de ese pacto antirrepublicano se mantiene a día de hoy, cuando vemos que se crean organizaciones supuestamente para impulsar la República cuyo principal cometido es contener y hacer de cortafuegos que impidan que el republicanismo se organice política y electoralmente o que las alianzas de izquierda de la actualidad se pongan al servicio de la República: el triste caso de la JER (Junta Estatal Republicana) es una buena muestra de lo que no debe hacerse; su único cometido no parece otro que lograr que la lucha republicana no interfiera la estrategia política de Izquierda Unida y su alianza con Podemos..
Callaron en 1977 y callan en 2017

El silencio del estado español, del gobierno y del PP en este aniversario del fin de la República, días después de las elecciones de 1977 era algo previsible, pero no son los únicos en callar. ¿Qué decir del silencio del PSOE y del PCE y sus organizaciones cercanas?
Es el silencio del cómplice necesario que sigue años después. Izquierda Unida y el PSOE votaron juntos la ley de memoria que no cuestiona la legalidad franquista, votaron juntos la de víctimas del terrorismo que considera «mártires de nuestra democracia» a Melitón Manzanas y a Carrero Blanco.
Esta es la realidad. El PSOE de Pedro Sánchez no alcanza a cuestionar el régimen del 78 y hasta impide el debate republicano en su congreso; Izquierda Unida, por su parte, con con líder Alberto Garzón el primero, se reclama republicano, pero excluye la cuestión de su política diaria, parlamentaria, institucional y de alianzas, sin cuestionar complicidades pasadas y callando cuanto puede y eludiendo el compromiso público de sus dirigentes y diputados.
El silencio de IU y PCE en estos días sobre la República en el exilio y su ejemplo de dignidad y lucha es atronador. Fue Fernando Valera, su último presidente gobierno, quien a primeros de julio de 1977, en su última comunicación como gobierno declaró el fin de la Segunda y el comienzo de la lucha por la Tercera República Española.
De otros partidos supuestamente llamados a dar voz al pueblo y a regenerar la vida española como es el caso de Podemos, y sus alianzas, se puede afirmar lo mismo. No se reconocen en la República Española, desprecian su ejemplo y su lucha, la consideran parte del pasado y son incapaces de enlazar las luchas del presente con la tradición de la que venimos. Particularmente Podemos, considera la II República como algo propio de perdedores, con suya evocación se divide al pueblo y que impediría su objetivo electoral de ganar elecciones. Podemos no necesita traicionar a nadie, como es el caso de otros partidos que sí usan en su provecho la memoria republicana en mayor o menor grado sin luego defenderla en las instituciones ni en la política diaria; no, Podemos, directamente, hace suyos los prejuicios del franquismo sociológico, renuncia a toda labor pedagógica y vuela el hilo rojo de la memoria que une las generaciones, convirtiéndose así en un peligro antirrepublicano mayor que el representado por un simple oportunista o un cobarde, es algo mucho peor.
La situación es clara. En estos momentos, el republicanismo español no se encuentra representado en las Cortes. No hay voz alguna que denuncie la impunidad franquista y saque las consecuencias políticas lógicas. La Constitución de 1978 es irreformable, en primer lugar porque no es una verdadera constitución, sino la Ley constitucional final del franquismo salida de la reforma de las leyes fundamentales del régimen. Ante esta situación se impone decir alto y claro que solo la República significa ruptura y verdadera regeneración democrática en España. Es hora ya de decirlo.
La lucha republicana no es algo sectorial sino central, supone derribar un estado y construir otro y hacerlo democráticamente y desde valores y principios republicanos. Solo la plena recuperación de nuestra soberanía popular y nacional puede ayudarnos a vencer en los enormes retos sociales, económicos, monetarios, de defensa y ecológicos que tenemos los españoles. Sólo un régimen legítimo, salido del corazón del pueblo español, que construya una legalidad nueva, sin sombra alguna de la impunidad franquista, un régimen comprometido con los derechos sociales y con las libertades de todos los ciudadanos y pueblos que suma España, podrá hacer frente a los retos del futuro. No debe olvidarse jamás que la constitución republicana de 1931 nunca fue derogada legalmente y que la II República nunca se rindió. Para hacer frente a todos esos desafíos, hay un camino, la República. En este 40 aniversario de la última comunicación del gobierno republicano, hacemos nuestro el grito de Fernando Valera, ¡Viva la Tercera República!
 

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