Desde
que Enrique Peña Nieto asumió el cargo presidencial en México en 2012,
fueron asesinados unos 48 periodistas: 4 de ellos murieron en lo que va
de 2018. Este ensañamiento ha convertido al país azteca en uno de los
lugares más peligrosos para ejercer el periodismo.
“Ese triste
récord puede fácilmente superarse si el caldo de cultivo macabro que
existe por debajo sigue vigente”, aseguró el sábado el filósofo mexicano
Fernando Buen Abad en declaraciones al diario local Contexto.Pese a ese récord alarmante, los medios de comunicación regionales no dan una cobertura debida a esta preocupante situación: “existe una especie de circo del ocultamiento. El asesinato de periodistas en México tiene un carácter selectivo, de venganza”, aduce el filósofo.
En esta misma línea, precisa que todas las víctimas estaban investigando “acciones del crimen organizado y las alianzas de este con los aparatos gubernamentales, militares y policíacos”. Y señala la existencia de una “alianza mafiosa con los aparatos de la política” que utiliza de sus sicarios para tales crímenes y asesinatos.
Ese triste récord puede fácilmente superarse si el caldo de cultivo macabro que existe por debajo sigue vigente”, asegura el filósofo mexicano Fernando Buen Abad.En lo que va de 2018, menos de un mes y medio, ya son cuatro los periodistas muertos a manos de los sicarios. El caso más reciente es Pamika Montenegro, comunicadora y bloguera que usaba el seudónimo ’La Nana Pelucas’: fue acribillada a tiros a principios del mes en curso frente a un restaurante del puerto de la ciudad de Acapulco, en el estado de Guerrero, en el sur de México.
Esa cifra parece todavía conveniente si tenemos en cuenta lo sucedido en 2017, cuando México fue definido como el lugar más peligroso para los trabajadores de prensa, mientras superaba a países en guerra como Siria o Afganistán.
“A partir del asesinato y de la amenaza se ha consolidado una gran escuela de disciplinamiento de periodistas. Hoy sabemos cuántos periodistas han sido asesinados, pero no sabemos cuántos han sido amenazados o atacados en sus domicilios, o cuantos han tendido familiares atacados por su trabajo”, señala por último el filósofo mexicano.
mnz/nii/
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