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La OTAN y las bombas atómicas no son temas electorales
Roma, Italia. El gobierno de Italia, que
durante el periodo electoral supuestamente debe abstenerse de tomar
grandes decisiones políticas, está sin embargo a punto de contraer
nuevos compromisos en el seno de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN). Esos compromisos se harán oficiales durante el
Consejo del Atlántico Norte que reunirá en Bruselas, el 14 y el 15 de
febrero, a los ministros de Defensa de los países miembros de la alianza
atlántica.
Aunque la agenda de ese encuentro aún no se ha dado a conocer, en realidad ya está escrita en el documento National defense strategy 2018, que el secretario de Defensa de Estados Unidos, Jim Mattis, anunció el 19 de enero [1]. Pero este año, a diferencia de los anteriores, el informe del Pentágono está clasificado como secreto militar. Sólo se publicó un resumen, pero su contenido basta para que comprendamos lo que se está preparando en Europa.
Acusando a Rusia de “violar las fronteras de naciones limítrofes y de ejercer un poder de veto sobre las decisiones de sus vecinos”, el documento estadounidense estipula: “El medio más seguro de prevenir la guerra es estar preparados para ganarla”.
Así que Estados Unidos exhorta a sus aliados europeos a “mantener su compromiso de elevar los gastos para elevar el poderío de la OTAN”. Italia ya se comprometió, en la OTAN, a elevar sus gastos militares de los alrededor de 70 millones de euros diarios actuales a unos 100 millones de euros al día. Pero prácticamente nadie habla de eso en los debates preelectorales.
Como tampoco se habla del contingente italiano desplegado en Letonia, junto a la frontera rusa, ni de los aviones de guerra italianos Eurofighter Typhoon desplegados en Estonia desde el 10 de enero pasado, a unos 10 minutos de vuelo de San Petersburgo, supuestamente para proteger a los países bálticos de la “agresión rusa”.
Silencio también sobre el hecho que Italia asumió, el 10 de enero, el mando del componente terrestre de la Nato Response Force, que puede ser enviada a cualquier lugar del mundo “bajo la autoridad del Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas en Europa”, un militar estadunidense designado siempre por el presidente de Estados Unidos.
Tampoco se dice que la marina de guerra italiana recibió el 26 de enero el primer avión de guerra del tipo F-35B de despegue corto y aterrizaje vertical, cuyo personal recibirá entrenamiento en la base del US Marine Corps en Beaufort, Carolina del Sur.
Todo eso y muchas otras cosas se mantienen en silencio en el debate previo a las próximas elecciones italianas. Las discusiones se concentran en las implicaciones económicas que tiene para Italia su condición de miembro de la Unión Europea, mientras se dejan de lado las consecuencias políticas y militares, así como las consecuencias, también económicas, del hecho que Italia sea miembro de una alianza militar –la OTAN– que se halla bajo el mando de Estados Unidos y a la que también pertenecen –después del Brexit– 21 de los 27 países miembros de la Unión Europea.
No se habla en los debates preelectorales de la cuestión de las nuevas bombas atómicas B61-12 que Estados Unidos comenzará a desplegar en Italia dentro de 2 años para reemplazar las actuales B-61, lo cual pondrá a nuestro país en la primera línea de la confrontación nuclear, cada vez más peligrosa, con Rusia.
Para romper el manto de silencio sobre esas cuestiones fundamentales tendremos que hacer, como propone el Comité No a la Guerra, No a la OTAN, dos preguntas muy precisas a los candidatos y candidatas que participan en las elecciones italianas, tanto durante los mítines públicos, como a través de las redes sociales y los programas de radio y televisión:
“¿Es usted favorable o no a que Italia salga de la OTAN? ¿Es usted favorable o no a que se retiren inmediatamente de Italia las armas nucleares de la OTAN? Responda “Sí” o “No”, y explique eventualmente su respuesta.”
A los 243 miembros del Parlamento –entre los que se halla el candidato líder del Movimiento 5 Estrellas, Luigi Di Maio– que firmaron el compromiso del ICAN [siglas en inglés de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares] para lograr que Italia se sume al Tratado de la Organización de las Naciones Unidas para la Prohibición de las Armas Nucleares, podríamos hacerles una tercera pregunta:
¿Sobre la base del compromiso ya contraído por usted, se implicará usted durante la próxima legislatura en obtener la retirada inmediata del territorio de Italia de las bombas nucleares B-61, que ya violan actualmente el Tratado de No Proliferación nuclear, y evitar la instalación de las bombas B61-12 y de cualquier otro armamento nuclear?
Manlio Dinucci/Il Manifesto/Red Voltaire
Aunque la agenda de ese encuentro aún no se ha dado a conocer, en realidad ya está escrita en el documento National defense strategy 2018, que el secretario de Defensa de Estados Unidos, Jim Mattis, anunció el 19 de enero [1]. Pero este año, a diferencia de los anteriores, el informe del Pentágono está clasificado como secreto militar. Sólo se publicó un resumen, pero su contenido basta para que comprendamos lo que se está preparando en Europa.
Acusando a Rusia de “violar las fronteras de naciones limítrofes y de ejercer un poder de veto sobre las decisiones de sus vecinos”, el documento estadounidense estipula: “El medio más seguro de prevenir la guerra es estar preparados para ganarla”.
Así que Estados Unidos exhorta a sus aliados europeos a “mantener su compromiso de elevar los gastos para elevar el poderío de la OTAN”. Italia ya se comprometió, en la OTAN, a elevar sus gastos militares de los alrededor de 70 millones de euros diarios actuales a unos 100 millones de euros al día. Pero prácticamente nadie habla de eso en los debates preelectorales.
Como tampoco se habla del contingente italiano desplegado en Letonia, junto a la frontera rusa, ni de los aviones de guerra italianos Eurofighter Typhoon desplegados en Estonia desde el 10 de enero pasado, a unos 10 minutos de vuelo de San Petersburgo, supuestamente para proteger a los países bálticos de la “agresión rusa”.
Silencio también sobre el hecho que Italia asumió, el 10 de enero, el mando del componente terrestre de la Nato Response Force, que puede ser enviada a cualquier lugar del mundo “bajo la autoridad del Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas en Europa”, un militar estadunidense designado siempre por el presidente de Estados Unidos.
Tampoco se dice que la marina de guerra italiana recibió el 26 de enero el primer avión de guerra del tipo F-35B de despegue corto y aterrizaje vertical, cuyo personal recibirá entrenamiento en la base del US Marine Corps en Beaufort, Carolina del Sur.
Todo eso y muchas otras cosas se mantienen en silencio en el debate previo a las próximas elecciones italianas. Las discusiones se concentran en las implicaciones económicas que tiene para Italia su condición de miembro de la Unión Europea, mientras se dejan de lado las consecuencias políticas y militares, así como las consecuencias, también económicas, del hecho que Italia sea miembro de una alianza militar –la OTAN– que se halla bajo el mando de Estados Unidos y a la que también pertenecen –después del Brexit– 21 de los 27 países miembros de la Unión Europea.
No se habla en los debates preelectorales de la cuestión de las nuevas bombas atómicas B61-12 que Estados Unidos comenzará a desplegar en Italia dentro de 2 años para reemplazar las actuales B-61, lo cual pondrá a nuestro país en la primera línea de la confrontación nuclear, cada vez más peligrosa, con Rusia.
Para romper el manto de silencio sobre esas cuestiones fundamentales tendremos que hacer, como propone el Comité No a la Guerra, No a la OTAN, dos preguntas muy precisas a los candidatos y candidatas que participan en las elecciones italianas, tanto durante los mítines públicos, como a través de las redes sociales y los programas de radio y televisión:
“¿Es usted favorable o no a que Italia salga de la OTAN? ¿Es usted favorable o no a que se retiren inmediatamente de Italia las armas nucleares de la OTAN? Responda “Sí” o “No”, y explique eventualmente su respuesta.”
A los 243 miembros del Parlamento –entre los que se halla el candidato líder del Movimiento 5 Estrellas, Luigi Di Maio– que firmaron el compromiso del ICAN [siglas en inglés de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares] para lograr que Italia se sume al Tratado de la Organización de las Naciones Unidas para la Prohibición de las Armas Nucleares, podríamos hacerles una tercera pregunta:
¿Sobre la base del compromiso ya contraído por usted, se implicará usted durante la próxima legislatura en obtener la retirada inmediata del territorio de Italia de las bombas nucleares B-61, que ya violan actualmente el Tratado de No Proliferación nuclear, y evitar la instalación de las bombas B61-12 y de cualquier otro armamento nuclear?
Manlio Dinucci/Il Manifesto/Red Voltaire
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