De enorme relevancia puede catalogarse la reciente realización de la II
Reunión Ministerial China-CELAC en Santiago de Chile, que permitirá al
continente latinoamericano participar con mayores proyecciones en la
Franja y la Ruta de la Seda impulsada por el gigante asiático.
Estos encuentros surgieron en 2014 por iniciativa del presidente chino Xi Jinping para acercarse a las economías de la región. En la primera reunión efectuada en Beijing, los anfitriones anunciaron la intención de aumentar la inversión en la región en 250 000 millones de dólares para los próximos diez años e incrementar el comercio en una década hasta llegar a los 500 000 millones de dólares.
En el cónclave de Santiago de Chile participaron 27 naciones de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) junto a China y suscribieron el plan de acción para profundizar el intercambio sobre cooperación económica, solidaridad y complementaridad.
En la declaración final aparecen el plan de acción 2019-2021 que deberá combinarse con la agenda 2030 de Naciones Unidas; un acuerdo especial que incluye con suprema relevancia todo lo relativo a la iniciativa China, Una franja una ruta, abierta no solo para Europa y África sino también para los países del área.
El ministro chino de Relaciones Exteriores, Wang Yi, subrayó que trabajarían juntos para promover la inter conectividad de las infraestructuras para crear un gran puente, un corredor entre ambos lados del Pacífico, el continente asiático y América Latina y el Caribe.
El proyecto, esbozado en 2013, se inspira en la histórica Ruta de la Seda que durante un milenio fue el principal nexo comercial entre el Este y el Oeste a través de los desiertos y montañas de Asia Central y Oriente Próximo, y entre los personajes más conocidos que recorrieron aquellas vías aparece Marco Polo. Tras la defenestración del Imperio Bizantino y el descubrimiento de América, la ruta perdió atractivo y viabilidad pero ahora Beijing trata de revivirla con mucha más fuerza.
En el siglo XVI, la flota de Nao de China, o Galeón de Manila, atestada con seda y porcelana, avanzaba surcando las olas del océano Pacífico asiático rumbo a varios países latinoamericanos, y constituía una importante extensión de la Ruta Marítima de la Seda de la antigüedad.
En un mensaje de felicitación a la II Reunión Ministerial del Foro China-CELAC, Xi Jinping expresó: "Hoy día, vamos a plasmar un nuevo plan maestro de la construcción conjunta de la Franja y la Ruta y forjar una cooperación transpacífica, con vistas a conectar y estrechar aún más nuestras fecundas tierras de China y América Latina y el Caribe".
La principal meta será la de crear una red por mar y tierra que posibilite la exportación de los numerosos y diversos productos del gigante asiático y a la par importar materias primas para su creciente industrialización.
En ese enorme trasiego comercial se beneficiarán los países participantes en lo que ya se prevé como uno de los mayores mercados del orbe.
Se estima que en un quinquenio, las naciones participantes en la Ruta de la Seda importen de China alrededor de dos billones de dólares, lo que ratifica que este mundo, donde impera la globalización económica, no puede ser unipolar.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) informó que el comercio entre la región y China se multiplicó por 22 veces entre 2000 y 2013 y en 2017 alcanzó los 266 000 millones de dólares lo que significa un avance del 53 % respecto de la meta de 500 000 millones de dólares fijada para alcanzarla en 2025”.
Solo en 2017 la región aumentó sus exportaciones a China en 23 % superando los envíos de productos hacia cualquier otra parte del mundo y han crecido en 30 % las importaciones desde ese país.
Beijing ha proporcionado financiamiento en la última década a la región por un monto que supera los 141 000 millones de dólares, superior al recibido por instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo o el Banco Mundial.
Cierto que la región deberá diversificar sus exportaciones hacia el gigante asiático pues en la actualidad el 70 % está representado por productos básicos como soja, mineral de hierro, mineral de cobre, cobre refinado y petróleo.
Además, la inversión directa de China entre 2005 y 2016 mostró un fuerte grado de concentración pues hacia los sectores de la minería y los hidrocarburos se destinó el 80 % mientras que se dirigió fundamentalmente hacia tres países: Brasil, Perú y Argentina.
CEPAL subrayó que la buena noticia fue que esa inversión superó los 25 000 millones de dólares en 2017, y comenzó a diversificarse hacia nuevos sectores como alimentos, telecomunicaciones y energías renovables.
La iniciativa de la Franja y la Ruta para América Latina y el Caribe ofrece la oportunidad de acortar la gran distancia territorial que separa a los dos continentes mediante una mejor conectividad aérea, marítima y digital, como forma de estrechar vínculos comerciales, inversión, turismo y cultura.
Mientras algunos países apuestan por la guerra y el proteccionismo para impulsar hipotéticamente sus economías, China lo hace con comercio y ampliación de mercados como efectiva fórmula de avanzar en un mundo multipolar en beneficio de los pueblos.
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Estos encuentros surgieron en 2014 por iniciativa del presidente chino Xi Jinping para acercarse a las economías de la región. En la primera reunión efectuada en Beijing, los anfitriones anunciaron la intención de aumentar la inversión en la región en 250 000 millones de dólares para los próximos diez años e incrementar el comercio en una década hasta llegar a los 500 000 millones de dólares.
En el cónclave de Santiago de Chile participaron 27 naciones de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) junto a China y suscribieron el plan de acción para profundizar el intercambio sobre cooperación económica, solidaridad y complementaridad.
En la declaración final aparecen el plan de acción 2019-2021 que deberá combinarse con la agenda 2030 de Naciones Unidas; un acuerdo especial que incluye con suprema relevancia todo lo relativo a la iniciativa China, Una franja una ruta, abierta no solo para Europa y África sino también para los países del área.
El ministro chino de Relaciones Exteriores, Wang Yi, subrayó que trabajarían juntos para promover la inter conectividad de las infraestructuras para crear un gran puente, un corredor entre ambos lados del Pacífico, el continente asiático y América Latina y el Caribe.
El proyecto, esbozado en 2013, se inspira en la histórica Ruta de la Seda que durante un milenio fue el principal nexo comercial entre el Este y el Oeste a través de los desiertos y montañas de Asia Central y Oriente Próximo, y entre los personajes más conocidos que recorrieron aquellas vías aparece Marco Polo. Tras la defenestración del Imperio Bizantino y el descubrimiento de América, la ruta perdió atractivo y viabilidad pero ahora Beijing trata de revivirla con mucha más fuerza.
En el siglo XVI, la flota de Nao de China, o Galeón de Manila, atestada con seda y porcelana, avanzaba surcando las olas del océano Pacífico asiático rumbo a varios países latinoamericanos, y constituía una importante extensión de la Ruta Marítima de la Seda de la antigüedad.
En un mensaje de felicitación a la II Reunión Ministerial del Foro China-CELAC, Xi Jinping expresó: "Hoy día, vamos a plasmar un nuevo plan maestro de la construcción conjunta de la Franja y la Ruta y forjar una cooperación transpacífica, con vistas a conectar y estrechar aún más nuestras fecundas tierras de China y América Latina y el Caribe".
La principal meta será la de crear una red por mar y tierra que posibilite la exportación de los numerosos y diversos productos del gigante asiático y a la par importar materias primas para su creciente industrialización.
En ese enorme trasiego comercial se beneficiarán los países participantes en lo que ya se prevé como uno de los mayores mercados del orbe.
Se estima que en un quinquenio, las naciones participantes en la Ruta de la Seda importen de China alrededor de dos billones de dólares, lo que ratifica que este mundo, donde impera la globalización económica, no puede ser unipolar.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) informó que el comercio entre la región y China se multiplicó por 22 veces entre 2000 y 2013 y en 2017 alcanzó los 266 000 millones de dólares lo que significa un avance del 53 % respecto de la meta de 500 000 millones de dólares fijada para alcanzarla en 2025”.
Solo en 2017 la región aumentó sus exportaciones a China en 23 % superando los envíos de productos hacia cualquier otra parte del mundo y han crecido en 30 % las importaciones desde ese país.
Beijing ha proporcionado financiamiento en la última década a la región por un monto que supera los 141 000 millones de dólares, superior al recibido por instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo o el Banco Mundial.
Cierto que la región deberá diversificar sus exportaciones hacia el gigante asiático pues en la actualidad el 70 % está representado por productos básicos como soja, mineral de hierro, mineral de cobre, cobre refinado y petróleo.
Además, la inversión directa de China entre 2005 y 2016 mostró un fuerte grado de concentración pues hacia los sectores de la minería y los hidrocarburos se destinó el 80 % mientras que se dirigió fundamentalmente hacia tres países: Brasil, Perú y Argentina.
CEPAL subrayó que la buena noticia fue que esa inversión superó los 25 000 millones de dólares en 2017, y comenzó a diversificarse hacia nuevos sectores como alimentos, telecomunicaciones y energías renovables.
La iniciativa de la Franja y la Ruta para América Latina y el Caribe ofrece la oportunidad de acortar la gran distancia territorial que separa a los dos continentes mediante una mejor conectividad aérea, marítima y digital, como forma de estrechar vínculos comerciales, inversión, turismo y cultura.
Mientras algunos países apuestan por la guerra y el proteccionismo para impulsar hipotéticamente sus economías, China lo hace con comercio y ampliación de mercados como efectiva fórmula de avanzar en un mundo multipolar en beneficio de los pueblos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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