I. Doña Roberta Jacobson es simpática. Y se
esfuerza en serlo más, navegando a favor de Donald Trump, su jefe y su
presidente, haciéndose pasar por cariñosamente pro México. Más o menos
“mastica” el español. No falta a ningún evento donde pueda lucir esas
“virtudes”. Pero ya no le es suficiente el búnker de Paseo de la
Reforma, siempre amurallado con rejas, policías y un sistema electrónico
para grabar a los que por ahí transitan o quieren entrar a esas
oficinas; cuyo sistema de seguridad tienen capacidad para verlos a
varios kilómetros a la redonda. Y ella y su secretario de Estado, Rex
Tillerson, multimillonario como Trump (con negocios que tuvo en México) y
dueño de una fortuna calculada en más de 5 mil millones de dólares,
están ejecutando lo aprobado anteriormente para construir otro búnker en
más de 4 hectáreas, allá por Polanco, desde donde el FBI y la CIA
abiertamente y sin tapujos nos espían, sabotean y calumnian.
II. ntre otros, la señora embajadora invitó a Carlos Slim, Alfonso Navarrete, Miguel Ángel Mancera y Xóchitl Gálvez, quienes simularon escarbar con una pala y poner la primera piedra de la construcción a cargo de la empresa estadunidense Caddell, la misma que se apresta a levantar el muro de Trump y los republicanos, para aislarse de México y el resto de América Latina. Carlos Sada estuvo en representación de Luis Videgaray, el amigo del yerno de Trump y sus fallidas gestiones para facilitar la salida de empresas que dejaron colgados a miles trabajadores. Sada, llegó a decir: “la nueva embajada es un acto simbólico de la fortaleza de la relación entre México y Estados Unidos”. ¿De cuál fumó? La señora Jacobson es una diplomática de Washington, de Trump, que está al frente de la misión y puso manos a la obra del nuevo búnker, con mano de obra mexicana de albañilería bajo las órdenes de los arquitectos e ingenieros del despacho de Tod Williams y David Brody.
III. Doña Roberta invitó a sus acompañantes a un brindis por los próximos 100 años, dejando en el olvido 1847 y 1914, cuando nos quitaron más de la mitad de nuestro territorio al comprar-sobornar al traidor Antonio López de Santa Anna. Con éste la historia fue una farsa, y con Trump va para ser una tragedia, para decirlo a la Carlos Marx. Posaron los asistentes para los fotógrafos de prensa (Paola Urdapilleta, Reuters y Ap) con las banderas de allá y de acá, felices de colaborar para el búnker trumpiano. Todos cantaron loas a la relación, incluso con un saludo de Peña en boca del secretario de Gobernación (dueño de tiendas donde expenden boletos de la Lotería Nacional). Las reporteras Georgina Saldierna, Silvia Garduño, Nancy Escobar y Anabel Clemente (La Jornada, Reforma y El Financiero, 14 de febrero de 2018), ofrecieron la más completa información del show business, ya que con Trump es más cierto que Estados Unidos “no tiene amigos, sino intereses”. Con su sonrisa de bienvenida al futuro búnker, una de las dos palas exhibidas por la señora Jacobson mostraba la bandera gringa y la otra, contra lo dispuesto en el reglamento y ley del uso de la bandera y el escudo, la insignia mexicana.
cepedaneri@prodigy.net.mx
II. ntre otros, la señora embajadora invitó a Carlos Slim, Alfonso Navarrete, Miguel Ángel Mancera y Xóchitl Gálvez, quienes simularon escarbar con una pala y poner la primera piedra de la construcción a cargo de la empresa estadunidense Caddell, la misma que se apresta a levantar el muro de Trump y los republicanos, para aislarse de México y el resto de América Latina. Carlos Sada estuvo en representación de Luis Videgaray, el amigo del yerno de Trump y sus fallidas gestiones para facilitar la salida de empresas que dejaron colgados a miles trabajadores. Sada, llegó a decir: “la nueva embajada es un acto simbólico de la fortaleza de la relación entre México y Estados Unidos”. ¿De cuál fumó? La señora Jacobson es una diplomática de Washington, de Trump, que está al frente de la misión y puso manos a la obra del nuevo búnker, con mano de obra mexicana de albañilería bajo las órdenes de los arquitectos e ingenieros del despacho de Tod Williams y David Brody.
III. Doña Roberta invitó a sus acompañantes a un brindis por los próximos 100 años, dejando en el olvido 1847 y 1914, cuando nos quitaron más de la mitad de nuestro territorio al comprar-sobornar al traidor Antonio López de Santa Anna. Con éste la historia fue una farsa, y con Trump va para ser una tragedia, para decirlo a la Carlos Marx. Posaron los asistentes para los fotógrafos de prensa (Paola Urdapilleta, Reuters y Ap) con las banderas de allá y de acá, felices de colaborar para el búnker trumpiano. Todos cantaron loas a la relación, incluso con un saludo de Peña en boca del secretario de Gobernación (dueño de tiendas donde expenden boletos de la Lotería Nacional). Las reporteras Georgina Saldierna, Silvia Garduño, Nancy Escobar y Anabel Clemente (La Jornada, Reforma y El Financiero, 14 de febrero de 2018), ofrecieron la más completa información del show business, ya que con Trump es más cierto que Estados Unidos “no tiene amigos, sino intereses”. Con su sonrisa de bienvenida al futuro búnker, una de las dos palas exhibidas por la señora Jacobson mostraba la bandera gringa y la otra, contra lo dispuesto en el reglamento y ley del uso de la bandera y el escudo, la insignia mexicana.
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