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Con los banqueros, Peña llama a no votar con el estómago
I. Nostálgico e ignorante, el señor Enrique Peña despotricó
contra el populismo –a pesar de haberlo creado él con la pobreza de 55
millones de mexicanos, 20 millones en el desempleo y la explosiva
violencia–, y ante los multimillonarios banqueros de Citibanamex, bien
comidos, en todos los lujos revolcándose y visionarios (de los que ven
visiones), dijo que “los ciudadanos deben informarse (del auge
financiero), para un juicio (electoral) que no venga necesariamente de…
de… del estómago, sino de la cabeza, con sentido de responsabilidad para
nuestra nación” (Claudia Guerrero y Jessika Becerra, Reforma; tartamudeo que suprimió Roberto González en La Jornada,
28 de abril de 2018). Peña quiere que los mexicanos que él ha olvidado,
despreciado y marginado no tomen decisiones con el estómago, cuando
tienen hambre porque no comen lo que los banqueros. Pero votarán con el
estómago y con el hígado (a pesar de la sentencia de Max Weber de que
“la política se hace con la cabeza y no con otras partes del cuerpo o el
alma”).
II. Censuró también al populismo, ignorando que la democracia directa es para echar del poder político a quienes, como él y los banqueros, suponen que reinarán eternamente: las elecciones se implantaron para quitarse de encima estas rémoras, y nuestro país está en esa transición. El llamado a no votar por hambre ha sido desoído por los pueblos que han tenido que recurrir a las manifestaciones populares contra sus opresores; pues no hay revolución que no haya sido populista… “la popularidad es la nueva regla de la democracia” (Francois Furet, Diccionario de la Revolución Francesa). En 1522, las revueltas empujaron a los florentinos a emprender una reforma constitucional, mediante la cual el partido popular –que contaba con la simpatía de Maquiavelo– afianzaba su poder (Nicolás Maquiavelo, Discursos sobre la primera década de Tito Livio). Así que contra los Krauze, Vargas y demás antipopulistas están los estudios de Norberto Bobbio y Nicola Matteucci, en su Diccionario de política. Y si votar por hambre es populismo, el populismo mexicano parirá una sacudida social y económica para rescatar a los pobres.
III. Por eso están asustados los empresarios del capitalismo salvaje y aprietan el gatillo del golpismo. Explotan a los trabajadores y se resisten a aumentar al menos a 200 pesos el salario mínimo, enojados porque los definieron como un “puñado” –pues no pasan de 100, con diferentes firmas–, y se hacen pasar por miles engañando con su oferta de empleo, cuando las medianas y pequeñas empresas son las que generan el 50 por ciento de las plazas laborales. Amenazan con llevarse sus inversiones y sacan su dinero para seguir presionando al peso, sin entender que al dar empleo bien remunerado a los 30 millones de mexicanos en la informalidad, estos comprarán más, dejándoles más ganancia. Y para demostrar su poder económico publicaron planas enteras con las canacos municipales y las coparmex de los estados, buscándole tres pies al gato del golpe de Estado. Quieren un Victoriano Huerta, un Augusto Pinochet o cualquier otro dictador que favorezca su capitalismo sin límites. Y tratan de poner las condiciones para impedir las elecciones, sin tomar en cuenta que el pueblo está en alerta contra ellos.
cepedaneri@prodigy.net.mx
Viernes, 11 de Mayo 2018
II. Censuró también al populismo, ignorando que la democracia directa es para echar del poder político a quienes, como él y los banqueros, suponen que reinarán eternamente: las elecciones se implantaron para quitarse de encima estas rémoras, y nuestro país está en esa transición. El llamado a no votar por hambre ha sido desoído por los pueblos que han tenido que recurrir a las manifestaciones populares contra sus opresores; pues no hay revolución que no haya sido populista… “la popularidad es la nueva regla de la democracia” (Francois Furet, Diccionario de la Revolución Francesa). En 1522, las revueltas empujaron a los florentinos a emprender una reforma constitucional, mediante la cual el partido popular –que contaba con la simpatía de Maquiavelo– afianzaba su poder (Nicolás Maquiavelo, Discursos sobre la primera década de Tito Livio). Así que contra los Krauze, Vargas y demás antipopulistas están los estudios de Norberto Bobbio y Nicola Matteucci, en su Diccionario de política. Y si votar por hambre es populismo, el populismo mexicano parirá una sacudida social y económica para rescatar a los pobres.
III. Por eso están asustados los empresarios del capitalismo salvaje y aprietan el gatillo del golpismo. Explotan a los trabajadores y se resisten a aumentar al menos a 200 pesos el salario mínimo, enojados porque los definieron como un “puñado” –pues no pasan de 100, con diferentes firmas–, y se hacen pasar por miles engañando con su oferta de empleo, cuando las medianas y pequeñas empresas son las que generan el 50 por ciento de las plazas laborales. Amenazan con llevarse sus inversiones y sacan su dinero para seguir presionando al peso, sin entender que al dar empleo bien remunerado a los 30 millones de mexicanos en la informalidad, estos comprarán más, dejándoles más ganancia. Y para demostrar su poder económico publicaron planas enteras con las canacos municipales y las coparmex de los estados, buscándole tres pies al gato del golpe de Estado. Quieren un Victoriano Huerta, un Augusto Pinochet o cualquier otro dictador que favorezca su capitalismo sin límites. Y tratan de poner las condiciones para impedir las elecciones, sin tomar en cuenta que el pueblo está en alerta contra ellos.
cepedaneri@prodigy.net.mx
Viernes, 11 de Mayo 2018
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