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es.sott.netGuerra en Ucrania se intensifica a niveles sin precedentes
Desde que las autoproclamadas Repúblicas de Donetsk y
Lugansk entablaron una tregua con las autoridades de Kiev, Ucrania no ha
logrado alcanzar la paz tan deseada. Si bien ya no se realizan
maniobras de gran escala, los intercambios de disparos son algo
cotidiano. Pero el auge de las hostilidades de mayo de 2018 no conoce
precedentes.
Esto supone la mayor cantidad de víctimas civiles en la región de Donbás desde que se pactó el fin de las hostilidades en 2015. Y eso solo contando las registradas entre el 14 y el 20 de mayo. En su análisis, el medio Izvestia destaca dos principales razones para este auge de la violencia en el este ucraniano.
Como primera causa, lo autores del artículo señalan el cambio de liderazgo en las fuerzas de Kiev. Hasta hace poco los combates contra las milicias de Donetsk y Lugansk estaban a cargo del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU). El 30 de abril, el presidente Petró Poroshenko firmó un decreto que puso fin a lo que Kiev denominaba Operación Antiterrorista (ATO) y dio inicio a la Operación de las Fuerzas Conjuntas (OFC), esta vez bajo el mando de los militares.
Desde entonces, los militares han incrementado la presencia de sus fuerzas a lo largo de la frontera con las autoproclamadas repúblicas. Por parte de Donetsk y Lugansk se han registrado intentos de las FFAA ucranianas de tomar varias alturas alrededor de las principales posiciones rebeldes, pero hasta ahora todas han sido repelidas.
Otro resultado visible de la confrontación de mayo es la explosión del puente que une a Lugansk con el pueblo de Krasni Luch, una importante vía de comunicación entre las repúblicas de Lugansk y Donetsk. Los rebeldes culparon a saboteadores de Kiev y estos últimos no lo negaron.
"La destrucción del puente excluye e impide el suministro de municiones y armas", dice el comunicado de la OFC citado por Izvestia.
Otra de la razones del auge de las hostilidades radica en la proximidad de las elecciones, estima el medio. Tanto las elecciones presidenciales como las parlamentarias están programadas en Ucrania para el año 2019. No obstante, hay un grave problema: el Gobierno y el Parlamento actual tienen muy pocas victorias que presentar a los ucranianos de a pie.
El conflicto en el este del país, el mismo que Poroshenko prometió terminar en cuestión de días si era elegido como presidente en 2014, parece prolongarse más allá de los cuatro años de su mandato. Como resultado, el ahora país más pobre de Europa tiene que gastar en sus Fuerzas Armadas el 5% de su PIB.
Acerca de la situación económica, la mayoría de los expertos tanto dentro como fuera de Ucrania discuten solo sobre el tiempo que le llevará al país recuperar el mismo nivel que tenía antes del golpe de Estado, pero lo usual es que oscile entre 10 y 20 años.
Ante este panorama, tanto al presidente Petró Poroshenko como a la coalición gobernante en el Parlamento le iría bien un pequeña y victoriosa guerra, apuntan los autores. Pero el problema para el poder en Kiev es que cualquier avance de sus fuerzas sería una violación a los acuerdos de Minsk. Además, las repúblicas de Donetsk y Lugansk están bien preparadas para este desenlace. Las autoridades de Kiev correrían el peligro de sufrir otra derrota más, perdiendo no solo en reputación, sino más territorios.
Según datos de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE),
solo entre el 14 y el 20 de mayo sus oficiales han registrado cerca de 7.700 casos de violación del alto el fuego.
"Nos han comunicado sobre 20 víctimas entre civiles y ya hemos
comprobado el 50% de los casos", declaró el primer jefe adjunto de la
Misión Especial de Observación de la OSCE, Alexander Hug.
Esto supone la mayor cantidad de víctimas civiles en la región de Donbás desde que se pactó el fin de las hostilidades en 2015. Y eso solo contando las registradas entre el 14 y el 20 de mayo. En su análisis, el medio Izvestia destaca dos principales razones para este auge de la violencia en el este ucraniano.
Como primera causa, lo autores del artículo señalan el cambio de liderazgo en las fuerzas de Kiev. Hasta hace poco los combates contra las milicias de Donetsk y Lugansk estaban a cargo del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU). El 30 de abril, el presidente Petró Poroshenko firmó un decreto que puso fin a lo que Kiev denominaba Operación Antiterrorista (ATO) y dio inicio a la Operación de las Fuerzas Conjuntas (OFC), esta vez bajo el mando de los militares.
Desde entonces, los militares han incrementado la presencia de sus fuerzas a lo largo de la frontera con las autoproclamadas repúblicas. Por parte de Donetsk y Lugansk se han registrado intentos de las FFAA ucranianas de tomar varias alturas alrededor de las principales posiciones rebeldes, pero hasta ahora todas han sido repelidas.
Otro resultado visible de la confrontación de mayo es la explosión del puente que une a Lugansk con el pueblo de Krasni Luch, una importante vía de comunicación entre las repúblicas de Lugansk y Donetsk. Los rebeldes culparon a saboteadores de Kiev y estos últimos no lo negaron.
"La destrucción del puente excluye e impide el suministro de municiones y armas", dice el comunicado de la OFC citado por Izvestia.
Otra de la razones del auge de las hostilidades radica en la proximidad de las elecciones, estima el medio. Tanto las elecciones presidenciales como las parlamentarias están programadas en Ucrania para el año 2019. No obstante, hay un grave problema: el Gobierno y el Parlamento actual tienen muy pocas victorias que presentar a los ucranianos de a pie.
El conflicto en el este del país, el mismo que Poroshenko prometió terminar en cuestión de días si era elegido como presidente en 2014, parece prolongarse más allá de los cuatro años de su mandato. Como resultado, el ahora país más pobre de Europa tiene que gastar en sus Fuerzas Armadas el 5% de su PIB.
Acerca de la situación económica, la mayoría de los expertos tanto dentro como fuera de Ucrania discuten solo sobre el tiempo que le llevará al país recuperar el mismo nivel que tenía antes del golpe de Estado, pero lo usual es que oscile entre 10 y 20 años.
Ante este panorama, tanto al presidente Petró Poroshenko como a la coalición gobernante en el Parlamento le iría bien un pequeña y victoriosa guerra, apuntan los autores. Pero el problema para el poder en Kiev es que cualquier avance de sus fuerzas sería una violación a los acuerdos de Minsk. Además, las repúblicas de Donetsk y Lugansk están bien preparadas para este desenlace. Las autoridades de Kiev correrían el peligro de sufrir otra derrota más, perdiendo no solo en reputación, sino más territorios.
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