sábado, 2 de junio de 2018

Ni Donald Trump ni "'QAnon" tienen nada que ver con la verdadera revolución


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Ni Donald Trump ni "'QAnon" tienen nada que ver con la verdadera revolución


Traducción por el equipo de SOTT.net en español. Han sido un par de días muy raros. Escribí un artículo sobre el rechazo de WikiLeaks a "QAnon", el posteador anónimo de 8chan que cientos de miles de novatos en conspiración creen que está compartiendo información secreta y codificada sobre la heroica guerra de Donald Trump contra el Estado profundo estadounidense.
Desde que lo publiqué, he estado recibiendo un montón de notificaciones de entusiastas de Q furiosos que me acusan de ser cómplice del establishment. Porque no le creo a alguien que dice que todos debemos confiar en el Presidente de Estados Unidos. La fe ciega en la rama ejecutiva del gobierno estadounidense ahora es anti-establishment.
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Por muy extrañas que hayan sido estas interacciones, siguen siendo mucho más agradables que mis interacciones típicas con la facción que veo como el espejo que refleja a QAnon, los que apoyan la teoría del
Russiagate
. Aunque los entusiastas de la teoría de la conspiración del
Russiagate
son mucho más desagradables y vituperantes que la pandilla Q, hay muchas similitudes. Al igual que QAnon,
Russiagate
se nutre de un diez por ciento de información y un noventa por ciento de la necesidad desesperada de creer. Al igual que QAnon,
Russiagate
está tan escasamente corroborado que sólo empieza a parecer legítimo después de haber pasado semanas arrastrándose por los agujeros de conejo de sus cámaras de eco a prueba de balas y sospechando de todo lo que se ve hasta que se sienta verdadero.
Al igual que QAnon, los evangelistas de Russiagate centran su sentimiento revolucionario en torno al presidente Donald Trump. Al igual que QAnon, no deberían hacerlo
.

Caitlin Johnstone: Trump hizo su campaña con base en una política no intervencionista. Hasta ahora lo que se ve es el aumento de la presencia militar de EE.UU. en Siria y Afganistán, el avance hacia la confrontación directa con Rusia, y el fomento del cambio de régimen en Irán. Pero todo es ajedrez en 4-D contra el Estado Profundo, ¿verdad?
Donald Trump no es un agente ruso. Declarar que Estados Unidos nunca reconocerá la anexión de Crimea por parte de Rusia, armar a Ucrania, realizar una Revisión de la Postura Nuclear con una postura mucho más agresiva contra Rusia, expandir la OTAN, expulsar a los diplomáticos rusos, aplicar una política abierta de cambio de régimen contra los aliados rusos, atacar a los medios de comunicación rusos obligando a RT y a Sputnik a registrarse como agentes extranjeros, y muchas otras nuevas escaladas de la Guerra Fría que amenazan al mundo, hacen que esta administración sea la más belicosa y agresiva contra Moscú que hemos visto desde la caída de la Unión Soviética. El Kremlin no ha reclutado a un agente sólo para que éste actúe contra los intereses del Kremlin con mucha más agresividad que las administraciones anteriores, y cualquiera que piense que lo ha hecho ha tenido muy mala suerte en lo que respecta a la capacidad de razonamiento. Donald Trump no es un héroe populista que lucha contra el Estado Profundo. Impulsar programas del Estado Profundo como el cambio de régimen en Teherán y Damasco, la protección a ISIS y Al-Qaeda en Siria, la ayuda a la realeza saudí en su carnicería en Yemen, el aumento de la presencia militar en Oriente Medio bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo, el nombramiento del psicópata belicista John Bolton como Asesor de Seguridad Nacional y de la literalmente torturadora Gina Haspel como jefa de la CIA, la continuación y ampliación de la guerra de la administración Obama contra los denunciantes, con su ataque a WikiLeaks y su ímpetu por arrestar a Julian Assange... todo esto encaja perfectamente con los planes de control mundial que estaban impulsando las agencias de inteligencia y defensa de Estados Unidos y los grupos de reflexión neoconservadores mucho antes de la llegada de Trump a la Oficina Oval. Trump no está luchando contra el estado profundo estadounidense al promover planes del estado profundo estadounidense de larga data, y cualquiera que piense que es así ha tenido muy mala suerte en lo que respecta a la capacidad del razonamiento.
Es interesante que estos dos movimientos extremadamente populares estén alimentados por el espíritu de la rebelión populista, y sin embargo ambos malinterpretan salvajemente lo que es el Estado Profundo de una manera que beneficia directamente al establishment del poder existente. Los del Russiagate descartan completamente la existencia de un Estado profundo, considerando erróneamente que ese concepto se refiere a una cábala secreta imaginaria de élites judías/reptilianos/Illuminati y luego declarando correctamente que no existe tal cábala. Los partidarios de Trump, por su parte, utilizan cada vez más el término "Estado Profundo" como sustituto de "cualquiera que se oponga a Trump", hasta el punto de que ahora se ve a lacayos del Estado profundo como Sean Hannity erigiéndose con éxito como guerreros contra el estado profundo.

Caitlin Johnstone: El peor. Títere de Putin. Jamás visto. "¿No es raro que cuando ignoras las narrativas que están siendo promovidas por ambos lados y sólo miras el comportamiento básico, ser un "títere de Putin" parece exactamente lo mismo que ser un beligerante antirruso peligrosamente agresivo?"
Ambos grupos malinterpretan el concepto de estado profundo, lo cual es desafortunado, porque el propio estado profundo es contra lo que realmente desean rebelarse.
El concepto no se refiere a una teoría de conspiración paranoica, ni a los demócratas y opositores a Trump, sino a la colaboración informal y no partidista entre los plutócratas corporativistas y las agencias de inteligencia/defensa que perdura mientras los funcionarios oficiales electos del gobierno de Estados Unidos van y vienen
. Que existan plutócratas políticamente influyentes y agencias gubernamentales secretas no es discutible, ni es discutible que colaboren entre sí para promover sus propios objetivos, ni es discutible que esta colaboración ignore en mayor o menor medida las líneas fronterizas nacionales y partidistas cuando es conveniente hacerlo.
Este gobierno permanente no electo es la verdadera sede del poder en Estados Unidos y, por lo tanto, es contra lo que apuntaría cualquier revolución real. La revuelta contra los enemigos políticos del presidente de EE.UU. y la revuelta contra los aliados políticos del presidente de EE.UU. son las cosas menos revolucionarias que cualquiera puede hacer. Una verdadera revolución está dirigida a la clase dirigente no electa, que en última instancia es responsable del hecho de que este presidente estadounidense esté actuando más o menos como sus predecesores.
No hay que golpear a las sombras si se quiere ganar una pelea. Cuando uno ve la sombra de alguien que viene detrás de uno con un cuchillo, no ataca la sombra, sino que se da la vuelta y se enfrenta a la amenaza. Donald Trump es simplemente una sombra de las fuerzas oscuras a las que sirve. Si lo juzgas por sus acciones, verás a un hombre siendo títere del mismo estado profundo que usó a Obama, y usó a Bush antes de él. Las mismas acciones se desarrollan a través de los cuerpos de diferentes hombres. Las historias sobre por qué hacen estas mismas acciones una y otra vez cambian con cada presidente, pero las acciones son siempre las mismas. Hemos tenido tres administraciones desde el famoso memorando de "siete países en cinco años", republicana, demócrata y ahora republicana de nuevo, pero el plan sigue adelante. Trump está llevando a cabo ese memorando como lo hizo Obama antes que él, y Bush antes que él. El estado profundo se saldrá con la suya. El negocio continúa como de costumbre.
Éste es un trago amargo, pero debemos tragarlo. El 99 por ciento no quiere tener nada que ver con las enfermizas agendas del estado prrofundo. No queremos la guerra "larga" de tres frentes que el Pentágono ha estado planeando. Una guerra interminable y estúpida no sirve a nadie excepto a unos pocos privilegiados. Todos tenemos derecho a disfrutar tranquilamente de nuestras vidas aquí en la Tierra, y las constantes campañas de propaganda y disturbios que se llevan a cabo en todo el mundo están causando un sufrimiento masivo innecesario. Todos estamos de acuerdo en eso, y sin embargo continúa porque hemos sido exitosamente cegados por nuestras lealtades tribales y sólo vemos la mitad del panorama.
La verdadera revolución requerirá humildad. Tendremos que admitir que nos han engañado. Tendremos que admitir que nuestros héroes y villanos no eran más que un espectáculo a dos manos de los titiriteros del estado profundo, y mientras nos reíamos y llorábamos y mostrábamos los puños unos a otros, para el verdadero poder siempre ha sido el negocio de costumbre. Tendremos que mirar al otro lado del pasillo y en lugar de señalarlos y reírnos de lo crédulos que son para creer en su particular psicópata, tendremos que admitir que también nosotros podemos ser crédulos. Tendremos que admitir que nos hemos equivocado. Que hemos sido engañados. Sólo entonces seremos capaces de ver verdaderamente con ojos claros lo que realmente está pasando detrás del velo emocional de las lealtades tribales y el deseo de tener razón.
Al final, dependerá de que cada individuo decida que prefiere buscar la verdad antes que ignorar los hechos para sentirse bien. Si en un punto de inflexión los individuos pueden hacer eso por sí mismos, entonces la revolución ocurrirá de manera tan natural que apenas nos daremos cuenta. Será como despertarse de una pesadilla o recuperarse de un resfriado. Los bloqueos a la cordura se disolverán y la gente se encontrará moviéndose de una manera mucho más armoniosa entre sí sin siquiera intentarlo. La cordura es nuestro estado natural. Es lo que somos bajo el daño del abuso psicológico de décadas de proto-propaganda (que incluye cosas como la religión y la publicidad también) que nos manipula a través de nuestros miedos individuales. Una vez que los cuentos dejen de adueñarse de nuestra mente, los narradores perderán su poder por completo y empezaremos a actuar a partir de nuestros impulsos naturales y sanos en lugar de a partir de nuestro estado de confrontación, miedo y egoísmo artificialmente forzado.

Caitlin Johnstone: Trump no es otro Hitler. Es otro Obama.
Ésa es mi esperanza secreta. Espero que un día en un futuro próximo nos digamos: "¿Recuerdan cuándo...? " y nos maravillaremos de lo raros que fuimos y de lo cerca que estuvimos de la aniquilación y nos preguntaremos cómo se resolvió tan rápidamente. La respuesta no estará en nuestras historias mentales de cómo sucedió; estará codificada en el tapiz de nuestro ser. Un simple cambio desde intentar tener "razón" a ser veraces por un número suficiente de individuos reverberará a través de nosotros como un trueno. La revolución no empezará con el sonido de un arma. Comenzará con el sonido de una risita a medida que la seriedad de las narrativas empapadas de miedo se desvanezcan, y la pantalla que cubre el realismo comience a desaparecer. La risa estallará alrededor del mundo a medida que la pantomima que tomamos como real continúe pero se vea estúpida y poco realista desde esta nueva perspectiva. Los entusiastas del Russiagate se reirían a carcajadas junto a los seguidores de Q a medida que los cables se hagan evidentes a simple vista y la puesta en escena se derrumbe revelando al titiritero poniéndose rojo de vergüenza.
Y nada de eso tiene que ver con Trump. Él es sólo uno de los muchos títeres en el escenario.
Busquen los hilos, mis poderosos rebeldes de ojos despejados. Ignoren el cuento y busquen los hilos.
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