miércoles, 18 de julio de 2018

Gas: huele mal


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Gas: huele mal 

 

 

Antonio Navalón

Una de las grandes disputas políticas del sexenio que está por terminar la protagonizaron en 2014 la dupla de Luis Videgaray y Emilio Lozoya con Francisco Rojas.
El entonces secretario de Hacienda y su director de Pemex chocaron con el entonces director de la CFE, por el control en las importaciones del gas natural.
El motivo: Rojas contrató importaciones del estratégico combustible para la CFE a 16.15 dólares el millón de BTUs, mientras que la dupla Videgaray-Lozoya ya lo habían amarrado en 22.10 dólares. Un nada despreciable 36 por ciento más caro.
El conflicto estalló en Los Pinos e indignado, Rojas acabó poniendo su renuncia en el escritorio presidencial.
Por eso advertimos que si Andrés Manuel López Obrador quiere asestar un golpe rápido y efectivo contra la corrupción, que con su olfato siga el mal olor de las importaciones de gas en México.
Un dólar por aquí, cinco más por allá, la compra del gas para la generación de energía eléctrica o para su venta a través de Pemex es un multimillonario negocio para quienes tienen la fortuna de administrarlo.
Para que se den una idea del tamaño del pastel, baste decir que en el 2017 –año pre electoral- las importaciones mexicanas de gas rompieron todos los récords, al ubicarse en 6 mil 165 millones de dólares. Eso es un 52 por ciento más que en 2016.
No es un asunto exclusivo de este sexenio. Viene de muy atrás. De hecho los panistas, en especial los amigos cercanos al presidente panista Felipe Calderón, lo perfeccionaron. Pero en este sexenio creció a un todavía más enorme y mal oliente hoyo negro de corrupción.
Solo asómense a las cifras de la Comisión Reguladora de Energía para que entiendan por qué, al igual que con las gasolinas, nuestros funcionarios prefieren el negocio de comprar combustibles ajenos.
En el 2015 producíamos 4 mil 355 millones de pies cúbicos diarios de gas. Hoy, al cierre del sexenio, esa producción se desplomó en casi un 50 por ciento, para quedar en 2 mil 780 millones de pies cúbicos diarios.
En contraparte, las importaciones de gas natural de los Estados Unidos, que eran de 2 mil 215 millones de pies cúbicos diarios en el 2015, se duplicaron para alcanzar los 4 mil 432 millones de pies cúbicos diarios.
Y por ese frenesí en la creciente importación de gas, el gobierno embarcó capital privado para construir 26 gasoductos. Debíamos aprovechar el bajo precio del gas shale que se extraía en Texas.
El mismo argumento usado para importar el 65 por ciento de las gasolinas que consumimos, también de las refinerías de Texas.
Bajo ese supuesto, los mexicanos somos tan listos, que desdeñamos la exploración o las refinaciones propias. Porque nos dicen que no son negocio. Y nos vamos a comprar gas y gasolinas a los texanos, que nos sin duda nos los venden “a precios castigado”.
Por eso decimos que si López Obrador quiere conocer el fondo, que platique con Francisco “Paco” Rojas, director de la CFE en el arranque de este sexenio. El mismo que renunció al chocar de frente con los intereses del clan VidegarayLozoya por el control en la importación de gas.
Sea quienes sean los nuevos titulares de Energía, CFE y PEMEX, esa será su primera misión: revisar los pestilentes contratos en las importaciones de gas.
Ya verán cuántos miles de millones de dólares le ahorrarán a esas “quebradas” paraestatales. Ya verán que tendrán que hacer un nuevo reclusorio para guardar todo lo que encuentren.

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