domingo, 26 de agosto de 2018

Crecimiento y pobreza en México


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Crecimiento y pobreza en México

 

 


El dispar efecto en la distribución del crecimiento económico sustentado en mercados globalmente integrados ha llevado a expertos sobre estos temas a cuestionar si el crecimiento económico reduce la pobreza y la desigualdad, lo que en México se ha vuelto el ariete para derruir la economía liberal.
Cayó en mis manos un interesante ensayo empírico que analiza el vínculo entre crecimiento económico y pobreza en los 32 estados, elaborado por Raymundo Campos, del Colegio de México, y Luis Ángel Monroy*, que estudia el doctorado en economía en la Universidad de la Ciudad de Nueva York.
Los autores calcularon la reacción de la pobreza ante cambios en el ritmo del crecimiento en las entidades federativas entre 2005 y 2014, estimando la pobreza de las personas por debajo de la línea mínima de bienestar, frente a las tasas trimestrales de actividad económica estatal.
Correlacionaron el cambio porcentual en la pobreza con las tasas de crecimiento y encontraron que, en promedio, por cada punto porcentual de mayor crecimiento resultaba un decrecimiento de la pobreza superior a 1%, es decir, que la “elasticidad” pobreza-crecimiento era negativa y mayor que uno.
Hallaron que esta elasticidad variaba mucho entre estados. En nueve de ellos registraron una elasticidad superior a uno mientras que en doce el resultado fue unitario, es decir, por cada 1% de mayor crecimiento la pobreza se abatió en 1%, mientras que en cuatro estados la elasticidad fue inferior a uno y en otros seis no hubo correlación alguna.
Predeciblemente, los estados que alcanzaron un mayor nivel de desarrollo o que tienen mejor acceso a servicios de calidad, mostraron una mayor capacidad para reducir la pobreza con más crecimiento, lo que ha llevado a la profunda bifurcación entre el norte y el sur del país.
En el sur, la infraestructura y los servicios básicos, como caminos, trabajos formales, escuelas de calidad, etcétera, son deficientes o inexistentes, lo que dificulta que sus residentes participen cabalmente en la economía de mercado y puedan aprovechar un más rápido crecimiento.
Estos hallazgos refuerzan otros similares, concluyendo que los estados más vinculados con la economía moderna, que están mejor integrados con el resto del país y globalmente, son los que pueden crecer más rápido al tiempo que abaten sus niveles de pobreza con mayor celeridad.
Si bien el próximo gobierno de México ha priorizado el florecimiento del sur del país, ninguna de las políticas que ha ofrecido, como construir refinerías petroleras o ferrocarriles bala o turísticos, tienen la posibilidad de detonar el crecimiento en la zona, pues son intensivos en capital y tienen tasas de rendimiento económico negativas, es decir, son desperdicio puro.
Tampoco el derroche en programas asistenciales que se anuncia impulsará un mayor crecimiento, como avala su reiterado fracaso en abatir la pobreza en el último medio siglo en el que tales “apoyos” han crecido en forma notable. Esta ruta crea clientelas de pobres dependientes sin terminar con la pobreza.
Los autores encuentran que el crecimiento sí es determinante para abatir la pobreza, pero que opera mejor donde ya existen las condiciones necesarias para aprovecharlo, como ellos las definen. Por último, exploran las políticas públicas que buscan reducir la desigualdad sin comprometer el crecimiento.
Lo que realmente se requiere para crecer más es mayor inversión productiva en proyectos de elevado rendimiento económico y social, mejores niveles de educación e incorporar a los estados del sur a la economía de mercado que tan buenos resultados ha dado en el centro y norte del país.

*La relación entre crecimiento económico y pobreza en México, Investigación Económica, Volumen 75, Número 298, octubre-diciembre 2016, páginas 77-113

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