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Megafusión Bayer-Monsanto ¿un negocio redondo?: La aspirina que enferma de cáncer al campo
La megafusión entre Bayer y Monsanto ha sido concebida como un
negocio redondo como la aspirina. La misma química que nos produce
cáncer con el herbicida de glifosato a lo largo de la cadena
alimenticia, también pretende hacer negocio vendiéndonos el presunto
remedio a través de sus medicamentos.
La absorción de la farmacéutica alemana a la agroquímica estadounidense no sólo enferma al campo a nivel global, sino que lo esclaviza a las nuevas biotecnologías bajo la descarnada lógica del capital.
“Esta fusión de Bayer y Monsanto es una mala noticia para el campo y para toda la ciudadanía. Consideramos que es urgente avanzar hacia una producción de alimentos responsable con la salud y el medio ambiente. Sin embargo, la Comisión Europea está favoreciendo la creación de un gigante empresarial que representa el camino contrario: Transgénicos, agrotóxicos y, junto a BASF, el monopolio de los datos en agricultura”, señalan desde la asociación Amigos de la Tierra.
La operación, de 63.000 millones de dólares, ya aprobada por la Comisión Europea (CE) y EEUU, supone que tan solo tres multinacionales controlarán el 70% de los agroquímicos y más del 60% de las semillas a nivel mundial, según advierten Amigos de la Tierra, que también alertan sobre el inmenso poder de estas empresas sobre los datos agrícolas (big data) y su capacidad para esclavizar aún más al campo y a quienes lo trabajan.
Tanto el campesinado como la ciudadanía a ambos lados del charco se han pronunciado en contra de esta megafusión. Más de un millón de personas pidieron a la comisaria europea de Competencia , Magrethe Vestager, que bloqueara la fusión. Según una encuesta el 54% de la ciudadanía de la UE pensó que era “muy” o “bastante importante” que la Comisión Europea no permitiese la fusión, más del triple de personas que pensaron que no era importante.
Por su parte, el 91,7% de agricultores encuestados se mostraron preocupados por que Bayer-Monsanto controle los datos sobre las prácticas agrícolas, según una reciente encuesta difundida por Friends of the Earth. ¿Por qué están estos agricultores preocupados? “Bayer y Monsanto pueden usar datos patentados y propiedad intelectual de patentes de semillas y productos químicos y plataformas de cultivo digital para hacer a los agricultores cada vez más dependientes”, explican.
‘Fusión Bayer-Monsanto: Big Data, Big Agriculture, Big Problems’
La agricultura digital implica la recolección masiva de datos en una granja a través del uso de sensores, que van desde piezas conectadas a maquinaria agrícola hasta satélites. Estos datos se envían a un proveedor de servicios como Monsanto, que utiliza esos datos para analizar las condiciones de cada granja y hacer recomendaciones específicas, cobrando por ello, claro. En última instancia, el uso de big data en la agricultura trata de diseñar recetas detalladas para la siembra de semillas y aplicaciones químicas.
Konkurrenz Group, firma legal especializada en fusiones y adquisiciones, advirtió de que la megafusión Bayer-Monsanto violaría las regulaciones antitrust en EEUU y UE y restringiría severamente las opciones para granjeros y consumidores en un mercado ya dominado por muy pocos jugadores. Konkurrenz señaló además que Bayer-Monsanto usaría el aumento de la agricultura digital para ganar aún más poder. Con esta fusión, sólo cuatro compañías dominarán el mercado (DowDuPont, Syngenta-ChemChina, BASF y Bayer-Monsanto), lo que aumentará la dependencia de los agricultores y ganaderos de las plataformas digitales de las cuatro grandes, que están basadas en la recolección de datos. De este modo, los granjeros dependerán cada vez más de los rasgos, semillas y pesticidas para sus cada vez más automatizadas granjas. En la misma línea se pronuncia el reportaje de Amigos de la Tierra, Open Markets Institute y SomOfUs ‘Bayer Monsanto Fusión: Big Data, Big Agriculture, Big Problems’.
SumOfUs alerta también que “esta fusión no sólo viola las leyes anti-trust para crear la mayor compañía agroindustrial del mundo, sino que además hace nuestros sistemas alimentarios más vulnerables, con frágiles monocultivos, pesticidas desastrosos que matan a las abejas y amenazan a otros insectos, como las mariposas monarca, y un aumento de precios de los alimentos y una disminución de opciones no transgénicas”.
Monsanto + New Holland = Control de los datos del campo en tiempo real
Las corporaciones líderes en agricultura digital se están asegurando el acceso a más clientes alcanzando acuerdos con compañías de maquinaria. Por ejemplo, The Climate Corporation, división de Monsanto de agricultura digital que examina datos de meteorología, tierras y sembrados, ha anunciado que establecerá una conectividad completa entre su plataforma de datos y la maquinaria agrícola de New Holland.
Para asegurarse el dominio de la agricultura digital, Monsanto presiona a los minoristas de semillas para que comercialicen de manera agresiva su producto Climate FieldView, un dispositivo que transmite datos en tiempo real de plantadores, pulverizadores y cosechadoras. Ya en agosto de 2016, Monsanto anunció su intención de construir una “plataforma de datos centralizada y abierta”. El gigante del agrobusiness quería que Climate FieldView fuera la ‘App Store’, el gran mercado virtual de la agroindustria. Las compañías independientes de agricultura digital podrían integrar sus herramientas en la plataforma, donde recibirían una mayor capacidad de comercialización. Monsanto también dijo que ganaría dinero al vender parte de esa información bajo ciertos acuerdos. Esto es particularmente preocupante porque permite a Monsanto elegir ganadores y perdedores entre las nuevas empresas. Después de tan solo 18 meses, Climate FieldView tiene 19 socios en su plataforma. En definitiva, la fusión de Bayer-Monsanto permite crear la mayor cartera de productos agrícolas, semilleros y químicos digitales en el mundo. A lo que se uniría su creciente control sobre el proyecto de I + D para empresas emergentes de agricultura digital. De modo que la fusionada controlará los datos sobre prácticas agrícolas y usará su dominio para seguir alimentando su voracidad.
Paralelamente, Syngenta ha estado publicitando mucho su pertenencia a Ag Gateway, un consorcio de grupos que está intentando estandarizar el “lenguaje” de los datos agrícolas para facilitar el intercambio entre maquinaria y compañías. Otras grandes también han comenzado a implementar una plataforma completamente integrada de químicos y servicios de datos. El Programa Grow Smart Rewards de BASF devuelve dinero a los agricultores siempre y cuando compren los pesticidas BASF junto con su plataforma de datos. El sistema crea un incentivo muy básico (pero poderoso) para que los agricultores utilicen ciertos productos junto con el análisis de datos de la empresa.
“Estamos en la cúspide de una carrera armamentista digital que puede ver rápidamente cómo un puñado de grandes conglomerados agroquímicos dominan las herramientas de cultivo digital de la misma manera que las empresas ya dominan las físicas, como las semillas y los pesticidas. Una fusión de Bayer-Monsanto estaría extremadamente interesada en controlar la información de los agricultores a través de una revolución impulsada por los datos para maximizar las ganancias. En un mundo en el que los parlamentos critican a empresas como Facebook por utilizar indebidamente datos personales a través de una plataforma, no hay lugar para la centralización de datos esenciales para nuestro suministro de alimentos”, alerta Friends of the Earth.
El glifosato de Monsanto, un quebradero de cabeza para Bayer
Precisamente BASF es la tercera pata de la megafusión Bayer-Monsanto. La aprobación por parte de los reguladores estaba condicionada a que vendiera activos por valor de 7.600 millones de euros a la química alemana BASF, que por otro lado es otra de las multinacionales que controla el mercado global de semillas y pesticidas. Así, BASF ha adquirido productos fitosanitarios, de biotecnología y la granja digital de Bayer, lo que le permite entrar en “el negocio de semillas, herbicidas no selectivos y tratamientos de semillas”. El trato también incluye el traspaso de 4.500 empleados.
En concreto, la desinversión comprende todo el negocio de semillas de hortalizas, algunos tratamientos para semillas, la plataforma de investigación para híbridos de trigo y herbicidas basados en el glifosato en Europa, que se aplican en el área industrial. También el traspaso de tres proyectos de investigación en el área de herbicidas y la granja digital de Bayer, que tendrá una licencia para determinadas aplicaciones. BASF se hace también con el negocio de glufosinato de amonio, que es un herbicida, y las actividades con algunas semillas.
El glifosato es un herbicida que ha sido clasificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”. La mayoría de los herbicidas de Monsanto patentados como Roundup®, entre otros, contienen este ingrediente que inhibe una enzima esencial para el crecimiento de una planta.
Muchas aspirinas va a necesitar Bayer para aliviar los dolores de cabeza que el glifosato ya le está dando a la farmacéutica alemana sin terminar de digerir a Monsanto. Este mes de agosto de 2018, recién anunciada la culminación de la fusión, Monsanto fue condenada a pagar cerca de 300 millones de dólares a un jardinero, por el cáncer terminal provocado por el glifosato de los herbicidas Roundup y Ranger Pro. Tras este precedente, ascienden a 8.000 los demandantes en el juicio contra Monsanto en EEUU por no advertir de los riesgos de cáncer del uso de sus herbicidas con glifosato. Por mucho que Bayer ahora quiera blanquear su imagen queriendo hacer desaparecer la marca Monsanto, el glifosato y los transgénicos seguirán suponiendo amenazas para la vida y quebraderos para Bayer. A mediados de agosto, tras conocerse la condena, las acciones de Bayer cayeron a su nivel más bajo desde 2013.
Para la digestión de semejante atracón, la alemana necesitará algo más que bicarbonato. Para financiar la operación de 63.000 millones de dólares, Bayer ha tenido que emitir deuda por valor de 20.000 millones de euros y ampliar capital por valor de otros 6.000 millones de euros. Lo cual ya ha provocado que las agencias S&P, Moody’s y Fitch rebajaran la calificación de su deuda. Pero es que hasta los propios accionistas de Bayer han manifestado sus dudas sobre la operación, según SumOfUs. “Sólo el 7% de los accionistas de Bayer piensa que la adquisición es un buen movimiento estratégico”, revela.
Y eso a pesar de la descarnada lógica del capital, ejemplificada en la recomendación a las biotecnológicas por parte del banco de inversión Goldman Sachs, un buitre financiero global: “¿Es la curación de los pacientes un modelo comercial sostenible?”, pregunta. Y su respuesta es que “curar a los pacientes puede frenar en seco su negocio”.
http://www.femeninorural.com/?p=731
La absorción de la farmacéutica alemana a la agroquímica estadounidense no sólo enferma al campo a nivel global, sino que lo esclaviza a las nuevas biotecnologías bajo la descarnada lógica del capital.
“Esta fusión de Bayer y Monsanto es una mala noticia para el campo y para toda la ciudadanía. Consideramos que es urgente avanzar hacia una producción de alimentos responsable con la salud y el medio ambiente. Sin embargo, la Comisión Europea está favoreciendo la creación de un gigante empresarial que representa el camino contrario: Transgénicos, agrotóxicos y, junto a BASF, el monopolio de los datos en agricultura”, señalan desde la asociación Amigos de la Tierra.
La operación, de 63.000 millones de dólares, ya aprobada por la Comisión Europea (CE) y EEUU, supone que tan solo tres multinacionales controlarán el 70% de los agroquímicos y más del 60% de las semillas a nivel mundial, según advierten Amigos de la Tierra, que también alertan sobre el inmenso poder de estas empresas sobre los datos agrícolas (big data) y su capacidad para esclavizar aún más al campo y a quienes lo trabajan.
Tanto el campesinado como la ciudadanía a ambos lados del charco se han pronunciado en contra de esta megafusión. Más de un millón de personas pidieron a la comisaria europea de Competencia , Magrethe Vestager, que bloqueara la fusión. Según una encuesta el 54% de la ciudadanía de la UE pensó que era “muy” o “bastante importante” que la Comisión Europea no permitiese la fusión, más del triple de personas que pensaron que no era importante.
Por su parte, el 91,7% de agricultores encuestados se mostraron preocupados por que Bayer-Monsanto controle los datos sobre las prácticas agrícolas, según una reciente encuesta difundida por Friends of the Earth. ¿Por qué están estos agricultores preocupados? “Bayer y Monsanto pueden usar datos patentados y propiedad intelectual de patentes de semillas y productos químicos y plataformas de cultivo digital para hacer a los agricultores cada vez más dependientes”, explican.
‘Fusión Bayer-Monsanto: Big Data, Big Agriculture, Big Problems’
La agricultura digital implica la recolección masiva de datos en una granja a través del uso de sensores, que van desde piezas conectadas a maquinaria agrícola hasta satélites. Estos datos se envían a un proveedor de servicios como Monsanto, que utiliza esos datos para analizar las condiciones de cada granja y hacer recomendaciones específicas, cobrando por ello, claro. En última instancia, el uso de big data en la agricultura trata de diseñar recetas detalladas para la siembra de semillas y aplicaciones químicas.
Konkurrenz Group, firma legal especializada en fusiones y adquisiciones, advirtió de que la megafusión Bayer-Monsanto violaría las regulaciones antitrust en EEUU y UE y restringiría severamente las opciones para granjeros y consumidores en un mercado ya dominado por muy pocos jugadores. Konkurrenz señaló además que Bayer-Monsanto usaría el aumento de la agricultura digital para ganar aún más poder. Con esta fusión, sólo cuatro compañías dominarán el mercado (DowDuPont, Syngenta-ChemChina, BASF y Bayer-Monsanto), lo que aumentará la dependencia de los agricultores y ganaderos de las plataformas digitales de las cuatro grandes, que están basadas en la recolección de datos. De este modo, los granjeros dependerán cada vez más de los rasgos, semillas y pesticidas para sus cada vez más automatizadas granjas. En la misma línea se pronuncia el reportaje de Amigos de la Tierra, Open Markets Institute y SomOfUs ‘Bayer Monsanto Fusión: Big Data, Big Agriculture, Big Problems’.
SumOfUs alerta también que “esta fusión no sólo viola las leyes anti-trust para crear la mayor compañía agroindustrial del mundo, sino que además hace nuestros sistemas alimentarios más vulnerables, con frágiles monocultivos, pesticidas desastrosos que matan a las abejas y amenazan a otros insectos, como las mariposas monarca, y un aumento de precios de los alimentos y una disminución de opciones no transgénicas”.
Monsanto + New Holland = Control de los datos del campo en tiempo real
Las corporaciones líderes en agricultura digital se están asegurando el acceso a más clientes alcanzando acuerdos con compañías de maquinaria. Por ejemplo, The Climate Corporation, división de Monsanto de agricultura digital que examina datos de meteorología, tierras y sembrados, ha anunciado que establecerá una conectividad completa entre su plataforma de datos y la maquinaria agrícola de New Holland.
Para asegurarse el dominio de la agricultura digital, Monsanto presiona a los minoristas de semillas para que comercialicen de manera agresiva su producto Climate FieldView, un dispositivo que transmite datos en tiempo real de plantadores, pulverizadores y cosechadoras. Ya en agosto de 2016, Monsanto anunció su intención de construir una “plataforma de datos centralizada y abierta”. El gigante del agrobusiness quería que Climate FieldView fuera la ‘App Store’, el gran mercado virtual de la agroindustria. Las compañías independientes de agricultura digital podrían integrar sus herramientas en la plataforma, donde recibirían una mayor capacidad de comercialización. Monsanto también dijo que ganaría dinero al vender parte de esa información bajo ciertos acuerdos. Esto es particularmente preocupante porque permite a Monsanto elegir ganadores y perdedores entre las nuevas empresas. Después de tan solo 18 meses, Climate FieldView tiene 19 socios en su plataforma. En definitiva, la fusión de Bayer-Monsanto permite crear la mayor cartera de productos agrícolas, semilleros y químicos digitales en el mundo. A lo que se uniría su creciente control sobre el proyecto de I + D para empresas emergentes de agricultura digital. De modo que la fusionada controlará los datos sobre prácticas agrícolas y usará su dominio para seguir alimentando su voracidad.
Paralelamente, Syngenta ha estado publicitando mucho su pertenencia a Ag Gateway, un consorcio de grupos que está intentando estandarizar el “lenguaje” de los datos agrícolas para facilitar el intercambio entre maquinaria y compañías. Otras grandes también han comenzado a implementar una plataforma completamente integrada de químicos y servicios de datos. El Programa Grow Smart Rewards de BASF devuelve dinero a los agricultores siempre y cuando compren los pesticidas BASF junto con su plataforma de datos. El sistema crea un incentivo muy básico (pero poderoso) para que los agricultores utilicen ciertos productos junto con el análisis de datos de la empresa.
“Estamos en la cúspide de una carrera armamentista digital que puede ver rápidamente cómo un puñado de grandes conglomerados agroquímicos dominan las herramientas de cultivo digital de la misma manera que las empresas ya dominan las físicas, como las semillas y los pesticidas. Una fusión de Bayer-Monsanto estaría extremadamente interesada en controlar la información de los agricultores a través de una revolución impulsada por los datos para maximizar las ganancias. En un mundo en el que los parlamentos critican a empresas como Facebook por utilizar indebidamente datos personales a través de una plataforma, no hay lugar para la centralización de datos esenciales para nuestro suministro de alimentos”, alerta Friends of the Earth.
El glifosato de Monsanto, un quebradero de cabeza para Bayer
Precisamente BASF es la tercera pata de la megafusión Bayer-Monsanto. La aprobación por parte de los reguladores estaba condicionada a que vendiera activos por valor de 7.600 millones de euros a la química alemana BASF, que por otro lado es otra de las multinacionales que controla el mercado global de semillas y pesticidas. Así, BASF ha adquirido productos fitosanitarios, de biotecnología y la granja digital de Bayer, lo que le permite entrar en “el negocio de semillas, herbicidas no selectivos y tratamientos de semillas”. El trato también incluye el traspaso de 4.500 empleados.
En concreto, la desinversión comprende todo el negocio de semillas de hortalizas, algunos tratamientos para semillas, la plataforma de investigación para híbridos de trigo y herbicidas basados en el glifosato en Europa, que se aplican en el área industrial. También el traspaso de tres proyectos de investigación en el área de herbicidas y la granja digital de Bayer, que tendrá una licencia para determinadas aplicaciones. BASF se hace también con el negocio de glufosinato de amonio, que es un herbicida, y las actividades con algunas semillas.
El glifosato es un herbicida que ha sido clasificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”. La mayoría de los herbicidas de Monsanto patentados como Roundup®, entre otros, contienen este ingrediente que inhibe una enzima esencial para el crecimiento de una planta.
Muchas aspirinas va a necesitar Bayer para aliviar los dolores de cabeza que el glifosato ya le está dando a la farmacéutica alemana sin terminar de digerir a Monsanto. Este mes de agosto de 2018, recién anunciada la culminación de la fusión, Monsanto fue condenada a pagar cerca de 300 millones de dólares a un jardinero, por el cáncer terminal provocado por el glifosato de los herbicidas Roundup y Ranger Pro. Tras este precedente, ascienden a 8.000 los demandantes en el juicio contra Monsanto en EEUU por no advertir de los riesgos de cáncer del uso de sus herbicidas con glifosato. Por mucho que Bayer ahora quiera blanquear su imagen queriendo hacer desaparecer la marca Monsanto, el glifosato y los transgénicos seguirán suponiendo amenazas para la vida y quebraderos para Bayer. A mediados de agosto, tras conocerse la condena, las acciones de Bayer cayeron a su nivel más bajo desde 2013.
Para la digestión de semejante atracón, la alemana necesitará algo más que bicarbonato. Para financiar la operación de 63.000 millones de dólares, Bayer ha tenido que emitir deuda por valor de 20.000 millones de euros y ampliar capital por valor de otros 6.000 millones de euros. Lo cual ya ha provocado que las agencias S&P, Moody’s y Fitch rebajaran la calificación de su deuda. Pero es que hasta los propios accionistas de Bayer han manifestado sus dudas sobre la operación, según SumOfUs. “Sólo el 7% de los accionistas de Bayer piensa que la adquisición es un buen movimiento estratégico”, revela.
Y eso a pesar de la descarnada lógica del capital, ejemplificada en la recomendación a las biotecnológicas por parte del banco de inversión Goldman Sachs, un buitre financiero global: “¿Es la curación de los pacientes un modelo comercial sostenible?”, pregunta. Y su respuesta es que “curar a los pacientes puede frenar en seco su negocio”.
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